De nuevo una avalancha de besos despertaba a Luisita ese domingo, Catalina parecía tener energía todos los días por igual, menos los sábados que no le daba tiempo a despertar a su hermana mayor porque salía muy temprano a trabajar con el abuelo. A comparación de todo el mundo, Luisita odiaba los domingos, para ella era el día que mas trabajaba, mientras que para la mitad del mundo era su día de descanso. Tenia que madrugar, trabajar en el bar, cuidar de sus hermanos y trabajar en el King’s. Había días que no podía levantar la cabeza de la almohada, incluso con la positividad con la que la despertaba su hermana pequeña.
-Vamos Luisi, que papá a traído churros para desayunar, que son tus favoritos-decía la pequeña mientras le llenaba la cara de besos a la rubia.
-Ya, ya voy princesa, tardo 5 minutos-dijo Luisita frotándose los ojos.
Al llegar al salón, el olor a churros despertó a Luisita por completo, como le gustaba desayunar eso y encima rodeada de su familia. Dio los buenos días a sus padres y a sus hermanos y se dispuso a desayunar.
-Oye papa, ¿el abuelo ya se ha ido al bar?-preguntó Luisita.
-Si hija, cuando tu madre y yo nos hemos despertado, ya no estaba.
-Este hombre no aprenderá nunca de que no puedo ir solo a abrir, que hay que cargar las mesas y las sillas y el ya no esta para hacer esos esfuerzos papa-dijo Luisita enfadada.
-Bueno hija, y que quieres que haga yo, ya sabes como es…
-Pues despertarme papa, si yo me responsabilizo con algo es para cumplirlo.
-Y ya lo haces hija, ya lo haces-intervino Manolita mientras le servía café a su hija.
-Si mama, pero no se de que vale, si en lo que mas ayuda necesita lo hace solo. Me termino los churros y me bajo rápido, me va a oír Don Pelayo.
-Hija, no se lo tengas en cuenta, el sabe que estas agotada y lo hace para que descanses un poco mas-dijo Marcelino justificando a su padre.
El desayuno transcurrió de lo mas ameno, mientras Manolita y Marcelino hablaban de lo que tenían que hacer en el bar mas tarde, Catalina y Ciriaco organizaban un plan con Luisita para cuando acabara su turno de la mañana. Mientras Marisol y Manolín discutían si ir al cine o quedarse estudiando.
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Luisita llegó al bar con intenciones de pedirle a su abuelo una explicación de porque había bajado solo, pero fue llegar a la puerta y su abuelo la recibía con la mejor de las sonrisas, su mandil y un zumo de naranja recién exprimido.
-Hace usted muy bien la pelota, pero que sepa que no va a volver a ocurrir. Salga a coger usted las comandas que yo me encargo de preparar los desayunos, y no quiero un no por respuesta.
-A sus ordenes mi sargento-dijo Pelayo con burla, a lo que los dos rieron a la vez.
-Parece ser que hoy es un domingo diferente ¿no abuelo?.
-Si hija, no ha venido mucha gente hasta ahora.
-Bueno pues usted relájese, que termino yo lo que falte por aquí mientras no viene nadie.
La mañana como habían intuido nieta y abuelo era muy tranquila, nada fuera de lo normal, los clientes de siempre, algún que otro esporádico, pero nada de aglomeraciones ni colas como otros domingos. Ya eran casi las 11:00h, y Marcelino y Manolita estarían al llegar, Luisita había propuesto a sus hermanos llevarlos al parque y después a tomar un refresco antes de volver a casa para comer. Ella deseaba con todas sus fuerzas que los domingos terminaran lo mas rápido posible, por eso intentaba hacer planes que a ella también le gustaran pero aun así, les parecían interminables.
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La luna bajo tus pies
FanfictionLuisita no está en su mejor momento, pero lo que ella no espera es encontrar de casualidad todas las respuestas a sus incertidumbres.