NARRADOR EXTERNO.
Alessandro realmente no podía creer que en cuestión de minutos tendría a las mujeres de su vida devuelta en su casa, a salvo junto con él. Por otro lado, Sarah de inmediato ayudo a la señora maría a ir en su encuentro con Alessandro Lombardi, todo estaba saliendo relativamente bien, iban ganado en cuestión de hombres y armas.
Justo del otro lado, los hermanos aún se encontraban discutiendo por el hecho de que no entendían, el porqué de la situación o como por que ellos se encontraban ahí, que ganaba el mayor de ellos diciéndoles esas barbaridades, el mayor se estaba empezando a cansar con la situación, le pareció aburrida y predecible, él pensaba o quería pensar que alguno de sus queridos hermanos pequeños tuviese el cerebro que él mismo tenia o por lo menos la astucia. Lastimosamente el único que compartían los hombres de esa habitación aparte de la sangre, era la obsesión que tenía por cierta chica castaña que estaba por ser rescatada.
Gracias a la habitación en la cual se encontraban aun no podían escuchar el alboroto que estaba literalmente afuera de esa habitación. Por otro lado, los enamorados por fin se habían encontrado después de semanas en agonía.
SEBASTIÁN.
Toda esta situación ya me estaba hartando, así que decidí salir a visitar a mi querida castaña. Grata sorpresa me llevé cuando me di cuenta que por andar perdiendo el tiempo con aquellos imbéciles, se habían llevado a mi mujer y sabía quién demonios me la había arrebatado.
Y jodidamente de nuevo.
Toda esta situación me tenía colérico, ya no sería condescendiente, ya no tendría piedad por nadie. El plan que he estado llevando acabo junto con mi padre tiene que salir perfecto, todo debe de estar como se ha planeado desde hace tiempo, todos tienen que pagar el cómo mi madre falleció, como el imperio de mi padre se fue a la ruina, todos deben de pagar. Y yo personalmente me hare cargo de que todo salga a la perfección.
Con eso en mente, me dispuse a ir con aquellos estúpidos. Entre hecho una furia, por dios santo aún se estaba peleando y al parecer mis queridos hermanos, tenían demasiado por lo que pelear.
- A ver, par de imbéciles. – harto de lo que estaba viendo, los separe. – por su estúpida culpa tuve bajas innecesarias en mis filas, ya que el imbécil de Alessandro estuvo aquí, en mi jodida casa y se llevó a mi señora con él. – brame furioso.
- ¿Que? – exclamaron al mismo tiempo.
- Como lo oyeron par de imbéciles. – solté sarcástico. - El gran señor Lombardi ha estado aquí y se la llevo.
Todo se quedó en silencio en la sala, ya que vamos por lo menos algunos no eran tan imbéciles y podían atar cabos.
- Tenías a Sarah, ¿aquí? –impresionada, menciono Amber.
- Claro que sí, es mi mujer. Tiene que estar junto a mí. – dije algo obvio.
- Espera, entonces todos los hermanos quedaron enamorados o más bien dicho obsesionados por mi mejor amiga. – afirmo claramente impresionada.
Pero ninguno de los cinco dijo nada, ya que era más que evidente la respuesta aquella afirmación, de echo eso logro molestarme mucho más ya que ellos en algún punto han querido estar con mi mujer y arrebatármela.
ALESSANDRO.
Estaba realmente feliz de por fin tenerla en mis brazos, esta hermosa chica que ahora se encuentra dormida en mis brazos. Estaba decidido a enseñarle lo que fuera necesario para que pueda y sepa defenderse en situaciones como esta, quiero que no se sienta desprotegida, quiero tantas cosas para y con ella, que no sé ni cómo empezar.