Capítulo 1 - Un secreto vergonzoso.

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Aquella tarde después de clases, se la había pasado merodeando por los pasillos del colegio. No había necesidad de volver a su dormitorio tan pronto, ¿Para qué? Después de todo, lo único que haría si no era repasar, sería jugar con su Tamagotchi o bien, pasársela alegando de algunas imprudencias por parte de Sebek.

De cualquier modo, en esos momentos, su mente se encontraba algo ida. Se sentía creativo y sin tener con quién compartir dicha creatividad, se sentía antojadizo, y no tenía con quién complacer dichos antojos, se sentía abrumado por un sinfín de sensaciones ¿De eso era de lo que le hablaba Lilia? ¿De ir al colegio para aprender y experimentar más cosas que no podría allá en el Valle de las Espinas?

Caminaba en su mundo, tratando de calmar esa necesidad. No era muy bueno con la tecnología, ¿Lo sería con las manualidades? Quizá podría conseguir algunas cosas y de no poder, podría encargárselas a los gemelos Leech, era bien sabido que eran algo así como “traficantes” por un buen precio. Pero de conseguir lo que quería, ¿Qué haría? Poner a prueba sus habilidades sin magia, obviamente.

Suspiró cansado, dejando de andar, alejando la mano que había llevado a su mentón de manera inconsciente al estar caminando, fue así que, al azar la vista se dio cuenta que quizá estaba perdido… De nuevo.

— ¿Sebek? ¿Lilia? ¿Silver? —Buscó a sus compañeros de dormitorio, con quienes habitualmente pasaba más tiempo, claro, cuando éstos no le traicionaba y sí asistían a eventos o ceremonias. Chasqueo la lengua, molesto, disgustado por recordar eso y giró sobre sus talones, buscaría el camino de regreso por su cuenta.

Parecía que nuevamente se había quedado tan absorto en sus pensamientos, que terminó por perder el rumbo… Una vez más, como casi siempre, y aun así ¡¿Cómo es que siempre encontraba un lugar nuevo o no memorizaba el camino?! Claro, esto tenía una sencillísima respuesta, porque no ponía atención al ensimismarse de ese modo, y su cuerpo parecía ir bajo el instinto, caminando, esquivando, doblando, caminando.

¿Quién necesitaba ir a esas cosas? Lilia le decía constantemente que no se molestara, que su predecesora, supo siempre mantener la calma ante esas situaciones. Mantener siempre la calma y la postura… ¡¿Por qué no le invitaban?!

Pasó de largo en unos pasillos más, perdiéndose una vez más en sus pensamientos, aunque, un sutil, peculiar y nuevo sonido llegó a sus oídos, este era ajeno, y sería la primera vez que lo escuchaba, al menos con esa voz… ¿Se trataba de un sollozo? Curioso, regresó en sus pasos, notando que, por otro pasillo se encontraba la cuidada y quizá femenina silueta de un rubio que yacía dando la espalda.

Conocía esos cabellos rubios, tan limpios con esa tonalidad violeta al final, no era otro que el predecesor de la más bella reina, Vil Schoenheit. Era curioso, decidió acercarse pensando que quizá había escuchado mal, de todas formas solo le vería de reojo y pasaría de largo, pues, ¿Cómo negar que no le picaba la curiosidad al pensar que el rubio lloraba?

Y no se equivocaba, el joven de cabellos rubios y ojos purpuras, se encontraba sollozando, limpiándose la nariz con un pañuelo para después secar sus lágrimas con cuidado. Al ser tan pálido, tenía las mejillas, nariz muy enrojecidas, los párpados de los ojos incluso, y éstos mismos delataban su pesar, así como su expresión y silueta delataron un pequeño sobresalto al ver pasar a Malleus de largo, ¿Le había visto llorar? Ah, lamentó haberse preguntado eso, pues, al querer tomar su camino, notó como el azabache se detuvo, girándose poco después.

— Si estás llorando… —Comentó sin cuidado, como si se hablaran de toda la vida, sin siquiera disimular que se había acercado por esa curiosidad de verle llorar, cosa que hizo Vil frunciera el ceño, ¿Qué le importaba eso a Malleus para empezar?

My Sleeping BeautyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora