Raptor

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Ya estamos en la casa,pero no me atrevo a entrar en mi cuarto que era también su cuarto. Me quedo en el patio y me siento en el columpio que un día colgó mi abuelo para mi mamá (cuando era niña) donde la meció a ella y, mucho después, a mí.

En este columpio fue donde decidí ser trapecista.

Mientras me impulsaba y creía llegar a las nubes, me vino la imagen de los trapecios del circo, a donde iba con mi abuelo todos los fines de semana.

Volar sobre las cabezas de las gentes que están atentos a cada uno de tus movimientos conteniendo el aliento por tu vida.

A mi abuelo le gustó mi desición por el circo.

Su pasión era magia. A cada rato miro sus fotos en las funciones. Parecía un mago de las películas. Después, fue un maestro de un montón de magos, pero ninguno tan bueno como él. Aunque ya no trabaja, su sombrero y su capa siempre estaban listas. Sólo había que pedírselo una vez. Jamás se negó, aunque el único público fuera un amigo mío y yo.

El viejo columpio tiene sogas envejecidas, pero todavía resisten.

Aquí se sentaba mi abuelo todas las tardes a esperar el atardecer. Era la única hora en la aquel encendía su pipa. Durante el día, la llevaba apagada a todas partes. Pero en el  columpio, fumaba y el humo subía haciendo figuras. No sé si porque era mago, o porque cualquiera lo podía hacer. No logré que me respondiera esa pregunta. Su magia siempre fue un misterio.

Mi abuela se ha sentado en el sillón que está al lado de su cama. Se mece lentamente, con los ojos medio cerrados... ¿Que estará pensando? Quizás se esté acordando del día que discutieron y lo mandó para mi cuarto.

Aquella noche no la olvidó.

Yo era pequeño todavía, tal vez ya tenía ocho años, no se. Era uno de esos días en los que mi madre llegaba tarde del trabajo. Me acuerdo que el cielo se ponía oscuro y la casa se inundaba de sombras. No sé por qué esa penumbra siempre me ha puesto triste.

Yo estaba solo. Mi abuelo, contrario a su costumbre, no me había dedicado ni un minuto y mi abuela no estaba en la cocina. Tengo en la memoria hasta el silencio de aquella tarde, que soló se rompía con el golpe de mi pelota en la pared. Mi abuela, subía apurada, como si huyera, y mi abuelo iba detrás, casi implorándole que le devolviera la foto. Repetía con la voz apagada: "Acuérdate del pacto...".

No sé cuál era el pactó.

No me atreví a preguntarle, ni siquiera después. Todo lo que tenía que ver con la ruptura, lo ponía triste. Sus ojos parecían vacíos y a mí me daba rabia con mi abuela porque no lo perdonó nunca. Yo escuche cuando le decía:

--No sé si sabes como me siento, Rodolfo--que es el nombre de mi abuelo--. Pero es como llegar a la casa que construiste con tanto amor y encontrarla convertida en escombros, con las paredes, los techos, todo destrozado--la abuela hacía pausas para contener el llanto. Era triste verla así--. Esta foto es el reflejo de mi alma con todos sus sueños. Sueños que compartimos y otros que nunca se cumplieron. Por eso te la entregué aquella tarde, hace ya tanto tiempo. Ahora no tiene sentido que la tengas. El pacto ya no tiene valor. Desde esta noche irás a dormir con Raptor. Nadie tiene que saberlo. Y no me divorcio porque ya estamos un poco viejos y no creo que sea la solución.

Mi abuelo no dijo nada. Sólo susurró su nombre muy bajito, "Leonor... Leonor", y permaneció con los ojos fijos en un punto mucho tiempo.

Me acuerdo que le vi la cara de culpable arrepentido. Desde entonces, mi abuelo durmió en una cama junto a la mía, y de eso ya hace casi siete años.

No estoy muy seguro de lo que hizo. Cuando le preguntaba, me respondía de esa manera en que uno no acabe de entender bien, que las cosas no están completamente claras, pero algo que se queda en la cabeza. El caso es que la abuela fue tan implacable como un juez, aunque siempre me pareció que no dejó de quererlo.

Nunca más los oí discutir y, a veces, hasta se sentaban a conversar un rato en el portal. En esos momentos mi abuelo tenía la cara del más feliz del mundo. Y pensándolo bien, ella igual, aunque lo disimulaba, Lucía linda junto a él.

En eso debe estar pensando mi abuela y,supongo, que estará muy triste.

<<lα мαɢια del αмor>>[ѕpαrтor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora