Día 4: En una cita

379 53 12
                                    

Sólo es una cita de amigos.

Sólo somos dos amigos compartiendo momentos a solas sin nadie más.

Sólo eso.

Únicamente Emilie y yo somos amigos, nada más.

Sí, amigos. Y eso está bien, muy bien.

Aunque... ¿Cómo carajos pasó esto y yo por qué accedí?

Todo eso y más pensaba —y cuestionaba— Ray, quién iba unos pasos detrás de Emilie (Emma). La cual, miraba emocionada las tiendas de la plaza que Gillian les contó que descubrió un día donde iba de camino a su trabajo de medio tiempo; Emilie, entusiasmada, le había pedido ir.

Y aunque él trató de negarse o tratar de convencerla de invitar a Norman, ella lo miró con el ceño fruncido y la molestia irradiando en sus orbes esmeraldas. Diciendo que ella quería ir con él, sólo con él.

Por mucho que se negó, ella siguió insistiendo. Y ya novena vez, él suspiró profundamente y con mirada y tono resignado, accedió; Emilie tuvo el descaro de celebrar su victoria, yendo con Gilda para contarle de ello.

Obviamente le pidió disculpas a Norman, diciéndole que su intención nunca fue salir con Emma, y que ella insistió bastante. Su amigo le sonrió, restándole importancia al asunto, diciendo que ella siempre había sido así y que, aquello sólo era una salida de amigos.

Y, que disfrutara el tiempo de calidad con Emma.

Ray suspiró, al recordar ese fatídico día. Norman no parecía tomarse muy en serio las actitudes y acciones de Emilie tenía con él; aparte de que, Norman insistía en seguir llamándola Emma, y no Emilie, cuando ella había dejado en claro que Emilie, era su nombre.

Ya no sé qué hacer, Yuugo, mamá, Susan...

— Aquí — la sensación gélida de algo chocando contra sus labios le sacó de sus pensamientos. Parpadeando, para percatarse de la mirada risueña de Emma, y el helado de zarzamora que le pegaba a los labios. El cual terminó por tomar —. Has estado perdido en tus pensamientos desde que empezó nuestra cita, Ray. ¿Estás bien?

No, nada lo está — pensó por un momento, aunque al final optó por comer un poco del helado antes de responder —. No es nada. Sólo pensaba en lo bonita que es la plaza.

Emilie sonrió, asintiendo de acuerdo —. Sí, sobre todo esa fuente — señaló —. Dicen que si lanzas una moneda ahí y pides un deseo, se hará realidad.

— Hmph, ¿En serio crees en eso?

— ¡Por supuesto! — bufó, fingiendo ofenderse, para luego sonreír, orgullosa de sí misma —. Porque yo pedí un deseo hace poco — comió de su helado.

Ray arqueó una ceja, mirándola —. ¿Qué deseaste?

— Si te lo digo no se hará realidad — respondió con seguridad, comiendo su helado de chocolate.

— ¿Eh~? Pues si ese es el caso — sacó una moneda de su bolsillo, sonriéndoles con travesura. Notándose sus colmillos —, yo también pediré un deseo.

Emilie abrió los ojos, asombrada. Viendo como el pelinegro se dirigía a la fuente y tiraba la moneda, cerrando los ojos un segundo, para después abrirlos. Para cuándo volvió, Emilie lo abordó —. ¡Ray, qué deseaste?

Él sonrió —. Si te lo digo, no sé hará realidad.

— ¡Jo, no es justo!

— Claro que sí, tonta. Tú misma me lo dijiste.

— ¡Ray!

Ray deseó que todos los días fuesen buenos, y que las cosas marcharan bien. En cambio Emilie, deseó nunca separarse de Ray.

(Y que también, correspondiera sus sentimientos, algún día).

-Traumada Taisho

(Let me) Love you  [Ray/Emma] {HIATUS}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora