1. Utopía

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Levanté la cabeza en cuanto oí que pronunciaban mi nombre y el suyo en una misma oración. Fue un pequeño susurro furtivo que se abrió paso hasta llegar a mis oídos. No se suponía que debiera escuchar aquellas palabras; las dos chicas que me miraban de reojo se habían preocupado por ser cautelosas. No lo habían logrado.

—¿Están juntos? —preguntó una.

—No lo creo —respondió la otra.

Apartaron sus miradas cuando advirtieron que no eran ellas las únicas dos personas partícipes de aquella conversación. Sonreí con una mueca de tristeza y me dediqué a continuar los garabatos que se extendían por el margen de mi hoja. El profesor seguía explicando conceptos que mi cerebro apenas podía comprender. Pero él, sentado a mi derecha, prestaba suma atención.

Dediqué apenas unos segundos a contemplar su semblante de ángel, serio e imperturbable. No quería que me descubriera in fraganti. Se acomodó el flequillo e hizo un par de anotaciones. Me eché sobre mi banco mientras, a mi izquierda, mi mejor amiga rodaba los ojos.

Porque eso era ella, mi mejor amiga. Y eso era él también: mi mejor amigo. Nada más, ni nada menos que mi mejor amigo. Cerré los ojos y soñé con una de las palabras que habían mencionado las chicas anteriormente: «juntos». Deseé con todas mis fuerzas que fuera así. Que él y yo estuviéramos juntos. Pero la realidad era otra. Y mi fantasía, una utopía.

Historia de un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora