Día 1.- Spa/Masajista

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Spa/Masajista

POV HINATA

No me imaginaba que, por mi excelente rendimiento en la oficina de la empresa de papá, me regalarían un viaje al Spa más exclusivo de la zona.

De que me lo merecía, me lo merecía, de eso no hay discusión. Pero era un tema que estaba postergando mucho, que si había una reunión ese día, que si tenía más trabajo que de costumbre, que me iría de viaje a la ramal de Singapur, etcétera, etcétera, etcétera.

Pero hoy, por fin, iría al prestigioso spa "Myobokuzan", para relajarme y, por fin, descansar.

Llegué en mi auto, tras un par de horas de viaje, y mostré mi identificación, segura de que habían hecho la reservación desde la empresa a mi nombre.

Me dejaron pasar, mientras me decían que la empresa había solicitado el servicio VIP, por lo que sería atendida mucho antes que las mujeres que estaban formadas.

-Pase aquí, señorita Hyuga- dijo la amable recepcionista.

-Oh, muchas gracias- contesté con cortesía.

Estuve en Atención al cliente por un año, para conocer la parte superficial de la empresa, por lo que supe lo difícil que sería para ella si me pusiera en un plan muy pesado.

Tomé un "Cosmopolitan", para estar al tanto de las últimas tendencias de la moda, mientras esperaba en la sala.

Tras veinte minutos de espera, escuché una puerta abrirse.

-Hinata Hyuga- dijo una voz varonil desde la puerta.

-Aquí- dije levantándome con prisa, dejando la revista en el estante.

-Pase por aquí, señorita Hyuga.

Las nubes de vapor no me dejaron revisar quien era el masajista que iba a atenderme.

Había escuchado rumores sobre el fundador de Myobokuzan, un pervertido de primera que había recibido varias demandas, no supe qué había pasado con él, porque el lugar estaba en funcionamiento.

-En la puerta a la izquierda están nuestros vestidores, ahí puede quitarse la ropa, y colocarse el kit de ropa para su servicio.

Por fin pude verlo, ojos azules, cabello rubio, su piel con un ligero bronceado, y su abdomen marcado, además de los brazos tan fornidos.

Esos ojos, ese cabello, esa figura... ¡Oh, dios mío, es peor de lo que imaginé, es guapísimo!

-Muchas gracias, señor...

-Oh, no me digas señor, aún no me he casado, me llamo Naruto.

Me sonrió, esa sonrisa fue lo que me dejó prendada en su persona, era una sonrisa honesta y sincera.

Además de esa gran figura, si esas manos iban a consentir mi cuerpo... ¡Dios mío!, podría desmayarme ahí mismo.

-Señorita Hyuga, ¿ocurre algo?

Esa voz me sacó de mis fantasías.

-Oh, no, disculpa, suelo ver a la nada por un tiempo, iré a cambiarme, regreso en unos minutos.

-La estaré esperando, señorita Hyuga.

Me dirigí al vestidor, donde estaba un kit de ropa desechable para el spa, un par de pantuflas cerradas, una especie de tanga de tela no tejida y las toallas para colocarme tanto en las piernas como en la parte superior de mi cuerpo.

Me quité la ropa, guardándola en los cajones de madera, quedando completamente desnuda, y empecé colocándome la tanga elástica, y la toalla alrededor de mi cintura. Cubrí mis pechos con la toalla grande y, finalmente, me coloqué las pantuflas.

Mes NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora