07.- Tatuador y personalizadora de tatuajes.

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07.- Tatuador y personalizadora de tatuajes.

Las hojas blancas a su lado la tenían estresada.

Cada diseño que le pedían era más complicado... y ridículo.

-¡¿EN SERIO?!- gritó frustrada.- ¡¡ES EL QUINTO IDIOTA EN ESTA SEMANA QUE PEDÍA TATUARSE EL NOMBRE DE UNA CHICA!!

No le molestaba eso, claro que podía hacer el diseño, el problema era que regularmente volvían pidiendo un par de taches, tapas, curitas para cubrir la estupidez.

Ah, pero no más idiotas que aquellos que pedían tatuajes sobre un equipo competidor de una justa deportiva aclarándolo como campeón.

Y perdían.

-Sin embargo, es nuestro trabajo- dijo Kurama detrás de ella.

El rubio ojos azules con marcas en sus mejillas, con un sello de los cinco elementos tatuado en el abdomen, dueño del local donde ella trabajaba.

-Lo sé... aun así...

-Además, tú me confesaste que te quedabas con lo que te pagaban por tachar los nombres- dijo Naruto con burla.- Sólo gastas el mínimo de tinta, y cobras lo de un tatuaje pequeño.

La chica quedó pasmada, debía cuidar más lo que bebía en compañía de su jefe.

-Ellos son los idiotas, la regla dicta que nunca celebres antes de tiempo, ya sea en una competencia, o en el amor, así que puedo decir "te entiendo"

-Cállate, señor "tengo la séptima estrella de "Embers de Konoha" tachada en mi hombro.

El rubio gruñó con incomodidad, pues era cierto, en su hombro derecho estaba tachada la estrella número 7 del que era conocido como "El Eterno Subcampeón", equipo del cuál era aficionado.

-Sólo siento que mi creatividad está siendo subestimada y me duele tachar cada nombre de diseños que hice...

-Bueno... supongo que tienes razón- dijo el rubio mientras iba a atender a su cliente.

Hinata quedó en el estudio de diseño, elaborando los dibujos de sus clientes.

Así, por el transcurso de dos horas, cuando el rubio entró por la puerta.

-¿El último?- preguntó curiosa.

-Sí, el último.

Hinata pensaba en el tiempo compartido con él, los viajes, los congresos, cuando él fue quien le pagó la escuela para terminar...

Sin lugar a dudas, un hombre de bien, detrás de todas esas marcas en su cuerpo.

Pero quien era ella para decir si estaba mal o bien ponerse un tatuaje, si la persona era consciente de hacerlo, estaba bien.

Al pensar en ello, no pudo evitar sentir pena por aquellos chicos que se habían tatuado los nombres de sus parejas y fueron abandonados, y sólo lo pusieron una vez.

Hubo otros más avispados, que buscaban nombres de chicas que fuesen los mismos...

Hasta ella había recibido declaraciones de chicos.

Claro lo tenía ella, era bonita, cabello negro y largo, unos hermosos ojos perlas y piel blanca y tersa.

En su mente, sólo había alguien que podría ocupar el lugar que ella podría llamar "la persona de la que me enamoré".

Sólo le faltaba ser un poco más divertido, no idiota, como poner la séptima estrella de su equipo favorito.

Aunque sabía que su jefe era algo excéntrico, le tenía cierto afecto, y era, de hecho, aquella persona en la que el no podía evitar cuando alguien le preguntaba sobre los pretendientes.

Detalles grandes, como los viajes ya mencionados, y detallitos regulares, como Donas rellenas de manjar, pastelitos de crema, Rollos de Canela (su vicio, su perdición), además de la leche caliente, ella tenía prohibidísimo tomar café por ciertas cuestiones energéticas, e invitarle las comidas, nada de mariscos por su alergia.

Aunque, era posible que lo hiciera solo por ser amable y atento.

Pues claro, desde que lo conoció así había sido, y muchas asistentes o diseñadoras le habían dado buenas referencias de él, cuando trabajaban bajo su tutela antes de abrir sus propios locales.

Aunque aún quedaba la pregunta que ella quería tanto hacer.

-Oiga jefe...

-Sí, dime Hinata.

-¿A usted le gusta alguien?

El rubio suspiró, mientras tomaba una postura pensante.

-¿A qué se debe tu pregunta?

-Pues, es que amigas me han contado sobre su buen trato y amabilidad, gracias a ellas es que estoy aquí, pero...

-Pero sientes que hago lo mismo con todas, ¿Verdad?- dijo el rubio mientras sacaba un par de cervezas del frigobar.

-¿Vamos a hablar?- dijo Hinata.

-Somos un poco más abiertos cuando...

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-Y entonces... HIP... el hijo de ... HIP... sacó un arma...

-Hip... me imagino que... HIP... lo derrumbó.

Mejillas sonrojadas, un poco mareada, con un poco de sueño, así se sentía Hinata después de la tercera cerveza irlandesa que tenía el rubio en su frigobar, con un índice de alcohol tan alto que...

Con sólo dos cervezas, el más asiduo bebedor estaría delirando.

Naruto se calmó, mientras recordaba la pregunta anterior.

-Sí, me gusta alguien... HIP... nata.

La chica se derrumbó en ese instante...

"Tonta"

Era claro que a él le gustaría alguien, era atractivo, servicial, atento, amable por naturaleza.

-Pero no quiero arruinarlo, no sé qué pasaría si...

-¡¡¡PUES TOMA EL... HIP VALOR, IDIOTA!!!

El rubio se sobresaltó al ver a su asistente gritar como pocas veces la había oído.

-¡¡¡TOMA EL VALOR!!!... HIP... ¡¡¡Y DÍSELO!!! ¡¡¡SI NO LO HACES AHORA... HIP... ALGUIEN MÁS IRÁ Y SE LO DIRÁ!!!

-Cierto, tienes razón, HIP...nata... Sólo quiero pedirte un favor...

-¿El qué cosa?

-La verdad es que... HIP... me tatué su nombre... HIP... pensando en conseguir puntos con el cielo con el fin de... HIP... tenerla a mi lado... HIP... pero creo que es una estupidez, así que, por favor... HIP... Tacha su nombre.

-Bien, lo haré ahora, sólo que... HIP... estoy muy ebria... HIP... como usted comprenderá.

El rubio se calmó, mientras la chica iba torpemente con las herramientas.

Al volver Hinata, lo encontró, puesto sobre la mesa, con los pantalones abajo, y tinta en la parte de su espalda baja, con un SI y un NO tatuados en cada gluteo.

-No... HIP... pensé bien cuando hice esto... HIP... pero quiero que... HIP... contestes hoy... HIPnata...

La chica se dejó caer, con la aguja en mano... mientras a su mente volvían los recuerdos de aquel rubio simpático que le había dado trabajo durante su vida escolar.

Así que se dirigió al glúteo izquierdo, mientras sostenía la aguja en sus manos...

De sobra es decir que el taller cerró por una semana dado que el tatuador tuvo que borrarse el chiste con láser, y la asistente no quiso ir en esa semana...

Mes NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora