Despedida de solteras parte 2

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Observo al chico con piel de ébano que baila sobre una de las mesas que fueron dispuestas para eso, mientras como un trozo de pizza hawaiana, noto lo tensa que mi amiga se encuentra cuando uno de los chicos la comienza a manosear y coloco mis ojos en blanco al ver lo mojigata que se ha vuelto.

—Déjala en paz, es más probable que te lleves una parada en las bolas antes que puedas seducirla —le ordeno al tipo que le baila y el chico se retira.

Miro a mi amiga con mala cara y ella niega con su cabeza.

—Ya no sirvo para esta clase de cosas —se disculpa y yo vuelvo a colocar mala cara.

—Ya no sirves o ya no quieres —afirmo y ella suspira mientras alcanza el ultimo pedazo de pizza que hay en la caja.

—Ya no soy tan perra como antes —se encoje de hombros—. Creo que la vida después de la escuela, me ha oxidado. Ya no tengo el toque.

La sostengo de la barbilla con fuerza y le giro el rostro donde un grupo de chicas que disfruta de la fiesta.

—¿Recuerdas a Rossy, la mojigata? —inquiero y ella asiente—. Bueno, solo mirala. Después de la universidad, la chica consiguió un buen empleo en New York como corredora en la bolsa de valores, un año después se casó y ahora tiene dos hijos —enarco una de mis cejas—. ¿Acaso ves que la chica siente remordimiento? Solo es una maldita noche libre de responsabilidades, en donde podemos ser libres de liarnos con quien nos de la gana, no tienes porque sentirte culpable.

—No es cuestión de culpabilidad —me aclara—. Es cuestión de lealtad y fidelidad —ambas observamos como Rossy se le sube en el regazo al tipo y restriega con urgencia su entrepierna con la de el.

—Es decir, ¿qué hice todo esto tras de nada? —pregunto y ella se ríe.

—No, estupida —me pega en el hombro y ambas sonreímos—. Me parece la mejor idea que has tenido en años, solo mira —volvemos a mirar al grupo de chicas que disfruta del manoseo y bailes calientes por parte de los stripers, hace un chasquido con su lengua y luego lo acompaña de un puchero que la hace ver tierna—. Solo miralas, parecen unas perras faltas de hombres —agrega fingiendo nostalgia y luego nos reímos.

El sarcasmo siempre fue lo suyo y saber que si esta feliz aunque no quiere que le hagan un baile, me hace sentir completa. No sabe cuánto la había echado de menos.

Las horas transcurren y la noche se va tornando más erótica, cada chica elige a un hombre para cumplir la más oscuras de sus fantasías y ocupan sus respectivas habitaciones, me quedo charlando con mi amiga y mientras ambas nos colocamos al día de los sucesos que han ocurrido en la vida de cada una, uno de los guardias de seguridad se acerca y me llama a parte.

—No quería molestarla, señorita —susurra con cautela—. Pero hay un hombre allá afuera asegurando que fue invitado a la fiesta —me informa.

—¿Y de casualidad el hombre ha dado su nombre? —cuestiono.

—Collins Pierce.

Miro de inmediato a mi amiga y las ganas de asesinarla me cala hasta los huesos.

—¿Invitaste a tu futuro marido a la fiesta? —inquiero incrédula—. Que parte de "es una despedida de soltera" o "solo chicas" ¿no entendiste? —digo molesta y ella me lanza su típica mirada de disculpa que siempre utiliza cuando lo hecha todo a perder.

—Tu querías que me revolcara con alguien —se excusa—. Bueno ya podrás morir contenta.

—¿No se suponía que el también estaba en su despedida de solteros? —digo hastiada y ella se encoje de hombros a manera de disculpas—. Déjalo pasar —le ordeno al hombre de seguridad sin más remedio.

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