Como cada mañana el despertador de Luisita empezó a sonar, y justo antes de que pudiera acceder a apagarlo, unos labios empezaron a besar sus mejillas tantas veces que Luisita ya sabia que ese día pasara lo que pasara, iba a tener momentos bonitos. Cogiéndola en brazos empezó a abrazarla tan fuerte que la pequeña Catalina no pudo contener la risa y parar de decirle a su hermana mayor que la estaba abrazando demasiado fuerte. Después de unos minutos de besos y abrazos, mientras Catalina iba a despertar a su hermano Ciriaco de la misma forma que había hecho con su hermana mayor, Luisita fue directa a la cocina a preparar el desayuno. Luisita aún no había encontrado vocación y aunque sus padres y su hermana María le insistían muchísimo en que debía estudiar algo relacionado con los niños, a ella eso no le hacia especial ilusión, le encantaba cuidar de sus hermanos pequeños y jugar con ellos siempre que tenia oportunidad, pero no se veía cuidando a otros niños que no fueran Catalina o Ciriaco.
-Luisita, Luisita dile a Catalina que deje de darme tantos besos que ya me he despertado-gritaba el pequeño correteando en dirección a la cocina.
-Pero si solo te estaba dando los buenos días como siempre-se quejaba Catalina apareciendo justo detrás de él.
-Chicos por favor, iros al comedor que el desayuno ya casi está, y tu enano si no quieres que te despierten a besos no te hagas el remolón cuando papá y mamá te despiertan.
Manolita y Marcelino levantaban a los pequeños antes de irse a trabajar, aunque se quedaban remoloneando un poco mas siempre, eso le hacia mas fácil a Luisita poderlos terminar de despertar en la escasa media hora de diferencia que se despertaban unos de otros. Aquella mañana Luisita tenia que ir al bar de su hermana a ayudarla con unas facturas y unos pedidos. Luisita también ayudaba en el bar familiar, pero trabajar codo a codo con su hermana María en su bar de copas le gustaba mucho mas que poner desayunos y chatos a los señores que venían mientras hablaban de futbol y cosas que ella nunca terminaba de comprender. Para ella la familia era lo mas importante y aunque se encontraba perdida en muchos aspectos de su vida, sabía que a lo que familia se refiere tenia, la mejor del mundo.
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Cuando la rubia llegó al Kings María ya le tenia preparada una taza con café y unos churros que había comprado en la plaza, a Luisita no había nada que la pusiera mas contenta que desayunar churros por la mañana y aunque ya hubiera desayunado, a unos churros nunca se podía resistir. Luisita llego agitada, desesperada por sentarse y terminar de revisar esas facturas que su hermana llevaba 3 días pidiendo que revisara, a ella se le daban mejor los números que a María pero odiaba tener que hacer cuentas, por eso siempre le daba largas a su hermana cada vez que necesitaba un favor de este tipo. Aunque cuando llegó le resulto demasiado extraño que su hermana le hubiera preparado un café y comprado churros, Luisita no dijo nada y después de desayunar por segunda vez, se dirigió al despacho para revisar las dichosas facturas.
-Oye María-dijo Luisita mientras salía del despacho hacia la barra para hablar con su hermana-¿se puede saber que era tan complicado de entender de esta factura?
-Ay Luisi, no se, la veía muy rara, me pareció ver que las botellas me las pusieron mas caras y que me cobraban de mas en varios licores de exportación-dijo María entre inquieta y nerviosa- y como eres tu siempre la que te encargas de eso, me pareció lo correcto que tu lo revisaras.
-María, llevas 3 días diciéndome que era muy importante que revisara estas facturas y no veo yo donde está la importancia chica-dijo Luisita señalando alterada los papeles.
-Perdóname Luisi caramba, pensé que me estaban cobrando de mas, tampoco es para ponerse así. Y cambiando de tema, esta noche tienes que cerrar tu, he quedado con Ignacio para cenar-dijo María completamente de carrerilla mientras huía de la barra para entrar en el despacho.
-¿Cómo?-dijo una Luisita con cara de asombro y aun sentada en el taburete de la barra-María me dijiste que no tenia que cerrar ningún día durante 2 meses por el favor que te hice de cerrar una semana entera ¿o que pasa que ya no lo recuerdas?-Luisita decía todo esto mientras llegaba al despacho donde María estaba sentada en la mesa con la cabeza agachada.
-Ya se lo que te prometí Luisi, pero es que Ignacio y yo hacemos 2 años de casados y compréndeme, ha reservado en un restaurante súper bonito y me ha prometido que va a ser una noche inolvidable-dijo María con cara de suplica-. Sabes que nunca te pido nada y solo será esta noche, te compensaré el resto de la semana.
-María, es viernes, si me vas a hacer ese chantaje no me estas convenciendo mucho.
-Bueno tienes razón, prometo llevarte churros mañana por la mañana y no tendrás que cerrar en otros 2 meses-dijo María con las manos en forma de suplica y una cara con expresión de esperanza.
-Esta bien, pero me tienes que traer churros y chocolate para mi sola, así que tienes que comprar también para los enanos porque no pienso compartir mis churros de chantaje.
-Gracias hermanita, mañana te llevaré los churros mas buenos de toda la plaza, con extra de chocolate-dijo lanzándose a abrazarla.
-Espero que no sea una noche muy movidita, porque entre que tu no vas a estar y Miguel esta siempre en las nubes..
A Luisita le gustaba trabajar con su hermana, era una chica muy activa y no podía parar quieta, María siempre decía que había nacido para trabajar detrás de la barra, que sacaba el trabajo de 3 personas adelante, pero la rubia odiaba que su hermana le dijera eso, pues ella se veía triunfando en algo diferente, en algo que la llenara completamente. Luisita llevaba un tiempo bastante distraída, sus padres no se habían dado cuenta pero a su hermana no se le pasó por alto, incluso llego a preguntarle si le pasaba algo, a lo que la rubia negó tantas veces como su hermana le hacia distintas preguntas.
Se acercaba la hora de comer y Luisita había prometido a su madre que sería ella la que recogiera a los pequeños del colegio y se dirigiría al bar para almorzar todos juntos, los viernes era tradición en la familia de los Gómez comer tortilla de patatas y un buen plato de lentejas del abuelo Pelayo en el bar familiar. La rubia se despidió de su hermana y quedaron en verse más tarde en el Asturiano para almorzar, mientras ella iba por sus hermanos María terminaba de recoger y ordenar todo para que por la noche a su hermana no le faltara nada.
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-¡Ciriaco, que no le tires de las trenzas mas!-dijo la rubia gritando mientras separaba a sus hermanos- es que luego dices que ella te hace burlas, pero tu no la dejas tranquila.
-A ver charrita que pasa aquí-intervino Pelayo con las manos en la cintura en posición seria.
-Pues que va a pasar abuelo, lo de todos los días, que estos dos enanos no dejan de pelear
-Abuelo, es que Ciriaco me ha tirado de las trenzas, y a mi no me gusta despeinarme cuando Luisi me hace trenzas porque en el cole me dice la seño que me quedan muy bien-dijo Catalina con voz de niña buena.
-Ya veo ya, aunque me da a mi que no ha sido el único que ha hecho las cosas mal ¿no?-dijo Pelayo mirando a los dos pequeños simultáneamente.
-Ay abuelo, déjelos usted por imposible y vayamos a poner la mesa -se expreso la rubia algo agitada y agotada del día de hoy que aun no había terminado y le quedaba mucho por hacer.
Mientras Luisita y Pelayo ponían la mesa para comer, Manolita saludaba a sus hijos mientras les ayudaba a que se lavaran las manos y se sentaran en la mesa poniendo un poco de serenidad para que ambos dejaran de pelearse. Marcelino seguía en la cocina dándole el ultimo toque a las lentejas y cortando las tortillas en trozos. Apartó varios trozos para Marisol y Manolin que salían del instituto mas tarde, y aunque casi siempre los esperaban, hoy los chicos dijeron que llegarían mas tarde de lo normal con lo cual pidieron a sus padres que apartaran su comida para mas tarde. Las lentejas ya estaban listas, María acababa de llegar con Ignacio y todos los demás ya se encontraban sentados en sus respectivos asientos. Marcelino sacaba los platos ayudado por Manolita y María, mientras Luisita servía algo de beber. Estando todos sentados en la mesa, Maria volvió a ver esa mirada distraída en Luisita y aunque esta vez era diferente, no pudo evitar bajar la voz y preguntarle de nuevo si le pasaba algo.
-Luisi, ¿estás bien?
-¿Qué?-dijo la rubia saliendo de su ensimismamiento.
-¿Qué si estas bien?
-Te ha dado fuerte con la preguntita eh Maria, te he dicho una infinidad de veces que si,que no me pasa nada.
- Entonces, ¿porque miras a la nada?
-Maria de verdad, no me pasa nada, y si miro algo, me estaba fijando lo triste que es comer solo, sabes que yo lo odio y estoy mirando esa mesa de ahí y me están entrando ganas de decirle a la chica que venga a comer con nosotros.
-Pues mira, otra cosa no, pero los Gómez le abrimos las puertas de casa a todo el mundo-las dos hermanas empezaron a reír a carcajadas porque sabían que si sus padres se dieran cuenta, también invitarían a la chica a unirse a la mesa.
-¿De que os reís tanto vosotras dos?-pregunto Ignacio riendo también sin saber muy bien porque.
-De nada cuñado, mi hermana, que a veces tiene unos puntos graciosillos ella.
-Vale, no hace falta que me deis mas detalles, es secreto de chicas, ¿no?
-Si cariño, de hermanas mas bien.
-Por cierto Luisita, gracias por cerrar tu esta noche, Maria me ha dicho que no te ha importado, y yo que pensé que te lo ibas a tomar mal con tanta excusa y rodeos con las facturas.
Luisita miró a su hermana con cara de pocos amigos, y mientras María le suplicaba con la mirada que no contara la conversación de como fue realmente, Luisita puso la mejor de sus sonrisas para contestarle a su cuñado de la mejor manera posible.
-Nada hombre, no hay problemas, ¿para que esta Luisita si no?
- Eres la mejor cuñada del mundo ¿lo sabes, no?
-Claro que lo sé, y tu el mejor cuñado, por eso mañana me vas a traer churritos para desayunar.
-Joder Luisita, pues lo siento mucho pero no se si tu hermana te comento que íbamos a irnos a pasar la noche a un hotel y tenemos el desayuno de mañana incluido.
-Yo voy al baño-dijo Maria intentando levantarse, pero Luisita la cogió se la mano para que no escapara.
-Tu cállate y escúchame. Que me chantajees con algo que me gusta que yo acepte y que ahora me entere que es mentira, me molesta mucho María, podrías haber sido sincera conmigo por una vez caramba.
-Hija que quieres, si no hay forma de pedirte favores últimamente, estas a la que saltas y todo te sienta mal.
- Eso es algo que te a dado por decir a ti y que estoy harta de que insinúes María. Te hago el favor de cerrar hoy pero no quiero volver a oír que me pidas un favor en mucho tiempo-la rubia se levanto de su asiento y se dirigió hacia el servicio, donde cerró el pestillo para que su hermana no pudiera entrar.
A María todo esto le dolía muchísimo, ellas eran como uña y carne, como mejor amigas e inseparables. Le afectaba demasiado que ellas siendo las mejores confidentes, estuvieran pasando por una discusión tan tonta como la de pedir un favor. Maria necesitaba saber que tenia a Luisita tan pensativa y tan distante. Todo esto le atormentaba de tal manera que estuvo a punto de decirle a Ignacio que cancelara todo para poder hablar largo y tendido con Luisita. Pero tuvo un poco de serenidad y se dirigió al servicio, donde dejó varios golpes en la puerta para que su hermana contestara.
-María déjame en paz, por favor te lo pido
-Luisi por favor abre la puerta, te pido perdón por haberte mentido, pero en serio no puedes pelearte conmigo por esta chorrada.
-No es una chorrada Maria, y no a sido porque me hayas mentido.
-¿Entonces no estas enfadada?
-Si, si lo estoy, pero no por eso.
-Entonces abre y lo hablamos como dos hermanas que se quieren y se entienden.
Luisita no podía vivir sin su hermana Maria, y aunque le molesto que le mintiera, realmente no estaba enfadada con ella por ese motivo. La rubia llevaba un tiempo dándole vueltas a la cabeza y odiaba que su hermana la conociera tan bien, por eso estaba enfadada porque no podía soportar que su hermana la conociera tan bien y le preguntara todos los días que le pasaba, cuando ni ella misma sabia explicar el motivo. Luisita se limpio las lagrimas que caían de sus ojos por el arrebato que se había pillado antes de encerrarse en el baño, porque ella era así, impulsiva pero a la vez frágil, así que cogió aire, lo expulso y abrió la puerta.
-Pasa, ¿no tenias tantas ganas de que abriera?
-Luisi, en serio, no voy a hablar en el baño.
-Pues si no es aquí no voy a hablar en ningún sitio, si no entras me vuelvo a la mesa a recoger mi plato y voy directa a casa.
-Esta bien, esta bien cabezota ya entro.
-Cariño, tienes que contarme que te tiene tan pensativa, ¿es por el concurso de relatos que me comentaste, te han seleccionado?
-No, no es eso, aún no tengo respuestas y me dijeron que podría durar meses.
-Ya sabes que es una gran oportunidad, y que te vendría muy bien para decidirte en lo que quieres hacer.
-María, dijimos que este tema no lo íbamos ha hablar delante de la familia, que no quiero que se enteren mamá y papá.
-Pues tarde o temprano lo tendrán que saber cariño, porque estoy segurísima de que vas a ganar y vas a poder aprovechar esa beca en Paris, porque eres la mejor y te lo mereces todo.
-Si estás intentando hacerme la pelota puedes dejarlo, ya hace rato que no estoy enfadada contigo.
-Ven aquí hermanita-Maria la abrazo mientras le llenaba la cara de besos
-Ya, ya, ya ,ya para, para- decía la rubia entre risas.
-Ahora en serio Luisita, tu confías en mi ¿verdad?
- Pues claro, ¿que pregunta es esa?
- Pues si confías en mi, necesito saber que esta pasando por tu cabeza, necesito saber que te pasa para darte el mejor de mis consejos o para ayudarte en el problema que sea que tengas. Sabes que conmigo no tienes que esconder nada, que siempre estoy para ti y que si estuvieras bien, la discursión de hoy no la hubiéramos tenido, es mas me pondrías mas nerviosa de lo que estoy imaginando todo lo que ha planeado Ignacio para mi y te pondrías muy contenta recordándome el día de mi boda.
Unos golpes en la puerta del baño hicieron que las dos chicas pegaran un brinco del susto.
-María, Luisita, salid ya del baño que vuestro padre esta sirviendo el postre, y es pastel de limón, luego no quiero oíros quejaros porque los niños se lo coman todo-dijo una Manolita a la que la discursión de sus hijas no se le había pasado por alto por muy lejos que estuviera sentada de ellas.
-Ya salimos mamá-dijo María
-Dile a esos dos que no toquen mi trozo de pastel-dijo Luisita con la voz bastante alzada.
-Salvada por la campana, pero que sepas que nada mas terminemos el postre vamos a mi casa.
-María, podemos dejarlo para otro día, recuerda que hoy es un día especial y creo que no seria justo para Ignacio que lo hagas esperar demasiado, que ya sabes que nosotras si empezamos a charlar no paramos.
-Tienes razón, pero prométeme que cuando vuelva vamos a hablar de esto, no puedo soportar verte así y mucho menos no saber el motivo.
-Te lo prometo-dijo Luisita con la mano al alzada para que sus palabras fueran mas creíbles.
Después de haber aclarado que quedarían para hablar en cuanto les fuera posible, las chicas se dirigieron de nuevo al salón del bar para comer el famoso pastel de limón de Marcelino que a toda la familia los volvía locos. Cuando terminaron de comer, mientras los mayores ayudaban a recoger, Manolita se subió con los pequeños a casa para que pudieran hacer los deberes y así ella descansaba un poco para volver de nuevo mas tarde al bar a relevar a Pelayo. Lo bueno que tenían los Gómez aparte de ser una familia muy unida es que se compenetraban de maravilla a la hora de trabajar en el bar. Todos echaban una mano cuando podían y hasta los mas jóvenes colaboraban cuando a sus padres les era imposible ayudar a su abuelo.
****
Eran las 20:30h y Luisita puso rumbo al King’s, al llegar la esperaba María bastante nerviosa y Miguel que no paraba de replicar a su jefa porque Luisita podía llegar mas tarde y a el lo había hecho ir a las 19:00h. Cuando la rubia bajo las escaleras para dirigirse a la barra, Miguel se quedó callado sabiendo que le iba a caer una gran bronca por recriminar a María la hora de entrada de su hermana. Pero no fue así, Luisita saludo y puso rumbo a dejar sus pertenencias en el despacho. Cuando volvió a salir su hermana le daba las instrucciones que debía de seguir si la noche se ponía muy agitada o si al contrario no fuera a ser una buena noche.
-María relájate, y deja de decirme cosas obvias, no es la primera vez que me quedo sola a cerrar, además que no se porque me da que hoy va a ser un día relajado.
-Pues Luisi, si es así ya sabes…
-QUE SIIIII- dijo la rubia interrumpiendo a su hermana alzando la voz mas de lo debido- que si no hay gente, cierro a las 1:30h como muy tarde, que me lo has repetido cinco veces ya caramba.
-Ay, lo siento, es que estoy muy nerviosa.
-María, llevas 2 años casada y 3 de novios, si en 5 años te sigues poniendo nerviosa por ver a la misma persona que ves todos los días permíteme decirte que eres un poco tonta.
-Tu no lo entiendes, no estas enamorada.
-Gracias por recordármelo, no me había dado cuenta.
La rubia había dicho esto con un tono un poco serio, cosa que a María no se le pasó por alto, pero tenia que marcharse tenia prisa y no quería hacer esperar a Ignacio mas de lo debido.
-Venga Luisi va, me voy ya ¿vale?, deséame suerte- dijo María ilusionada.
-¿En serio?, pero ¿suerte para que?-pronuncio la rubia mientras limpiaba algunos vasos
- Virgen santísima Luisa, estas imposible eh.
- Venga María que si, que mucha suerte. Ah y aunque mañana no me vayas a traer churros que sepas que voy a coger dinero de la caja para comprármelos yo.
-Haz lo que quieras-dijo María subiendo las escaleras-TE LO DESCONTARE DEL SUELDO-soltó justo antes de salir por la puerta.
-Pero bueno Luisita, ¿porque estas así con María?
-Numero uno no te importa y numero dos empiezan a venir clientes, asique a atender mesas, vamos.
-Sinceramente, no se porque me caes bien, si eres una borde-dijo el chico mientras salía de la barra para coger los pedidos.
Luisita prefirió ignorar el comentario y empezar a prepararse para servir las comendas. Ella misma se caía mal esos momentos, no sabia porque era tan borde cuando algo le rondaba la cabeza o estaba mal mentalmente. Se sentía rara, cobarde e incluso desilusionada consigo misma por hablar mal a la gente que quería. La noche se pintaba tranquila y como en muchas ocasiones durante hacia ya varias semanas, Luisita volvió a quedarse ensimismada en un punto fijo y aunque esta vez si prestaba atención a algo, Miguel tuvo que llamarle la atención varias veces para que lo escuchara.
-¡LUISITA!-grito el chico justo en la oreja de la rubia.
-¿Qué haces Miguel?, me vas a dejar sorda.
-Mujer que llevo un rato diciéndote si necesitas que te ayude en algo, que de momento no entra mas gente.
-No, no, esta la cosa bastante tranquila. La verdad que por una parte me da pena por mi hermana, pero chico, que quieres que te diga, estoy muerta en vida.
Ya eran las 00:45h y apenas quedaban 3 mesas en el local, Luisita no veía la hora de que se marcharan y a Miguel le pasaba lo mismo, ambos estaban charlando en la barra de lo triste que eran algunas noches en el bar a comparación de otros que no les daba tiempo ni de tomar un sorbo de agua. Luisita se quedo mirando a una mesa donde se encontraba una chica de pelo rizado morena y que le parecía haberla visto antes, pero no recordaba donde. Tras marcharse una de las 3 mesas, los chicos propusieron ir cada uno a una mesa para preguntar si deseaban algo mas o si de lo contrario les importaba poder ir recogiendo mientras terminaran sus copas. Miguel, decidió ir a la mesa donde se encontraban un grupo de chicas que celebraban la despedida de una compañera de trabajo. Mientras Luisita se acercaba a la mesa de la chica morena a la cual se acerco nerviosa sin saber el motivo.
-Perdona que te moleste, ¿deseas algo mas?-preguntó la rubia algo tímida.
-Eh, no, no voy a tomar nada mas, sino no voy a encontrar el camino de vuelta a casa- dijo la morena con una sonrisa en el rostro.
-Vale, pues si no tienes ningún inconveniente mi compañero y yo vamos a ir recogiendo mientras terminas tu copa.
-Claro, no es ninguna molestia, al revés debería irme ya, porque lo único que hago aquí ya es molestar-dijo la chica morena recogiendo su bolso para levantarse.
-No, no por favor no te vayas. Quizás he sido muy brusca diciendo eso, es solo que no hay mucho ambiente y queríamos marcharnos pronto a casa, pero si quieres quedarte no hay problema, nosotros estamos aquí para eso.
-Que va, si he venido a tomar algo por sentir la compañía de la gente, aunque no nadie hable conmigo.
-¿Y porque has venido sola si realmente te apetece estar acompañada?-cuando termino la pregunta se puso colorada-Perdona, perdona, no soy nadie para preguntarte esto, discúlpame de verdad.
-No tienes que disculparte, soy yo la que a empezado una conversación fuera de lo que estabas diciéndome-comentó la morena-de hecho con respuesta a tu pregunta, he venido sola porque aún no conozco a nadie de por aquí. Soy actriz y vengo desde Zaragoza a buscar una oportunidad y poder encontrar trabajo de lo que realmente me gusta y aunque se que es complicado y que necesitaré buscar otra cosa mientras, aquí estoy, nerviosa porque mañana tengo una entrevista de trabajo como camarera de pisos en un hotel de aquí cerca.
-Vaya, ¿vas a trabajar en el Hotel La Estrella?
-Bueno, voy a realizar una prueba y me harán una entrevista personal, aun no tengo nada seguro.
-Seguro que tienes suerte, pareces una chica encantadora-Luisita dijo esto y se puso completamente roja. ¿Qué hacia diciéndole a una desconocida esas cosas? ¿Qué estaría pensado la chica de ella diciendo eso?
-Vaya, gracias tu también pareces muy simpática. Por cierto me llamo Amelia, Amelia Ledesma.
-Yo soy Luisa, Luisa Gómez, bueno o Luisi o Luisita, Luisita también esta bien-la rubia se presento nerviosa, inquieta por no saber que le estaba pasando con esa chica-soy la hermana de la dueña del bar.
-Vale, y tu ¿como prefieres que te llame? Luisa, Luisi o Luisita?
Luisita de quedó unos segundos callada no sabia que contestar, cualquier nombre que había dicho le parecía música para sus oídos.
-Como prefieras, aunque casi todo el mundo me llama Luisita o Luisi, lo de Luisa solo lo utilizan para tonos mas serios-dijo la rubia sonriendo.
-Pues encantada Luisita-alargo la morena su mano.
-Lo mismo digo Amelia-estrechó su mano con la de la chica y ambas se dedicaron una sonrisa.
Luisita no podía parar de pensar, cada palabra que decía intentaba hacer memoria de donde le sonaba tanto la cara de Amelia, sabia que la había visto en algún lugar, que le era muy familiar, pero no conseguía recordar donde cuando o como la había visto.
-Bueno Luisita, me voy a marchar, tu compañero no para de hacerte señas y las chicas que había en aquella mesa de allí se acaban de marchar. Espero volver a verte pronto, me has caído muy bien, y eres la primera persona con la que he intercambiado mas de dos frases desde que llegué a Madrid.
-Claro, me encantaría volver a coincidir contigo. Yo trabajo aquí todos los días menos los lunes que el bar cierra y los jueves que es mi día de descanso.
-Estupendo, porque solo conozco este bar de copas por aquí y uno al que suelo ir a desayunar o almorzar algunos días, El Asturiano se llama, está justo en la plaza que hay aquí cerca y se come muy bien y son muy simpáticos.
Entonces lo supo, era ella, era la chica que este medio día estaba en el bar de su familia comiendo sola.‐--------------------------------------------------------------
Hola,soy nueva en esto y no se muy bien si os gustará o no la historia, la ambientaré en el año 2020 pero aun no tengo claro que rumbo voy a darle, aceptaría encantada cualquier tipo de ayuda o idea. Espero que os guste este primer capitulo
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La luna bajo tus pies
FanfictionLuisita no está en su mejor momento, pero lo que ella no espera es encontrar de casualidad todas las respuestas a sus incertidumbres.