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Con miedo, Ally agarró lo primero que vió y tuvo a su alcance. Un trapeador.

Lo sostuvo como si fuera su vida misma, con miedo y demás.

- Respira. - susurró para sí misma. Respiró hondo. - Exhala. - volvió a susurrar y exhaló profundamente. Se sintió más aliviada, pero aún con un poco de adrenalina.

Ella no debería estar en esa casa, lo cuál si sus tías se enteraban su estadía sería aún peor.

Escuchó que esa (posiblemente la misma) persona subía las escaleras. Se acercó a bajo su cama y se autofelicitó por ser tan inteligente y, haberles dicho a sus padres que la hicieran más alta de lo habitual.

También se alegró de que el trapeador no sea tan grande como para no caber.

Respiró hondo y exhaló unas veintitrés veces.

Cuando segundos después, vió y escuchó, que los pasos entraban en la habitación.

Eran botas de color negro con líneas blancas, al verlas se extrañó porque las reconocía de algún lugar... Pero no sabía o no se acordaba de dónde. Parecían demasiado abrigadas.

- Dile que se vaya. Es tu casa y no tiene ningún derecho a estar aquí. - habló.

- Cállate. - dijo Ally en un hilo de voz inaudible.

- Haré lo que tú quieras, cuando tú hagas lo que yo quiera. - dijo y se fue otra vez.

Ally negó enojada. Pero sonrió tranquila al ver que las botas salían de la habitación y la puerta, se cerraba.

Suspiró aliviada. Esperó cinco minutos por si volvía a aparecer, siempre en las películas y esas cosas pasaba que salían demasiado rápido.

- Estúpidos. - murmuró al salir debajo de su cama limpiando la tierra que ahora tenía su campera.

Miró toda la habitación y satisfecha, agarró la foto, la guardó en un bolsillo y se dedicó a salir con máximo cuidado de allí, por la ventana.

Al caer, fue arriba de un colchón tapado por las flores, también se felicitó por la inteligencia utilizada al poner ese colchón allí.

Se paró y salió corriendo hasta la secundaria... No debía dejar rastros de nada.

Al llegar a la puerta sonrió al ver que seguía abierta, entró y se acomodó el cabello.

- Señorita... - la llamó un hombre.

- Señorita Allyson. - completó ella y sonrió.

- Ah, la de primer año y primer división. - dijo ese hombre.

- A mí tía, le habían dicho segunda división. - dijo con intriga.

- Bueno no, se ha cambiado de idea. - dijo y la arrastró hasta su nuevo salón. - Entre, y por favor, no moleste a los demás.

Se fué dejándola sola.

- Bienvenida, querida. - dijo el profesor. - Siéntate al lado de quien tú quieras. - sonrió y Allyson asintió.

Miró a los últimos y se decidió sentar en una mesa al lado de la ventana.

El profesor sonrió amable.

- Bien, como ya están todos... - lo interrumpieron.

- ¡Faltamos nosotros! - dijeron un chico y una chica.

El profesor miró la puerta y asintió.

- Bien, ambos entren y vayan con... - miró a Allyson.

- Allyson. - dijo y el profesor asintió levemente.

No confíes en nadie... Ni en ti misma. [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora