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CAPITULO 2

Adara

—Si mamá si he comido bien...no...sí te lo prometo.

Rodé los ojos mientras tenía el teléfono pegado a mi oreja. Del otro lado de la mesa Emma intentaba suprimir una risa mientras bebía en su taza de café.

—De acuerdo mamá yo te llamo no te preocupes...nos vemos te quiero—. Y por fin colgué.

—¿Otra vez preocupándose demasiado por ti? —preguntó Emma mientras rellenaba su taza de café.

—Si, apenas es mi segundo semestre aquí en la ciudad y mamá sigue haciendo lo mismo. Es como la maldición de ser la hija pequeña...supongo—me quejé.

—Es gracioso—Emma sonrió y dio otro sorbo—Pero es normal, no es ninguna maldición. Mamá también hace eso conmigo, bueno ya no tanto, pero cuando llegue aquí sí que lo hacía.

Le lance una mirada de pocos amigos y decidí no protestar nada ante su reflexión o lo que sea que me quiso decir. Además, Emma siempre era la clase de chica que intentaba tranquilizarme.

Ella era dos años mayor que yo, estudiaba enfermería en la misma universidad a la que iba, pero en realidad nos conocíamos porque veníamos del mismo pueblo y cuando se enteró que había quedado no dudo en dejarme ser su roomie.

Miré el reloj y casi escupí el jugo que bebía cuando me di cuenta de que este marcaba las 11 de la mañana.

—¡Maldición es tardísimo y tengo que ir al trabajo! —exclame mientras me levantaba y tomaba mi suéter y mis zapatos.

—Adara tranquilízate—dijo Emma con su tono despreocupado—¿Te preocupas por llegar tarde a una casa donde solo sacudes el polvo que un sexy doctor puede causar?

—En primer lugar, te sorprenderías del desorden que una persona puede causar, en segunda no creo que sea sexy ¿o sí? Como sea, y en tercera ya son dos personas.

—Ay por favor, apuesto a que no es para tanto.

—Tengo que irme—anuncie tajante y con la mano en el picaporte—Nos vemos más tarde.

Cuando las calles de la ciudad me envolvieron con su peculiar clima me entraron unas tremendas ganas de ir caminando y apreciando eso, pero la verdad era que ya iba bastante tarde para mi gusto así que decidí pedir un taxi.

Mientras iba en el vehículo pensé que debí ahorrarme el dinero, ayudar al medio ambiente y caminar, pero, aunque Adam era muy comprensivo y por su puesto nunca se enojaba por mi hora de llegada me gustaba estar ahí y tener las cosas listas para él lo más temprano posible.

Por suerte ya era sábado y al día siguiente me tocaba descansar, lo único que lamentaba de todo eso era que ahora en la casa de Adam siempre estaba ese chico Evan y seguramente hoy lo vería.

Él parecía muy atractivo con su cabello café y sus ojos azules y ni hablar de ese lunar en la mejilla que la daba un toque sexi, pero había descubierto que tenía un aire sombrío y raro.

Al principio creí que era cosa mía, pero el jueves cuando fui por la tarde y estaba limpiando la cocina de repente él apareció. Ni si quiera me di cuenta, pero estaba parado ahí mirándome como si yo fuera extraterrestre.

—¿Necesitas algo? ­—pregunté con un trapo sucio en la mano, pero Evan pareció no escucharme.

Su expresión era muy neutra pero después de unos segundos pareció recobrar el conocimiento.

—Solo iba a salir a correr y quería pedirte de favor que si llega Adam le digas que no tardare—su voz cobro mayor naturalidad y después salió por la puerta.

Y luego estaba lo de ayer. Cuando entre a su cuarto para limpiarlo el salió de su baño envuelto con una toalla hasta la cintura y yo por estúpida había creído que no estaba.

—Lo siento Evan no sabía que estabas aquí—dije ruborizada—Volveré más tarde.

—No-replicó acercándose a mi—Tu haz tus cosas. Que no te afecte mi presencia.

No supe distinguir el tono de su voz cuando dijo eso, así que solo asentí, y cuando iba a dirigirme a la pequeña estantería junto a la ventana para acomodar los nuevos libros que estaban todos desordenados, Evan dejo caer su toalla y yo deje de respirar ¡Santa madre de las vírgenes!

Por fortuna yo no era tan tonta como creía a veces, y rápidamente me encamine al mueble y empecé a acomodar los libros, intente concentrarme en ellos e incluso comencé a leer los títulos.

¡Ay pero que le pasaba a este chico! Aunque tiene un trasero increíble y bueno... ¡Adara! Me regañe mentalmente hasta que la voz de Evan volvió adueñarse de la situación.

—Voy a salir a comprar unas cosas que necesito, ¿Te molesta si te pido nuevamente que le avises a Adam si llega? —de reojo intente visualizar a Evan, por fortuna ya esta vestido con unos jeans simples y una camisa negra de manga larga acompañado de unos converse.

—No—me limite a responder aun cuando limpiaba el polvo del librero.

—Gracias.

El sonido de la puerta se escucho tras de mí y tan rápido como Evan se fue un suspiro salió de mi interior.

Intenté retomar mi tarea domestica y cuando leí con mayor atención los libros nuevos, me impresiono ver títulos de psicología y uno que otro de John Katzenbach.

Sabía que Evan estudiaba psicología por la primera vez que lo vi en la universidad, pero a juzgar por los separadores ubicados en los libros, casi todos los había terminado de leer.

Presentía que Evan no solo era asquerosamente apuesto, sino también inteligente.

—Llegamos señorita—. La voz del conductor me saco de mis pensamientos. Le agradecí por haberme llevado, le pagué y salí del auto.

Estaba afuera del apartamento de Adam. Era la clase de lugar con una portón negro y paredes grandes que cubrían la verdadera imagen de tan bonito lugar.

Adam me había dado una copia de la llave de la casa así que no tuve que tocar para entrar. Cuando estuve dentro de la propiedad me animo mucho el hecho de trabajar ahí.

Tenia un buen jefe, un salario digno y la casa era bellísima, con su respectivo césped, su color blanco que la hacia ver sencilla y elegante, esos hermosos ventanales en la parte superior, su terraza, su piscina, y bueno, definitivamente era un bonito lugar.

Hasta que abrí la puerta y lo primero que vi en la sala fue un Evan sin camisa. En ese momento el lugar me pareció aún más hermoso, pero también incómodo.

—Hola Evan—saludé intentado ocultar lo nerviosa que me ponía verlo así.

—Hola Adara—y en seguida tomo la camisa que estaba a su lado, se la puso y se dirigió a su cuarto.

¿Es en serio? Un día antes prácticamente me había dejado verlo desnudo y luego eso.

Definitivamente Evan era guapo y rarito.

EL PECADO DE EVAN (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora