Pequeño mentiroso

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—Me puedes explicar cuál es esta manera de interrumpir en mi vida. —le digo, mientras con pasos firmes me acerco más a él, y noto que se detiene— Te advertí muchas veces que no me buscarás, que ya todo estaba...

—¿Estaba qué? —dice mientras voltea hacia mí— No querrás decir que todo estaba—se detiene para mirar a los lados de la capilla en la que estoy seguro que no fue por error que nos metimos— ¿Resuelto?

—Eso es justo lo que iba a decir. —Le espeto— Quiero que me mires, y te des cuenta que ya no estoy para ti. —le digo, casi gritando pero deteniéndome porque sé que aquí no puedo hacerlo.

—¿A qué te refieres con eso, Tom? —me pregunta mientras se da la vuelta para dirigirse al altar de la capilla— No creo que le estés dando la espalda al hombre que ha hecho todo por ti.

—No, no lo estoy haciendo. —le digo mientras voy tras él— Creo que sabes a que me refiero, puedo ayudarte en diferentes cosas,... —voltea a mirarme sonriente— Con diferentes cosas me refiero a armar una puta casa de árbol, o a regarle las flores de su jardín.

—Me temo que para eso ya tengo a mi jardinero, y lastimosamente no estoy interesado en una casa de árbol—dice— Aunque debo admitir que esa idea le hubiera gustado a mi yo de la infancia, siempre fue un sueño imposible.

—¿Qué quieres aquí?, me refiero al día que es, la situación que es. —le digo molesto, y es que lo estoy, con la fragilidad que manejo cada detalle de mi vida, no me puedo permitir este tipo de situaciones.

—Vine a felicitarte Tom, todo lo que has logrado en este tiempo maravilloso. —dice con una mirada difícil de interpretar— Pero debo informarte Tom que nada bueno puede construirse con mentiras.

—No te atrevas a cuestionar como manejo mi vida ahora. —le grito— No puedes opinar después que me agarraste como un fenómeno y me arrojaste lejos de ti, con instintos vivos en una ciudad llena de gente donde no podía esconderme, llena de tentaciones, me abandonaste aquí, y he construido esto en base a mi esfuerzo.

—Te saque de una guarida de lobos dispuestos a despedazarte. —me dice con un tono tranquilo— ¿Qué hubiera sido del pequeño Tom con todos los guardabosques buscándolo? —se detiene como si estuviera recordando— Hubiera sido cuestión de horas.

—¿cuestión de horas para que? —le pregunto, aunque estoy seguro que una parte de mi sabe la respuesta.

—Ya lo sabes Tom, a la gente común no le agradan las personas como nosotros...—hace una pausa y suelta— O crees que esa chiquilla se quedaría a tu lado si le mostraras a Tom.

—¡Yo soy Tom! —le grito— No hables de ella, no la conoces, y no tengo la más mínima intensión de que lo hagas.

—No está enamorada de ti, Tom. —me dice mientras me agarra el hombro— ¿Tú sabes cuál es la gente más tonta? —me pregunta, pero me quedo callado.

—No lo sé, y no quiero que toques más el tema, ni nada referido a ella.

—El mundo esta lleno de gente que miente, a la gente que aman y a la gente que no, da igual, la gente siempre busca mentir— hace una pausa y me mira— Sin embargo, algunos pocos se vuelven demasiado listos como para sostener sus mentiras y otros demasiado tontos al engañarse con ellas.

Da unos pasos a mi costado para dirigirse hacia la salida, y cuando llega al lumbral de la puerta voltea y me mira.

—La gente más tonta es la que se engaña con sus propias mentiras Tom, no lo permitas. —dice mientras da la vuelta para salir de la capilla— Después de todo nunca fuiste un niño tonto. —le oigo susurrar mientras me vuelvo a envolver de oscuridad.

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⏰ Última actualización: Jul 12, 2020 ⏰

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