Me tiró sobre la cama y me besó el cuello. Su respiración agitada sobre mi piel me producía taquicardia. Recorrió mi abdomen con una de sus manos heladas. Suspiré. Y entonces oí el rechinar de las ruedas de un triciclo. Volteé la vista mientras él me seguía besando. A menos de dos metros de donde estábamos, observé a un niño de unos cuatro años, montado en un triciclo rojo y azul. Era yo hacía casi catorce años.
—No te conviene —me dijo el niño, y clavó sus pequeños ojos grises en el rostro de Mateo.
—¿Por qué? —pregunté.
—Porque ya lo chupó el diablo.
Miré a Mateo a los ojos. Azules y profundos. Se acomodó el flequillo y me sonrió con inocencia. En sus pupilas observé una imagen que había intentado olvidar durante meses. Una pulposa pelirroja se echaba sobre él. Capturaba sus labios en un beso cargado de lujuria repulsiva. Lo acariciaba con la impunidad que solo proporcionan unos tragos de más. Él no hacía nada para impedirlo.
Cerré los ojos y me deshice de la escena.
—No te conviene —repitió el niño, serio.
Dio media vuelta y se alejó en su triciclo.

ESTÁS LEYENDO
Historia de un corazón roto
Roman d'amour¿Alguna vez te enamoraste de tu mejor amigo? ¿Qué pasa cuando el amor no es correspondido? El resultado: un corazón roto. Cuento corto de siete partes que escribí hace muchos años y que reedité recientemente.