Hojas y tinta

134 102 4
                                    

Siguieron pasando los días y aún no podía construirme una vida coherente que pudiera ir contando por ahí sin que sonara a una vulgar mentira o generara preguntas demás que no podría responder.

Algunos viejos recuerdos me sacudieron de repente mientras estaba ahí sentado frente a una mesa con una hoja en total blanco, una pluma que no había tocado la tinta, y algunos sentimientos vagos que me hacían estremecer cada que trataba de empezar a crear una vulgar historia que resumiera mis años de edad, quizá era la sensación de estar empezando algo que no tendría vuelta atrás, estos recuerdos donde mi madre forjo mi ser, me tallo a su imagen y convirtió mi vida en lo que soy.

Por primera vez en horas hundo la pluma en la tinta, y empiezo a garabatear sin sentido en mis palabras sobre la hoja, que ahora se tiñe de tristeza reflejada en frases o tan solo palabras crudas de mi madre. Me dejo llevar por la extraña sensación de nostalgia que hace oprimir mi pecho.

Y sin siquiera darme cuenta cuanto tiempo ha pasado, la tinta se ha acabado ya. Y mi mente a punto de colapsar de repente se detiene, los recuerdos dejan de venir a mi y mi pluma se detiene. Por un momento creo ver a alguien observándome desde la ventana, pero quito esa idea rápidamente cuando noto que no es más que una rama del árbol a punto de caer que vi en la tarde. Esos recuerdos vienen rápidamente a mí, la chica de una escultural figura pero de una mente basura, aparece en mi mente y sin controlar una risa socarrona la dejo fluir.

Vuelvo mi mirada a la mesa, y a las hojas tiradas por la habitación; dándome cuenta que de hoy en adelante esas hojas teñidas por una tinta negra que no sé con certeza de donde salió o quien la dejo ahí, manchadas con mi sudor y arrugadas por los pequeños momentos de frustración en los que no podía apartar la cara de mi madre de mi mente. Pero ahora he terminado, y lo que me era imposible hace unas horas ahora empieza a tener un poco de luz. Obligo a mi mente a ponerse en blanco pero eso sí que me es imposible, antes era tan fácil como cerrar los ojos, pero ahora cuando los cierro escucho gritos que me desgarran por dentro, tan aterradores que no me atrevo a volver a abrir los ojos. Y mientras trato de tener un pensamiento claro sobre qué es exactamente lo que me pasa, escucho una suave pero ronca voz en mi mente diciendo "no me voy a ir" seguida de una sutil risa.

EN MIS MANOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora