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Allyson empezó a caminar en dirección a lo que era su antigua casa. La casa dónde prefería refugiarse por el resto de su vida.

Empezó a pensar en algo que no la hiciera enojar. O por lo menos algo que no sea tan desagradable, como por ejemplo, los cuerpos muertos de tu madre y padre.

— No puedes contar con nadie más que conmigo, Ally. — dijo con suavidad. — Cualquiera puede lastimarte mucho, querida. Podrías salir muy lastimada de esto que llamamos cariño. — dijo con preocupación.

— ¿Y cómo sé que puedo confiar en vos? — preguntó Allyson con frustración.

— Por que soy lo único que tienes, y sobretodo... Solo tú y yo sabemos que pasó aquel día, bueno, a parte de tus padres ahora muertos. — susurró con malicia.

— Déjame en paz. — dijo y corrió a la puerta de aquella casa.

Al llegar, la abrió y entró en ella cerrando la puerta tras de sí. Al entrar, volvió a sentir el frío calmarle la piel.

“¿Qué acaso no hay estufas o algo para calentar la casa?”

Fue hasta la cocina, ahí estaba todo limpio como la anteúltima vez que había ido.

— ¿Habrá algo para comer? — susurró mientras buscaba con su mirada.

Buscó un poco más y terminó encontrando un paquete de galletitas con miel.

Sonrió y empezó a abrirlas cuando escuchó el ruido de una puerta abrirse.

Miró para la misma y se encontró mirada con mirada, a su padrino.

— Tenías que llegar... — susurró con enojo.

— ¡Sabía que venías aún a ésta casa, niña! — dijo con una sonrisa. — El otro día, lo supe porque dejaste esto en tu habitación. — dijo levantando una nota. Enseguida supo que su tía le había hecho esa nota, por lo cuál al saltar se le habrá caído.

— Eres un buen detective, Marco. — dijo Allyson y siguió comiendo galletitas.

— Explícame porqué no viniste antes a visitar a tu adorable padrino... ¡Quiero verte, eres mi ahijada favorita! — dijo con alegría.

— Soy tu única ahijada... — dijo mirándolo fijamente.

— Si, exacto. — asintió.

— Igual, mis tías no me dejarían. Yo tampoco es que quiera, que digamos. — dijo mientras comía más galletitas.

— Sin embargo, vienes a ver la casa casi todos los días. — dijo su padrino.

— Eso es porque acá tengo recuerdos de mi misma, de mis padres. No porque quiera verte. — dijo con enojo.

— Se lo que se siente perder a una madre, no a un padre, pero si a una madre. — dijo. — Entiendo que trates todo el tiempo de buscar algo a lo que aferrarte, pero, Ally... ¿Si sabes que esas galletas son de perro, no? — preguntó.

— ¿Qué? — dijo y miró el paquete. — Ah, pero están ricas... Me las comeré igualmente. — dijo.

— Si tú lo dices... — dijo Marco y se sentó a su lado. — ¿Y? — preguntó. — ¿Tienes algún amigo u amiga? ¿Alguna persona que te caiga mal? — preguntó.

— Si, mi profesora de Lenguaje es insoportable. — dijo con una sonrisa. — Tengo solo tres amigos. Nada más. — dijo.

— ¿Y tus tías? — preguntó. — ¿Cómo está... Lía? — preguntó ruborizado.

— Bien, disfrutando de su pareja supongo. — dijo Allyson.

— Si, claro, si... Su... Su... Espera, ¿dijiste 'pareja'? — preguntó abruptamente.

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⏰ Última actualización: Aug 18, 2020 ⏰

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No confíes en nadie... Ni en ti misma. [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora