Sparta

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Mañana voy a la escuela de circo. Mi amiga Caroline es novia de un estudiante de payaso. Eso me dio un poco de risa al principio. Luego me di cuenta de mi estupidez. Como su detrás del maquillaje de payaso, de la nariz colorada y los ojos de rayas no hubiera siempre un ser humano y, probablemente, un ser humano sensible y con muchos deseos de amar a los demás. Porque trabajar haciendo reír, es trabajar para que los otros sean un poco más felices o, al menos, para que olviden por un rato sus penas.

La verdad, la verdad, es que ya a mí no me hacen reír los payasos, pero hay muchas personas y, sobre todo, los niños, a quienes les gustan mucho. No sé si a Caroline le hacen gracia las payasadas de su payaso, pero dice que está muy enamorada. Él le regala flores y le escribe poemas en papelitos, que ella pega en la hoja de atrás de las libretas. Dice que para leerlos durante las clases y acordarse de él todo el tiempo. Me imagino que en estas pruebas, Caroline dibujará un payaso en cada o escribirá los poemas del novio porque es de lo único que habla y, por su puesto, también en lo único que piensa.

Se ha empeñado en que la acompañe a la prueba del payaso. Creo que es muy difícil. Tiene que hacer malabares, trucos de magia y no sé cuántas otras cosas, además de provocar alguna risa, todo sin decir una palabra.

Me gusta la idea de ir a la escuela de circo. Es un mundo tan diferente al que normalmente.

En el circo lo que más me gusta son los trapecios. Los trapecista parece que vuelan, aunque siempre temo que pase algo terrible. Por suerte, los de ahora tienen una malla abajo, como protección, pero los que se veían en las películas viejas. ¡Qué horror! Es admirable ese gusto. Supongo que esa sensación de volar debe ser maravillosa. Dice Carolina que a lo mejor salgo enamorado de la escuela de circomque quizás haya algún payaso que me guste, o un domador de leones. Eso es para fastidiarme. Según ella, lo que me hace falta es un extraterrestre azul con escamas. No sé… quizás… Esas cosas me las dicen porque cuando ve a un muchacho, en lo primero que se fija es en el cuerpo, y el comentario es que si está buenísimo o si está malisimo, y yo me siento incapaz de apreciar eso. Lo primero que miro de un muchacho son los ojos. No si son azules o negros, sino lo que hay en su mirada. "Los ojos son las ventanas del alma", eso siempre dice mi abuelita, que no es ni sabia, ni filósofa, pero que conoce a la gente de una sola mirada. "Por ahí se escapa lo que se tiene dentro", me asegura y yo creo que es cierto. "Hay quien las sabe cerrar bien, pero siempre existe un lugar cito por donde se escurre esa parte escondida de la gente y que es lo más importante". Casi nunca coincido con mi abuelita en mi forma de pensar, pero en eso sí que estoy de acuerdo.

Todas mis amigas afirmas que estoy loco, que así no me casaré nunca. Cosa que por el momento no me preocupa. Pero fijarme en qué si tiene más músculos en los brazos o menos, si es alto o bajito, antes de percatarme bien qué hay en su cabeza y en su corazón, me parece más loco todavía. Caroline salta como una avispa con mi teoría de los ojos. Me dice: "Si es un sapo verde con unos ojos maravillosos y con el alma más bondadosa del universo, tú no te enamorarías de él". Es probable que sea cierto. No estoy seguro de que podría enamorarme de un sapo verde, aunque la Bella sintió amor por la Bestia, que era horrible, pero tenía un alma hermosa. "Eso es en cuentos", me discute Caroline, "hasta ahora no te he visto fijarte en Orlandito" —un compañero del aula algo orejón y chiquitico— "y tu sabes que es más bueno que un pan". La verdad, verdad es que no me gusta Orlandito. Pero no hay que llevar las cosas al extremo. Claro que a una le tiene que gustar el físico, pero no es principal. A Caroline le encanta contradecir e y a veces hasta me confunde. Es un poco difícil saber cómo aparece el amor, cómo aparece el amor, cómo uno sabe que está enamorado. A pesar de todo, yo insisto. No es lo externo lo principal en el amor. Hablo de amor, no de gusto. Ya sé que no soy una autoridad en la materia. En un final, no sé cómo es, pero tengo una idea, y lo que no puedo entender es por qué todo el mundo le da tanta importancia al físico de los otros. Algunas personas se fijan en el tamaño del fondillo de las muchachas, cómo tienen las piernas y en las tallas de ropa que usan, pero si no saben hablar se miran al espejo durante todas las horas del día, o en lo único que piensan es en un novio o novia que los puedan invitar a lugares caros y regalarles cosas, no importa. Como si el tamaño del fondillo fuera un mérito de una. En eso no hiciste nada. Si tienes nalgas como globos del azar y si tienes una plancha, también. A mí, mis nalgas me importan un pito. Mis amigas son las que afirman 1u3 tengo un cuerpo lindo, de modelo, dicen, porque soy delgado y algo alto, pero en eso no intervine yo, así que ni siquiera puedo sentir orgullo. Claro que me alegro de que me vean bonito, pero no quisiera que se enamorara de mí por eso solamente.

Timba me dice que eso ayuda y sonríe porque sabe que me molesta. Mi abuelita afirma que hablo así porque soy bonito, que de lo contrario no estaría tan ajena de mi cuerpo.

Rius aprueba lo que pienso. Creo que el era como yo.

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Creo que no se entiende muy bien el capítulo, pero meh-

Sayonara✨~

-1028 palabras-

<<lα мαɢια del αмor>>[ѕpαrтor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora