Capítulo I

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¿Mi vida? jamás ha sido normal

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¿Mi vida? jamás ha sido normal.

Es como si.. hubiera algo maligno aferrado a mi..

El tiempo se estaba tornando oscuro, suspiré y seguí acariciandole la cabeza a mi perro Max, estaba recostado sobre mis piernas. Estábamos en la parte trasera del auto mientras mi tía conducía.

— Bebé, ¿Estás emocionado? — pregunto mi tía mirándome por el espejo retrovisor.

— ¿Debería estarlo?

Conteste neutral.

Se quedó callada, y fijo su vista en el camino.

— Eso pensé.

Giré mi rostro otra vez hacia la ventana, a los lados de la carretera había imponentes árboles grandes y frondosos, al lugar al que nos vamos a mudar es una ciudad pequeña rodeada de bosques.

Según Cass, un poco de paisaje verde me purificara la mente y los pulmones, tonterías.

De la nada, empezaron a caer gruesas gotas de agua, y en cuestión de segundos, ya estábamos bajo un chaparrón de agua. Le subí el vidrio a la ventanilla y fruncí los labios.

— Tom, — alcé una ceja y la mire. — todo va a cambiar, yo sé que si.

No prometas en vano Cassandra. Canturreo la voz de mi cabeza.

Mordí mis labios.

— Tía Cass, yo.. ¡Cuidado!

— ¡AAAAAAAH!

Una manada de venados apareció corriendo en nuestra dirección, mi tía giro bruscamente el volante haciéndonos perder el control por la carretera mojada. El impacto a ciegas que tuvimos nos saco del camino, arrojándonos hacía un acantilado.

Los gritos de Cassandra y los ladridos de Max me hicieron entrar en razón y cerré mis ojos.

Otro fuerte impacto detuvo la camioneta, mi respiración se agitó, lo ladridos cesaron y los gritos de detuvieron.

— ¡Thomas! — exclamó asustada la única mujer a la que amó.

Abrí lentamente mis ojos, encontrando mi mano extendida, aguantándonos. Las yemas de mis dedos se volvieron de color negro carbón.

¿Que era yo?

Valla pregunta, y una muy difícil de responder. Una especie de Eleven de Stranger Things en un mundo totalmente distinto.

— T-tom.. — susurro apenas audible.

Mire más allá y me congelé, estábamos de frente con el vacío del acantilado.

— Cierra los ojos. — dije firme, y limpié la sangre que bajaba de mi nariz con mi otro brazo.

Sé que me escuchó, y se aferrado con uñas y dientes del asiento, el cinturón de seguridad también ayudo bastante. Max por otra parte se escondió debajo de la asientos.

Pensé en todas las cosas malas por las que había pasado, y como las superé. Esa era mi gasolina para mover mi Don, el odió a todas esas personas que intentaron hacernos daño avivaba el fuego de mi irá cuál pedazo de carbón.

Lentamente, la camioneta retrocedió hasta llegar nuevamente a la carretera. La detuve.

Las gotas de lluvia ahora caían con más fuerza. Al parecer estábamos en medio de una tormenta, en mitad de la nada.

— T-thomas, ¿estás bie-

— Si. Tranquila, no pasó nada. Sigue conduciendo con cuidado.

Interrumpí, desde aquí podía escuchar los latidos de su corazón.

— Uff.. — suspiro pesadamente. — No tenias que usarlos.. — comentó mientras encendía nuevamente el motor y los parabrisas.

Mire mis manos, mis dedos, pero ya estaban otra vez de su tono normal, ese color rosa pálido.

— .... Y-yo...

¡Guau, guau!

Los ladridos de Max robaron mi atención, y el se subía otra vez al asiento, olfateando mis manos y recostándose en mi regazo.

— Ya no importa, sigamos con el camino.

Por algún motivo sentía una presión en el pecho al girar la vista hacia la muralla de árboles que daban paso hacia el interior del bosque.

Se sentía raro..

Se sentía raro

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𝐒𝐎𝐁𝐑𝐄𝐍𝐀𝐓𝐔𝐑𝐀𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora