La Cita

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Ya es domingo, el día tan esperado de la dichosa cita había llegado y de cierta manera me sentía ansiosa porque no sabía que rayos sería lo que sucedería hoy.

Después del día de compras salvajes que tuve ayer con Brenda no había pasado nada interesante, en dos ocasiones cuando vagabamos por los pasillos de la fraternidad nos habíamos encontrado con Elizabeth y como era de esperarse siempre nos fulminaba con su mirada.

Ya casi eran las siete de la noche y yo como de costumbre aún no estaba lista. Brenda me estaba ayudando a peinar y habia optado por hacerle unos rizos a mi cabello, de todas maneras no era que tenía muchas opciones, ella era la que había armadonpor completo mi look y se esforzó tanto haciéndolo que no fui capaz de decirle que no a nada.

Después de haber terminado de manipular mi cabello, me levanto para ir al baño y me coloco el vestido, miro indecisa mis pies que aún siguen descalzos, sin estar segura de llevar puestas las zapatillas de tacón que Brenda me ha prestado u otro tipo de calzado.

No quiero verme tan arreglada para salir con Leiner, no quiero que el piense que para mo es importante verme bien para el. Así que opto por calzar mis pies con mis cómodas zapatillas Converse y como son de color negro lucen grandiosas con todo.

—¡Por la puta madre que te parió! —exclama mi amiga mientras me mira con horror—. Lluvia, estás arruinando tu estilo con esas horribles zapatillas —dice con mala cara al verme salir del baño.

—No seas exagerada —le paso por un lado y me planto frente al espejo—. Para mi no se ve nada mal —contesto mientras contemplo satisfecha mi reflejo.

—Quiero que tengas esto muy en cuenta —se acerca a mi y rodea mi cuerpo desde la parte de atras, para después apoyar su barbilla en mi hombro—. Recuerda que no todos los días se sale con él chico que más le pesa el culo en esta universidad —aclara para que entienda su punto, pero a mi me importa un pepino si el chico es importante o no.

Podría llegar a ser el hijo del mismísimo presidente y de todos modos seguiría pensando lo mismo de él. Si quisiera podría dejar plantado a don importante, pero soy una mujer de palabra y sé cuando debo cumplirla.

—¿Quién rayos te entiende? —inquiero mientras miro a mi amiga por encima del hombro—. Si mal no recuerdo, fuiste tu misma la que me dijo que no le diera tanta importancia a esta cita —le recuerdo y ella hace mala cara—. Así que de cierta manera te estoy haciendo caso al colocarme estos zapatos —agrego guiñando uno de mis ojos.

—Sé lo que dije, no estoy loca ni sufro de amnesia —replica—, pero no por eso tienes que destruir el look que tanto demoré en crear hoy para ti —termina de decir ella haciendo pucheros.

Yo solo al notar su reacción infantil coloco los ojos en blanco, el sonido del claxon de un auto hace que mi amiga me suelte y se dirija a la ventana para ver de quién se trata.

—Ya ha llegado —me informa Brenda mientras da pequeños brinquitos y por más que lo niegue no puedo evitar también sentirme un poco emocionada.

A que chica en su sano juicio, no le gusta que uno de los chicos más guapos que ha visto en toda la universidad la venga a recoger en su auto.

Ambas nos miramos y soltamos chillidos de emoción al escuchar nuevamente el claxon del auto que acababan de aparcar a las afueras de la fraternidad, y ni yo misma me reconozco.

—No vayas a follar en la primera cita —me advierte Brenda con una sonrisa socarrona al momento de salir por la puerta de la habitación.

Me giro y la fulmino con mi mirada en señal de advertencia, ella solo suelta una carcajada y alza sus manos en señal de rendición.

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