𝙲 𝙰 𝙿 𝙸 𝚃 𝚄 𝙻 𝙾 4

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Kyle:


Mi corazón latía desenfrenado, mi respiración estaba agitada, entonces supe que haber aceptado había sido un error.

La luz del atardecer entraba por aquella ventana e iluminaba su rostro de manera increíble, sus ojos azules que miraban con desdén por la ventana, su cabello negro que hacía que sus ojos resalten.

Lentamente bajé mi vista al suelo, toqué mi pecho y mordí mi labio inferior, aquella sensación me era tan familiar. Froté mi frente de manera brusca, se supone que esto no debería estar pasando, se supone que yo no debería estar aquí.

–Hey, Kyle ¿Te encuentras bien?– subí mi vista hasta mirarlo, su ceño estaba fruncido... El estaba preocupado.

Mi corazón comenzó a latir más fuerte, por alguna razón mis ojos se criztalizaron y sentí ganas de llorar. Bajé la vista y negué con la cabeza.

Y entonces tomó mi mano...

–Hey ¿Qué sucede?– preguntó.

Lo miré y sonreí.

–Nada... Solo que esto es tan... Reconfortante– dije y me levanté. Él me miró extrañado –Yo realmente me sentí muy bien a tu lado, gracias por todo– hice una pequeña reverencia y saqué algo de dinero que dejé en la mesa –De nuevo, muchas gracias por recibirme– y salí.


Hasta que fui detenido por su mano, me di la vuelta y lo miré.

–No necesitas dejarme dinero– susurró y puso el dinero en mis manos.


–Pero no puedo simplemente...–


–Jaja, yo te invité, si me pagas me voy a sentir muy mal – dijo sonriendo.

–Hm... ¿Qué dices si te lo recompenso?– pregunté.

–¿Recompensar? ¿De qué manera?–

–Cómo tú me invitaste hoy, dejame invitarte mañana– dije mirándolo.


–Uh, quieres que... ¿Salga contigo? P-pero ¿No estás ocupado?–

–Jaja, no. Entonces ¿qué dices? ¿Aceptas?–

–Claro– dijo sonriente.

–Bien, entonces nos vemos mañana, vendré a recogerte a las siete de la noche. Adiós– sin más me despedí y me fui.

Una vez alejado de la cafetería suspiré, ya era de noche y yo debía volver a casa, entonces sentí vibrar mi celular, era una llamada, contesté.



"Tienes cinco minutos."



Apenas logré escuchar eso corrí lo más rápido que pude en dirección a mi casa.


Una vez que llegué, desesperadamente marqué la contraseña en la puerta, esta se abrió y entré.



Respiré profundamente para calmarme, adentro se escuchaba música suave, aquella música sólo la ponía cuando él necesitaba calmarse o relajarse. Más apartado lo vi a él sentado en el sillón con un cronómetro en sus manos.



–Cinco minutos– dijo sonriendo –Me gusta que seas tan obediente. Ven – señaló el sillón que hacía en frente suyo –Quiero que te sientes conmigo–


𝘉𝘶𝘵𝘵𝘦𝘳𝘧𝘭𝘺 | 𝘚𝘔 + 𝘒𝘉 𝘚𝘵𝘺𝘭𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora