Catalina
Si soy honesta nunca he sido de seguir los consejos de nadie, ni de involucrarme con las ideas de los otros, he tenido a bastante gente diciéndome lo mismo por casi toda mi vida, desde que papá cambio lo hizo notar, y vivir cerca de él solo te hacía estar envuelta en la perspectiva de lo que lo demás veían en ti, una familia destruida y en medio tres niños, empezó hacer la novela de las nueve de todas las mañanas, esas que no te pierdes por nada, y que crees conocer los personajes tanto como a ti mismo, te tomas la libertad de opinar, de juzgar y de odiar, sin embargo no ves que aquella telenovela paradójicamente es un espejo de tu vida o de la vida de ese ser que amas, puedes ver el dolor o la maldad en tu pequeño televisor y juzgarla, pero no te atreves a sentirla. Nunca había escuchado a aquellas personas que ven de fuera, sentados desde su cómodo sillón mientras disfrutan la merienda, sin embargo y aunque sé que quizá Benjamín no deja de ser uno de ellos, lo he escuchado, por primera vez en mi vida, he de admitir que a veces los espectadores de aquellas telenovelas tienen razón en sus opiniones y sus juzgados.
Y aquí me encuentro en una estación del tren con un niño de diez años durmiendo en mis piernas pero que no tiene ni idea de lo que estaba pasando, ni aun cuando me vio como metía sus pocos jeans en una mochila vieja de nuestro padre, ni si quiera tomo conciencia cuando lo hice bajar por aquellas escaleras que hace unas horas no existían para mí, estoy segura de que si no lo hubiera despertado en medio de la noche, no hubiera parado de hablar ni de preguntar un segundo, y aunque el sentimiento de que va a odiarme toda su vida por separarle de nuestra familia, por no haberle preguntado ni consultado, sacarlo con los pantalones meados, una camisa rota y una maleta a medias, me abruma. Pero ahora no puedo parar de pensar en los mil sueños de oportunidades que podemos tener, una nueva vida, él y yo, yendo a la escuela, teniendo amigos, la oportunidad de ser alguien, y la oportunidad de regresar a rescatar a mamá.
Miro a Benjamín mientras este se acerca hacia mí con paso lento y mirando a nuestro alrededor cada milésima de segundo, y aunque es casi imposible que noten nuestra ausencia en casa a estas horas, porque mamá tiene una rutina inquebrantable, y mi hermano un sueño muy pesado, el pánico sigue aquí, pensar que alguien nos vea, nos reconozca y nos lleve a casa, es algo aterrador y que no entra en nuestros planes. Siento como Javi empieza a moverse de nuevo entre mis piernas y pasa sus manos desesperadamente por su cara, siempre ha tenido esos espasmos, así que sé que hacer en caso de un episodio o como sea que lo haya disfrazado mamá, tenía la costumbre de llamarlo "berrinche" pero con el tiempo nos dimos cuenta que no era eso, que Javi tenía algo especial con lo que tenía que lidiar.
— Aún quedan unos minutos, es mejor que lo vayas despertando, para evitar preguntas molestas. —le empiezo a acariciar lentamente la cabeza a Javi— Es más sencillo que el responda que eres su hermana mayor, a que tú digas que es tu hermanito menor. —me siento aterrada— No te angusties, son solo pequeños tips para evitar a estos pesados.
— ¿Te has ido alguna vez? — le miro mientras se sienta a mi lado— O sea de tu casa, a algún sitio, no digo que en la misma situación claro.
— Entiendo lo que quieres decir Cata, no te angusties, y claro que sí, he tomado alguno de estos tren a lugares desconocidos en muchas ocasiones de mi vida—lo quedo mirando perpleja— Y de ninguna me arrepiento, me gusta conocer nueva gente, nuevos lugares, soy todo un explorador.
— ¿Y por qué no vienes? —la pregunta escapa de mis labios tan pronto que ni si quiera pudo intentar retenerla entre mis pensamientos.
— Tu hermano me necesitará cuando te hayas ido. —respira—No sé cómo voy a poder vivir con el pensamiento que le estoy quitando a su hermana, que prácticamente lo voy a destruir, no soportaría también el hecho de abandonarlo.
— Tú no tienes la culpa de nada. Yo he tomado mi decisión, tu solo has sido el escalón que me ha dado fuerza para lanzarme. —tomo su rostro con una de mis manos y se lo levanto— Tú solo me has salvado, junto con Javi, y mi hermano te amara aún más por esto.
— Gracias. —veo como se levanta nuevamente y trata de mirar a lo lejos— Parece que ya es hora—dice mientras me ayuda a levantarme junto con Javi que ha vuelto a abrir los ojos, soñoliento, pero camina con nosotros, como todo un buen chico, y mientras nuestros pasos se aproximan hacía un camino que no tendrá retorno, me detengo.
— ¿Estás seguro de que no quieres saber dónde vamos? —sus ojos se cristalizan y aprieta su mandíbula para luego sonreír mientras se le escapan unas lágrimas que estoy segura que trato de retener, me vuelvo a mirar a Javi que lo mira sin entender y trato de hacer un confuso abrazo de tres, mientras el aprieta mi cintura fuertemente y siento lo húmedo que deja mi hombro por sus sollozos cuando se separa.
— Es lo mejor. —se limpia desastrosamente las lágrimas con su sudadera— Tienes que irte, no querrás verme llorando en la fase dos, es más horrible que esta, y estas advertida. —Adiós Cata— se pone sobre sus rodillas y le extiende la mano a Javi—Adiós campeón. —se levanta mientras camina hacia atrás y nos dice adiós menando la muñeca.
— Yo no soy un campeón. —escucho decir a Javi— No he participad en ningún campeonato, y mucho menos lo que ganado, no puedo ser un campeón. ¿A dónde vamos Cata?
— Significativamente lejos, unas pequeñas vacaciones para nosotros. —Silencio.
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SOMBRAS DE AMOR
Teen FictionSombras de amor narra una historia de amor juvenil en un ambiente escénico diferente a lo que estoy acostumbrada a narrar, pero que no pierde el estilo. Te animo a que conozcas a cada uno de los personajes y los sientas vibrar tanto como yo.