Sucesos inexplicables.

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****Versión de Seto Kaiba.


Hacía horas que el insoportable grupo de Yugi se había marchado y con ellos la extraña de cabello blanco. Mokuba estaba orgulloso de mi victoria y no paraba de parlotear sobre el duelo durante la cena, por lo que me limitaba a asentir de vez en cuando mientras mi cabeza se replanteaba mis últimos movimientos.
—Entonces lo vi, ¡Seto! ¡Tus tres dragones! —Su risa infantil invadió el salón, recostándose en la silla en una clara señal de que estaba gratamente satisfecho—. No sé cómo pero esa chica brilló cuando salió el tercero.
—Espera un momento, ¿qué acabas de decir, Mokuba? 
—Brilló, Seto, ¿acaso no la viste? —Continuó extrañado pero feliz por mi repentino interés en su ya conocida historia.
—Brilló... —repetí pensativo intentando recordarlo sin éxito. Sólo me había encandilado por la invocación habitual de mis dragones... nada más. Quizás eso explicaba lo que mi hermano menor había visto.
—Sí, su pelo se volvió más blanco y sus ojos más azules ¿o celestes?, como si hubiera sido un efecto... por un momento me asusté pero tras ver que...
No le presté más atención. Su imagen había aparecido en mi mente tal como él la describía, sus ojos azules me habían encandilado y no fue por mis dragones. Sin embargo eso no alcanzaba a explicar cómo el tercero había aparecido en el campo.
—¿Seto? ¿Cómo se llamaba? ¿Quién era? ¿Por qué la invitaste? —Sin darme cuenta lo tenía de pie a mi lado.
—Ahora no, Mokuba, ve a la cama, ya es tarde. —Estaba molesto, necesitaba una respuesta urgente y su curiosidad sólo me atrasaría.

Comenzó a reírse de una manera muy singular, "jijiji" mientras sonreía embobado. Supe lo que estaba pensando y cerré mis ojos para contenerme, soltando un pesado suspiro para hacerle saber que me disgustaba.
—Ya no soy tan chico como para no darme cuenta. —Alegó con un nuevo aire de superioridad y madurez por su reciente descubrimiento.
—¡A la cama! —Grité corriendo mi silla tras ponerme de pie, bajé la mirada hacia él y mi seriedad lo asustó. Obedeció sin chistar y desapareció por una de las puertas que comunicaban a las escaleras que lo llevarían a su habitación.
"Kisara". Maldita sea. Ahora su nombre no paraba de resonar en mi cabeza.

También abandoné el salón para dirigirme a mi propio cuarto

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También abandoné el salón para dirigirme a mi propio cuarto. Sin ganas de dormir, me senté en la cama y tomé la laptop,  tras ingresar mis numerosas claves -porque la seguridad es lo primero- comencé a investigarla. También conseguí la grabación de una de las cámaras ocultas en donde había tenido mi último duelo y para mi desgracia, no hice más que corroborar lo que Mokuba había descrito.
Veía a Kisara brillar y acto seguido aparecía mi tercer dragón sin invocación especial alguna.
Suspiré sin encontrar nada que me ayudara a responder ni a una sola de mis crecientes preguntas mentales, dejé la laptop sobre la mesa de luz y me recosté enfurecido.
Lo único que tenía presente era lo siguiente:
-Plan A) Tratar con ella y averiguar/preguntar lo que pasó... no. No podía ser tan cínico.
-Plan B) Retarla a otro duelo... podría ser, ¿por qué no? ¿Y si vuelve a pasar lo mismo? ¿Y si no sucede nada? Podría no aceptar.
-Plan C) Organizar un nuevo torneo, ¡eso! Torneo Kaiba Corp. obtendría información de los participantes cuando se inscriban. También podría volverlo más interesante con algunos requisitos o premios...
Sonreí orgulloso con tantas ideas que me beneficiarían.
Luego gruñí, no podía concebir que mi mente se entretuviera en una desconocida cualquiera. En kisara... la nueva amiga de Yugi. 
Me dormí invadido por un desprecio inexplicable hacia ambos, más que nada por Kisara que no me dejaba en paz.


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Amor OjiazulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora