Capítulo 50

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1 semana después.

La mirada de Laura estaba posada en la de Villa, Villa sonreía dándole fuerzas.

Villamil: Llegó el día entonces -Dijo manteniendo su sonrisa a duras penas mientras se acercaba a Laura-.

Laura: No me quiero separar de ti –Dijo con la voz casi inaudible mirándolo con lágrimas en sus ojos-.

Villamil: No llores mi amor, nos volveremos a ver –Dijo quedando cara a cara con ella retirando sus lágrimas con suma delicadeza mientras le dedicaba una sonrisa triste- Solo será por un tiempo –Dijo clavando su mirada en la cara de Laura como si quisiera recordar el color de sus ojos, sus pequeñas pecas... cada centímetro de su rostro-.

Laura: Te voy a echar muchísimo de menos –Dijo acercándose a él para abrazarlo y enterrar su rostro en su pecho-.

Villamil: Yo muchísimo más –Dijo apoyando su barbilla sobre la cabeza de Laura con cuidado y acariciando con cariño su cabeza-.

Se mantuvieron abrazados unos minutos, ignorando a toda la gente que pasaba alrededor de ellos y disfrutando de aquel abrazo como si fuera único, hasta que una voz les hizo volver a la realidad, la voz de megafonía.

Villamil: Te tienes que ir ya –Dijo mirando a Laura con tristeza e intentando reprimir sus lágrimas-.

Villamil miró con tristeza a Laura y comenzó a acariciando con ternura sus mejillas. Después de unos segundos así, se unieron en un dulce y lento beso aprovechando cada segundo para disfrutar aquel beso, el último beso. Laura se dirigió a la puerta de embarque dejando a Villamil observando como la razón de su felicidad se alejaba y su corazón se empequeñece a cada paso que ella se alejaba.

Laura subió al avión y tomó asiento, para su suerte estaba en el lado de la ventana y podría admirar el paisaje, mientras esperaba a que el avión despegara pensaba en todo lo vivido aquellos días, en Bogotá, en los padres de Villa, en el viaje a las Maldivas, en las experiencias vividas junto a Villa, en Juan Pablo Villamil.

Laura soltó un cansado suspiro al pensar en el tiempo que pasaría sin él. Cuando el avión despegó Laura no separó la vista de la ventanilla mirando por última vez la mágica vista de las Maldivas, pasaron un par de horas en las cuales Laura trató de ver una película y de concentrarse en leer un poco, pero todo resultó en vano, el notar la falta de la presencia de Villa le afectaba mucho. Después de mirar durante un rato por la ventana pensando que hacer tomo su teléfono y entró en el chat de Villamil para comenzar a escribir.

"Hola mi amor, sé que no ha pasado ni un día desde que nos hemos separado pero tu presencia me hace mucha falta. Me hace falta verte dormido a mi lado en los aviones y sonreír pensando en que te convertiste en la mejor casualidad de mi vida, verte sonreír lleno de orgullo y emoción por alguna tontería que haya conseguido, necesito abrazarte para calmar todos mis males, besarte para sentir que todo se para que solo estamos tu y yo. No sabes lo mal que lo voy a pasar sin poder estar corriendo por casa sin tu persiguiéndome detrás, sin tus canciones por las noches a la luz de la luna, sin tus dramas por cualquier tontería que consiguen hacer que el día más triste se convierta en él más bonito.

Quiero que sepas que me siento orgullosa de todo lo que estás consiguiendo y feliz por todo lo que hemos conseguido, te conocí como un extraño aquella noche en Madrid y quien me iba a decir a mí que te convertirias en la razón de mi felicidad. Solo quería también aprovechar y agradecerte todo lo que has hecho por mí.

PD: Te amo."

Laura releyó el mensaje antes de enviarlo y cuando estaba al 100% convencida sonrió y le dio al enviar. Después de enviarlo miro cuánto tiempo le quedaba para llegar a Madrid, como vio que aún le quedaba un par de horas decidió mirar por la ventana, pero al cabo de un rato caer en los brazos de Morfeo.

El chico del corazón de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora