Eternamente mía. (Parte 3)

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“Vehementes, confusos y tumultuosos recuerdos de un tiempo en el que la memoria aún no había nacido. ”

Capitulo III: Ese mayordomo: detalla.

Para cualquiera su particular estilo debía ser motivo suficiente para acaparar los pensamientos más profundos y peculiares [por no decir "lujuriosos"] deseos. Admito que, era un tipo atractivo, su altura y porte resaltaban entre el resto de los hombres y ¿Cómo no hacerlo? Esa "cosa" no era humana. De no conocer lo que escondía tal sonrisa hubiese sido la primera en crearme una "ilusión" o compararlo con el príncipe azúl que todas deseamos que venga a rescatarnos. Resalto que se camuflajeaba bien entre nosotros pero cosas como carecer de un nombre y colocarse cualquiera solo porque sí podría levantar sospechas en una persona sensata pero, para mala o buena suerte en esa habitación no había ninguna.

— Oh. Sebastián, es un nombre muy bonito. - Vamos, Helen ¿Así o más arrastrada? -

— Ese apellido me parece familiar. - había tomado su mentón rememorando entre programas de tv, revistas y otros medios en los que tal sustantivo hubiese aparecido.-

— ¿En verdad? - sonrió nuevamente ladeando el rostro llevando a la par la conversación en la que nuestra "escenita" logró pasar a segundo plano [por fortuna]. Me miró por el rabillo del ojo y lo esquivé al encorvarme, bufo y frunció el ceño, creo que no le gustó para nada que pareciera una tortuga escondiéndose en su caparazón.-

— ¡Ah! - Sí, un respingo y todos miramos a la pelinegra quien con un tronar de sus dedos anunciaba que la adquisición de la respuesta había llegado — Oí rumores de que un adinerado empresario Inglés se había adueñado de una compañía de software en este país. Se apellidaba igual a ti ¿Es casualidad?

— De hecho... - colocó la mano en su pectoral y expandió su sonrisa — Solo compré algunas acciones.

Está vez no fui yo la única que se quedó paniqueada, mejor dicho "anonadada" y sorprendida. La primera en reaccionar fue Helen quien por poco se cae de la silla debido al engranaje que le permitía girar, la segunda fue Sophe que solo abrió desmesuradamente los ojos y, en cuanto a mí, me fui [literalmente] a mí rincón murmurando cosas como: "Un demonio empresario","¿Cómo rayos pasó?","¿Nadie nota que huele a azufre? Bueno no huele pero si estuvo en el Averno algo de eso le debió quedar"; por supuesto que lo hacía en voz baja y el resto solo escuchaba cuchicheos.

— Pero... Entonces... ¿Qué haces aquí? - acercándose maravillada ante tal espécimen.-

— Es cierto... ¿Cómo es que alguien como tú puede ser arrendatario? Es decir, no debe faltarte dinero y mucho menos un techo de oro ¿No? - cuestionó la ojiambar abriendo su cacheta para así tomar el celular del bolsillo interior que no paraba de vibrar.-

— Sobre eso... - comenzó y repudie su fingida inocencia — Compré esté condominio.

 - comenzó y repudie su fingida inocencia — Compré esté condominio

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