(Let me) Love you [Ray/Emma] {HIATUS}

Día 1: Tomándose de las manos

— ¿Puedo tomar tu mano, Ray?

Ese día estaban haciendo las compras, para la cena que Ray planeaba preparar junto a Pepe y Bárbara —porque de todos, ellos eran los que sí sabían cocinar sin quemar la cocina en el proceso—, y Pepe les había mandado a ellos dos a comprar las cosas que faltaban, mientras Bárbara cortaba y limpiaba el pollo con una rapidez y precisión monstruosa.

Claramente, no le quedó de otra más que acatar lo pedido. Aunque él no entendía por qué le asignó con Emma; aunque luego supuso que era porque era quién más conocía el lugar.

Y por ende, cuando habían terminado de comprar las uvas pasas, almendras, aceitunas, como el tomate y las papas, fue que Emma lanzó su extraño pedido. O pregunta, mejor dicho.

No puedo evitar mirarla, alzando una ceja, confundido —. ¿Por qué quieres tomar mi mano?

Emma —o con su actual nombre, Emilie—, parpadeó, sonriendo, cohibida —. Sabía que sonaba extraño — murmuró para sí, apartando un momento la mirada, rascándose la nuca con nerviosismo. Y es que, ver la mano de Ray, le trajo el vago recuerdo haberla tomado. Además de provocarle curiosidad —... Es que... Yo... Ah...

— ¿...Tú...?

— ...Quiero hacerlo — susurró, bajito, agachando la mirada, casi tímida —. Quiero tomar tu mano, porque... Recuerdo haberlo hecho.

Si algo bueno había aprendido de su tiempo viviendo en el mundo de los demonios, era haber pulido sus oídos para escuchar hasta el más mínimo ruido. Por ello, al escuchar ese casi inentendible susurro, se sorprendió para luego sonreír, melancólico.

— Así que es eso... Emma... Eh, quiero decir, Emilie — la llamó, haciendo que ella alce la mirada, curiosa. Y sorprenderse cuando Ray le extendió su mano, para que la tomase.

Aquello la hizo sonreír con ánimos renovados, y tomarla. Sintiendo una inexplicable felicidad al hacerlo.

Y que también, le dejaba una calidez en el pecho. Viéndose incrementadas sus ganas de sonreír por este hecho.

¿Pero por qué? Ella todavía no lo sabía.

-Traumada Taisho

No se llama Emilie pero a mí eso, me viene valiendo verga—

También, déjenme odiarme por publicar otra historia.