6-Cupido

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Lo había hecho, se había atrevido a decirle a Amelia que la volviera a besar y la morena como era de esperar, no tardó en juntar sus labios con los de Luisita. El beso fue lento, de esos que te dejan los labios pegados, un beso seco, sin saliva, sin lenguas y con los ojos cerrados. Un beso tímido y a la vez atrevido, pero que duró mucho menos de lo que Amelia hubiera querido. Unos segundos después, de pronto, Luisita se separó y abrió los ojos.


-Me parece que no me voy a enamorar con un segundo beso tampoco-dijo con el corazón acelerado.


-Pues yo estaba apunto de llamar a cupido para que te tirara la primera flecha, pero te has separado muy rápido-dijo Amelia levantando una ceja e inclinando levemente la cabeza hacia un lado.


-¿Y como se supone que ibas a llamar a cupido?


-Tengo mis contactos, pero ya no podrás saberlo. O bueno, tal vez si…


-¿Tal vez si que?-pregunto Luisita curiosa.


-Tal vez si me das un abrazo, pueda llamarlo y decirle que te tire la flecha justo ahí, en el corazón que te late ahora tan deprisa- sonrió Amelia orgullosa al ver como la rubia se ponía colorada.


-Bueno, ya que he venido hasta aquí, no voy a decirte que no a un abrazo.


Luisita se moría de ganas por volver a besarla, claro que aceptaría el abrazo, y otro beso también si se lo hubiera pedido, pero algo en su interior no la dejaba actuar como realmente se sentía. La valentía de Amelia al lanzar sus preguntas y sus propuestas le encantaba, ella quería ser así también, pero le ganaba su timidez. Entonces se acercó, la abrazó con sutileza, mientras Amelia colocaba sus brazos justo en la parte mas baja de la espalda de la rubia y empezaba a subir y bajar su mano acariciando toda la espalda suavemente.


Amelia empezó a apretar un poco mas su cuerpo con el de Luisita, y despacio, como pidiendo permiso sin hablar, empezó a hundir la cabeza en su cuello. Luisita se quedó paralizada, el corazón cada vez le latía mas deprisa y de pronto soltó un sonido casi insonoro, lo que hizo a la morena sonreír en su cuello.


-¿A que no lo has notado?-dijo Amelia sin separarse del abrazo.


-¿El que?-Luisita no pudo evitarlo y por puro nerviosismo separó su cuerpo rápidamente.


-Pues cupido, que te acaba de tirar una flecha, y no te has dado ni cuenta… ¿o si?


Si existiera el poder de la invisibilidad, Luisita ya lo hubiera utilizado. No podía responder, no sabía que decir, estaba colorada y le temblaba todo el cuerpo.


-Oye, pero que yo no me he enamorado si es lo que estas insinuando-pudo decir por fin.


-Lo sé -dijo Amelia con una carcajada corta- te mentiría si dijera que yo lo estoy, pero hay algo en ti que si me enamora. Tal vez nuestro destino solo sean un par de besos Luisita, pero ¿sabes que?, yo nunca he sido cobarde en mi vida, siempre he decidido tirarme a la piscina, da igual si estaba llena o vacía, si estaba llena yo nadaba con todas mis fuerzas y si estaba vacía la llenaba poco a poco hasta conseguir nadar con la misma fuerza que cuando me la encontraba llena. Es cierto que mi vida no ha sido fácil y que he sufrido muchísimo, pero cuando creo que algo merece la pena lucho hasta el final.


Amelia se estaba abriendo a la rubia y Luisita no podía creer todo lo que estaba pasando.


-¿Sabes una cosa Luisita?


-Dime


-Yo pienso que lo que tu tienes es miedo- dijo Amelia seria.


-Yo no tengo miedo, si te refieres a que seas una chica, no eres la primera con la que me beso.


-Yo no he dicho que sea porque yo sea una chica. Lo digo porque nunca antes te habían besado sin conocerte apenas de nada y eso te da miedo. Y también te da miedo haber sentido cosas por mi tan rápido.


-Sinceramente no se de donde te sacas todas estas supersticiones, pero yo ni siento nada por ti, ni me da miedo haberte besado, ni me gustas ni nada. Me lo he tomado como un simple juego.

La luna bajo tus piesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora