Capítulo 3 - Mordidas peligrosas.

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Dejar a Vil en su dormitorio había sido un poco difícil, mas al buscar que ningún otro compañero de éste le viese por ahí levitar durmiendo, ¡No! Tuvo que buscar y esperar un buen rato, muy sigiloso, la oportunidad de dejarlo en alguna cama, le despertaría cuando estuviese lo suficientemente lejos, pues inclusive le arropó con su magia a la distancia, cuidándose la espalda y costados de cualquier mirón.

Cuando por fin dejó al rubio sobre la cama, decidió remover su magia, permitiendo que éste despertara un tanto desorientado, pero no podía quedarse a ver la reacción de éste, debía volver pronto a su dormitorio, a Diasomnia, ya era demasiado tarde, entrada la media noche, y huyendo del dormitorio de Pomefiore, se topó con Rook a quién esquivó con prisas, pero éste le vio partir algo extrañado... ¿Qué hacía Malleus rondando por Pomefiore? Suponía que después podía comentarlo a Vil, después de todo, no era algo usual, el sujeto en sí ya era extraño y aunque era bien sabido solía andar por ahí perdido, ¿Estar en Pomefiore? Eso era demasiado a su parecer.

Pero, aquello eran cosas que no preocupaban a Malleus, yendo con él a prisas iba aquella cajita levitando con su magia aun tras haber cruzado el portal a su dormitorio. Corrió por los pasillos, buscando su habitación, sacándose los tenis y buscando colocarse la pijama.

— ¿En serio estás volviendo a ésta hora? —Bostezó Lilia quien había estado esperándole en el sofá de esa habitación. — Antes de ponerte la pijama, dúchate, no sé dónde has estado o que hiciste y debes ir a la cama limpio.

El azabache suspiró, ya no era un niño ¿Cuándo entendería eso Lilia? Aun así cedió, dejando su ropa sucia en el cesto para tomar una tolla y su pijama, dejando aquella cajita al lado de su cama con mucho cuidado, aquello sin dudas llamó la atención de Lilia, ¡Era demasiado inusual! Todos esos años estudiando ahí, era la primera vez que veía a Malleus volver con un obsequio.

Al ver que Malleus entró a la ducha, curioso se acercó a esa cajita. Se veía muy bien adornada, ¿Sería que su pequeño Malleus había escapado al colegio de chicas? Eso era lindo, ¡Y también debía reprenderlo de ser así! Para él, Malleus aún era un ser muy inexperto, ¡Debía prevenirle de lo que implicaba el enamorarse! Muy paciente esperó a que su pequeñuelo draconiano saliera del baño, estando él sentado sobre la cama de éste.

— Así que... Un obsequio, ¿Eh? Es muy inusual —Comentó el joven de cabellos coloridos y ojos carmín, observando como el azabache yacía saliendo del baño con el pelo empapado, colocándose de ese modo la ropa.

Malleus dejó de abotonar la camisa de su pijama para ver al mayor sentado en su cama, ¿Debería decirle que era un obsequio de Vil? Sin dudas no le creería, así que guardó silencio, encaminándose a la cama mientras secaba los mechones más largos de su cabello.

— Es mío —Respondió muy suavemente, sin dejar de secarse el pelo, pero Lilia no paraba de sonreír como si lo supiera todo. Le miró algo receloso, ¿Ahora qué se traía?

— Estás creciendo, eh, ¿Comienzas a sentirte atraído a probar el amor, Malleus? —Preguntó Lilia, como si le dijera con esa sonrisa que él podía aconsejarle de todo lo que quisiera con sus años de vida y toda esa... Esa posible experiencia. Pero, como un crío, Malleus arrugó la nariz mirándole con rareza para después reír un poco extrañado.

— ¿De qué estás hablando? ¿Cómo se supone funcionaría eso, eh? No me mencionaste eso cuando venimos aquí. —Se quejó el joven, dejándose el cabello algo revuelto entre los cuernos, sí, para Lilia éste aún era un pollito.

— Bueno, está entre las cosas que puedes aprender o experimentar, ¿Hay algo de lo que quieras hablar? ¿Es linda? No seas rudo, ni muy celoso, Malle, mi querido Malle, aunque algu-

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