17. La casa rural

2.6K 200 23
                                    

AMELIA

Me despierto sin saber muy bien qué día es ni dónde estoy. Sé que no es mi casa, porque entra mucha luz por la ventana de la habitación y huele a naturaleza. La primera imagen que veo cuando consigo abrir del todo los ojos es a Luisita aún dormida a mi lado. Es una imagen tan adorable que no puedo evitar darle un pequeño beso en la frente para no despertarla.

El otro día, después de mis celos y del beso que le planté en mitad de la calle, me invitó a su casa a ver una película y quedarme a dormir. Pero sabía que si aceptaba la invitación iba a hacer de todo menos dormir y tenía que madrugar, así que le dije que no sabiendo que este fin de semana lo iba a pasar entero con ella.

Ayer, al salir del rodaje, nos vinimos con varios compañeros a una casa rural a pasar el fin de semana. Ahora tenemos dos semanas de vacaciones y estaremos sin vernos la mayoría. Así que decidimos pasar estos días juntos para despedirnos. Nos hemos pasado toda la semana hablando del tema y planificando todo, pero al final sólo hemos venido nosotras dos con Marina, Mateo, Ana, Miguel y Nieves.

Acabamos de grabar más tarde de lo normal. Pero ya teníamos las maletas preparadas en los coches y decidimos empezar nuestras vacaciones de todas formas. Así que llegamos ya bien entrada la noche, después de un día eterno de trabajo, y sólo pensábamos en dormir y empezar hoy el día con las pilas bien cargadas. Durante el camino nos paramos a comprar algo de cena para no tener que cocinar al llegar y todo fue devorado en cuanto llegamos.

- ¿Sabéis que ni hemos hablado de cómo nos vamos a organizar para dormir y hay cinco habitaciones para siete personas? - dijo Nieves en cuanto acabamos de comer.

- Amelia y yo podemos compartir una, ¿no? - me preguntó Luisita y yo sólo asentí ante esa obviedad.

- No sé por qué contábamos con esto ya - dijo Marina riendo y todos la siguieron.

Luisita le echó una mirada amenazadora a Ana por contar lo que vio en aquel baño, pero ella se encogió de hombros dejando claro que no era la culpable.

Hemos alquilado una casa grande. Está en mitad de la nada, pero la verdad es que no me parece un problema. Tiene un césped enorme y piscina, que aún sólo he visto en las fotos del anuncio y estoy hasta nerviosa por levantarme y poder disfrutar como una niña. Anoche cuando llegamos casi no pudimos disfrutar de sus vistas. Así que estoy deseando de empezar el día y ver bien todo.

Me quedo un poco más en la cama, pero estoy impaciente y tengo que despertar ya a Luisita.

- Dormilona, que se nos va el día. Despierta.

Se da la vuelta y empieza a hacer ruiditos como un bebé mientras me da la espalda. Me da ternura y risa verla así. Pero me he propuesto despertarla ya y no voy a parar hasta que lo consiga. Me acerco a ella más y empiezo a tocarle el pelo.

- Venga, bebé. Pareces un cachorrito.

- Tengo sueño aún.

- Pero piensa en que nos están esperando nuestros compañeros y una piscina, solecito y mucha bebida.

Luisita se vuelve a girar hacia mí y empieza a despertarse poco a poco.

- Al final me voy a acostumbrar a despertarme a tu lado - me dice Luisita y yo tengo que poner toda mi fuerza de voluntad para no comérmela a besos.

Bajamos a desayunar y ya están todos preparados para salir a la piscina.

- Vaya horas... - nos dice Ana al vernos llegar. - Porque sabemos lo cansados que llegamos todos ayer, si no pensaríamos que habéis pasado la noche haciendo de todo menos dormir.

KomorebiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora