Raptor

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Anoche no pegue ojo.

Tenía mucho miedo. Un miedo terrible a dormirme y entonces se me olvida todo.

No quería volver a sufrir la impresión de saberlo.

Mamá y abuela me decian: "Raptor recuestate un poco, estás muy cansado". Pero yo me negaba, a pesar de que los ojos querían cerrarse solos. Me estaban ardiendo de tanto llorar. Pero no dormí. No. Si me durmiera, me gustaría que fuera para siempre y ya. Pero dormirme y despertar no quiero.

Dicen que los hombres no lloran. La gente dice eso, pero es mentira. Una vez vi a mi abuelo llorar... Yo tengo quince años, y estoy llorando.

Mis amigos de la escuela llegan y no saben que decir. Uno nunca sabe que decir en ese instante. La verdad es una idiotez hablar. Si lo que sientes es así, tan ondo, tan aquí adentro como lo que yo siento, ninguna palabra sirve. Quizás mi abuelo abría dicho algo bueno. El si sabía bien como decir las cosas.

Pero mi abuelo está muerto.

Ayer en la tarde se acostó y nunca más abrió los ojos.

No puedo creerlo todavía.

¿Qué puedo aser yo sin mi abuelo?

No quise ver como lo enterraban, por eso estoy aquí con su sombrero de mago en las manos, como si lo tuviera a él junto a mí. Como siempre estuvo.

Desde esta esquina puedo ver a mi madre, a mi abuela, a los amigos. Todos están tristes, pero ninguno puede estarlo como yo.

La luz del sol me molesta en los ojos, igual que el día del papalote...

Fuimos a empinar un coronel enorme hecho por mi a a abuelo. El aire estaba fuerte y el papalote subía, volaba... parecía un pájaro de colores.

No se porque me acuerdo tanto de ese día. Tal vez porque en este momento entiendo mejor lo que me dijo.

Yo estába contento hasta que mi abuelo corto con su navaja el cordel del papalote y lo dejó irse.

Aunque ahora tengo más claro eso de las cuerdas, me parece injusto. El papalote no quería irse solo. Estoy seguro de que ayer mi abuelo tampoco quería irse...

Todo fue porque le dije que me ubiera gustado ser tan libre como los papalotes.

--Nada es completa mente libre--me respondió y corto el cordel--. Ahora volará en libertad, pero solitario, hasta que otras mano lo atrapen, lo cuiden y lo hagan volar.

Yo me moleste con él. Era mi coronel preferido. Entonces nos sentamos en la costa y sonrió, con esa sonrisa que tanto me gusta. Mi abuelo es... bueno era... No. Es. En presente. Sigue siendo y no dejará de ser--por lo menos aquí en mi cabeza--un abuelo joven y yo estoy orgulloso de eso. Se ríe como un niño, y camina rápido, corre... El caso es que me fastidio que cortará el cordel.

--Era solo un papalote. Mucho más doloroso es cuando se rompen las cuerdas que nos atan a otra persona. Esas cuerdas invisibles que nos unen a los que amamos y que un día también pueden ser cortadas o, lo que es peor, escapar de nuestras manos.

Ayer la muerte vino y arranco las cuerdas que me unían a mi abuelo.

La muerte es una basura de la vida. No tiene derecho a aser algo así. Las personas deberían morir cuando se han aburrido. En el momento que ya no tengan deseos de otra cosa que no sea descansar. Mi abuelo decía que su madre murió porque ya era lo único que deseaba era cerrar los ojos y ausentarse del mundo. Era muy vieja entonces.

Pero mi abuelo quería vivir. Y yo... yo siento que me quedé sin un pedazo. Nunca más podré subir al trapecio, nunca más volaré si el no está mirándome...

--Raptor es hora de irnos--es la voz de mamá, un poco quebrada, a pesar de que está intentando ser fuerte.

No quiero que mi abuela y mi madre me vean llorar otra vez. No soporto que me consuelen. Odio que me tengan lástima y mucho menos a él.

No quiero regresar a casa. No quiero entrar por la puerta y saber que no estará.

--Vamos, entra al carro--y obedezco como un autómata.

Mientras el carro se aleja, miro por el cristal de atrás. Veo las flores y una paloma revuelta sobre estas.

<<lα мαɢια del αмor>>[ѕpαrтor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora