Capítulo 1

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Oliver

Había pasado ya unos minutos desde que mis padres se habían callado después de tantos gritos que daban la impresión que estuvieran matándose entre sí pero que a fin de cuentas solo era la discusión del día, mientras me decido entre bajar o no por un vaso de agua siento como unos pasos firmes se acercan a la puerta de mi habitación, sabía de quien se trataba, el fuerte olor a alcohol hacía que me encogiera en la cama como un niño pequeño pero sin avisarle a las expresiones de mi rostro lo tan asustado que estaba y cuando el gatillo de la puerta empieza a rechinar cierro los ojos por unos segundos deseando no estar ahí, pero los vuelvo a abrir cuando escucho el fuerte golpe que la puerta hace con la pared al ser tirada.

— Tu madre me dijo que llegaste más temprano de lo normal hoy. ¿Qué es lo que se supone que haces todo el día ahí acostado? —preguntó mientras con sus ojos daba una rápida revisa a mi habitación.

— Llegue temprano del instituto por un problema que...—detuve mis palabras cuando vi cómo se acercaba a mí con una mirada furiosa.

— ¿Un problema? —dijo acercando su cara a la mía, tomándome del cuello de la remera y alzándome casi por completo de la cama— Lo más cercano a un problema que tu podrías conocer es el que tendrías conmigo si hubieras hecho alguna estupidez en el instituto, pero no es así. —dijo acercándome lo más posible a él— ¿O me estoy equivocando?

— No papá. —el que su aliento chocara con el mío me hacía estremecer, y que me soltara tan de repente aún más.

— Y entonces, ¿cuál es el problema que tuviste? —preguntó de nuevo, pero esta vez se dirigió al escritorio tambaleándose para coger una silla.

— Me quedé atrapado en uno de los baños que estaban dañados, las cañerías estaban rotas así que empape la ropa y me mandaron para que no me diera un resfrío, nada importante. —de verdad esperaba que se creyera esto.

— Eres un estúpido. —dijo mientras se levantaba de la silla y tambaleaba hacía la puerta—No quiero que alguna estupidez como esa te pase de nuevo y pierdas clases, que no me parto el lomo trabajando para que regales el dinero a esas mierdas.

— Entendido Señor. —Sin decir nada más, se marchó de la habitación como siempre olvidando de cerrar la puerta.

Y así era mi padre, un ex-militar que ahora no era más que un alcohólico sin remedio, siempre queriendo dejar en claro sus reglas y quien mandaba en la casa, hace ya tiempo que dejo de ser un hombre de respeto para mí, y comenzó hacer el tipo borracho que llega a golpear a su esposa, una basura en pocas palabras.

Un fuerte golpe en la puerta hizo que me levantara de nuevo de la cama, era de nuevo él, pero ahora parece muy enojado.

— ¿Qué pasó papá? —y ahí se va acercando a hacer lo mismo que hace unos momentos, acerca su cara a la mía de manera en la que puedo sentir su aliento y mal olor.

— Te buscan unos chiquillos abajo. —dice— No quiero ningún tipo de visitas. —murmura entre dientes con su mirada fija en mi—O es que, ¿no te ha quedado claro?

— Si me ha quedado claro papá, yo no estoy esperando a nadie. —por fin aleja su cara de la mía— Bajaré en seguida.

— Y les dirás que se larguen y no vuelvan. —se dirige hacia la puerta— ¿Entendido?

— Si papá. —le digo suavemente antes de empezar a correr por las escaleras.

A mi padre nunca le ha gustado las visitas inesperadas, bueno no le gustan ningún tipo de visitas, tampoco le han gustado ninguno de mis amigos a los que he tratado de presentar en la familia, nunca nos ha permitido traer a nadie, ni a mí ni a mis hermanos y mucho menos a mamá ¿por qué? No lo sé, solo sé que tengo que obedecer y creo que ellos saben lo mismo.

Abro la puerta para encontrarme con justo esos amigos que siempre quise presentar, aquellos chicos a los que conozco desde que me mude aquí, que fue hace mucho, y a los que les debo los únicos recuerdos que pueden hacerme sonreír.

— ¿Qué hacen aquí? —les susurro cuando en realidad quiero gritarles— ¿Quieren que mi papá me mate o los mate a ustedes?

— Tranquilo. —dice benjamín, se podría decir que es lo más cercano a mí que tengo y no digo que Gael y Mateo no importen solo que con Benjamín es diferente, la confianza que me inspira es desbordante— Solo venimos a dejarte tus apuntes, te los dejaste por ir detrás de esa chiquilla. Y también a recordarte que mañana es la fiesta de fin de año, así que ni se te ocurra faltar. —me da golpecitos con su dedo que me está señalando ahora mientras trata de ponerse en su pose más amenazante.

— Vete al diablo, no iré a ningún lado. —sus caras de ofendidos es la mejor, lo puedo jurar— No creo que papá me deje ir. —digo esta vez dejando la sonrisa atrás y dándoles una mirada de sinceridad.

— El que se tiene que ir al diablo es tu papá. —esta vez hablo Gael— Es la fiesta de fin de año, no te la puedes perder.

— Me importa más mi vida que una fiesta de fin de año, además mi mamá dice que...

— Vendrá Lucia. —me interrumpe Mateo, quien entretiene sus manos con un viejo cubo que creo que lo tiene desde que nació— Sería una buena oportunidad para que por fin le hables, ¿o no chicos? —antes de que alguien vuelva a decir algo me doy la vuelta para entrar a casa, no sin antes agregar.

— Iré, pero no por ella.

Su risa socarrona de los tres me hace sonreír mientras subo a mi habitación, antes de poder llegar a esta veo Javi, mi hermano menor, que tiene la cara pegada al vidrio de la ventana como siempre.

— ¿Qué tanto miras por ahí? —digo mientras me acerco a él para mirar también por la ventana, su mirada baja cuando se da cuenta que ahora lo miro a él.

— Están jugando a la pelota. —murmura y a continuación se baja del pequeño banco en el que se apoyaba para alcanzar la ventana— Juegan bastante bien.

— ¿Eso te parece? —pocas veces he mantenido una conversación con Javi, él es como esos niños raros y callados que me prefiere evitar.

— Si, bueno es lo que creo. —una sonrisa aparece un su rostro— ¿A ti que te parecen? —vuelvo mi cabeza hacía el grupo de chicos que juega en el patio del vecindario.

— Lo hacen bien. —y con ganas de alejarlo de esa ventana, le digo— Pero eso no los llevara a nada.

— ¿Por qué lo dices? —su voz ahora parece más ronca y frágil que antes.

— Es lo que dice papá. —le suelto mientras me vuelvo hacia las escaleras para ir a mi habitación.

— Oliver. —dice, haciendo que me dé la vuelta para volver a verle la cara— No todo lo que dice papá es cierto. —suspira mientras se mete la mano a los bolsillos de sus pantalones gastados— Me lo dijo mamá, dijo que era un secreto. —camina hacia mí y por un momento pensé que me iba a abrazar pero solo pasa de largo— Creo que es bueno que lo sepas. —mientras sube las escaleras con su carpeta de dibujos, le escucho decir— Y también creo que deberías ir a esa fiesta.

Por un momento pienso en todo lo que ha dicho papá acerca de los demás o de lo que hacen, siempre juzgándolos y haciendo que nosotros también hagamos lo mismo; no recuerdo ni siquiera una sola vez que alguien le haya cuestionado lo que estuviera diciéndonos, solo nos limitábamos a escucharlo y a que su manera de ver a los demás pronto también sea la nuestra. 

SOMBRAS DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora