Eternamente mía. (Parte 2)

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"¿Qué decir de ella? ¿Qué decir de la torva consciencia de ese espectro en mí camino?"

★ Capitulo II: Ese mayordomo, se revela.

No sé cómo explicarles lo que por mí mente pasaba, creí estar en medio de un desvarío inducido por el ensueño o previo a la resaca de despertar después de una noche de copas, pero... Habían dos fallos en mí teoría, primero, acababa de llegar [escapar mejor dicho] de la universidad y con el sueño tan liviano que poseía sería inconcebible el que Morfeo me raptara sin saberlo y la segunda, yo no tomaba, osea, una vez lo hice y terminó realmente mal [Larga historia que no quiero recordar y a la cual solo aludiré indicando como advertencia que nunca JAMÁS rueden por las escaleras enrollados en una sábana]. Ahora bien, no podría estar inventando el aliento sobre mí piel y ese roce imperceptible que pronto se agravó con el tacto del sedoso guante y es pues que "en ese momento sentí que una mano se posaba ligeramente sobre mí hombro, y otra vez escuché al oído aquel profundo, inolvidable, maldito susurro".

— «Entonces, señorita...» - inició y contuve el aliento en una inhalación tan repentina con la que mis pulmones se hincharon a sus anchas pero que por una extraña razón me era imposible impulsar ese tan valioso oxígeno al resto de mis extremidades las cuales rígidas solo daban vestigios de la afluencia de sangre en breves espasmos que se fueron incrementando a medida que esa voz era emitida con sagaz elocuencia — «¿No pedirá disculpas por su acción?»

¡CHINGA TÚ MADRE! En serio, si no hubiese estado aterrorizada lo hubiera insultado de lo lindo y pateado en las pelotas... Las mismas que por ser tan baja no alcanzaría ¡Pero para algo se inventaron los banquitos!. Como sea, el punto es que su rostro era ajeno a mis memorias ya que por su acercamiento desde atrás no lo había visto y recapitulando, desde los 6 años hasta los 18 que poseía actualmente sin apreciarlo, tenía 12 años sin observar más que el garabato [mí dibujo] que resguardaba con recelo.

— Y-Yo... - se hizo un nudo en mí garganta justo después de sentir que su mano resbalaba del hombro hasta el antebrazo con un pase sútil que acariciaba la dermis provocando así que mí respiración se agitara empezando a ser errática.-

— ¿Usted? - repitió agraciado por mí dicción y alto contenido de vocablos para llevar una conversación [¡QUE NOTEN EL SARCASMO LES DIGO!] -

Mordí mí labio inferior e intenté alejarme más solo conseguí que tensara su agarre no solo el de mí muñeca sino también el recién anclado.

— « Yo te cree ¿Cómo es que puedes estar aquí?» - era una pregunta válida, una que hizo que pese al bajo tono que emplee fuese recibida con nitidez en su aparato auditivo. Lo oí sonreír, sí, no me equivoqué en la frase, él hizo ese típico sonido de "hmm" cuando se pretende mantener seriedad pero la estupidez de la otra persona es tal que se vuelve quimérico de lograr.-

— ¿Quién dice que fue así?

¿Acaso estaba pendejo? ¡Yo! ¡Yo lo estaba diciendo justo ahí, y justo ahora! Jaloneé el brazo y obtuve un estirón que me tomó por sorpresa al tener la espalda pegada a su torso y ahora la mano que tenía en el antebrazo había pasado a ubicarse en mí cintura haciendo así que los ojos se me abrieran como platos y que el colorote se acopiara en los pómulos. Quise gritarla pero, seguía asustada, luché solo un poco balanceándome hacia los costados y luego al frente pero éste presionó la palma sobre mí vientre y juro por Dios que no quería pero un gritico se coló entre mis pliegues los cuales avergonzada cubrí con el dorso de mí extremidad libre.

— Jo. Se ha vuelto más receptiva. - resoplando rozó con la punta de la nariz mí cuello y continúo con voz de terciopelo — « Eso es bueno en una mujer. »

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