- Mami, pero yo no quiero ir... - menciono haciendo un pequeño puchero, su hija.
- ¿Por qué no quieres ir mi vida? – pregunto terminando de peinar a su pequeña hija.
- Porque esos eventos son muy aburridos, además de que no hay más niños para jugar. – dijo haciendo una mueca, muy parecida a la de su padre.
- Claro que, si van niños, mi amor. Que a ti no te hagan caso, es otra cosa. – dijo reprimiendo una sonrisa la mujer. – además de que hoy va a ir un niño nuevo, es un poco mayor que tú, pero espero que te le des una oportunidad.
- ¿Un niño nuevo? – los pequeños ojos se iluminaron.
- Si cariño, anda vamos.
Madre e hija salieron de la enorme habitación de la pequeña princesa del hogar y se reunieron en la sala junto con el pequeño de la familia, quien lo tenía en brazos su padre.
Llegaron un poco tarde a la gran reunión que se hacía cada año, en un bonito salón en el cual se encontraban las familias más importantes del bajo mundo, aunque para la sociedad eran los empresarios más importantes del momento. Rápidamente la pequeña de la familia, empezó a buscar al niño que le había mencionado su madre antes de llegar al lugar, pero por más que lo buscaba, no logro dar con una cara nueva y eso la entristeció un poco.
Cuando su madre se dio cuenta de esto la animo a ir con los demás niños que se encontraban ahí, además de que le dijo que lo más seguro es que llegara tarde, ya que este vivía demasiado lejos de ahí. Sin muchos ánimos se acercó a los demás, saludo al único de los niños que le hablaban-y que no le importaba, si de repente lo empezara a mandar, además de que se lograba diferenciar al pequeño con los demás, por sus ojos. Que era lo que más le gustaba de él, ya que eran de colores diferentes-aun así, le agradaba bastante, ya que podía jugar a cualquier cosa.
- ¡Hola Luke! – saludo alegre la niña.
- Hola Sarah – se le veía un poco triste.
- ¿Qué pasa Luke?
- Me dijeron mis padres que nos vamos a mudar y que ya no te voy a ver. – menciono haciendo un pequeño y adorable puchero.
- ¿Entonces ya no te voy a ver? – los ojos de la menor se empezaron a cristalizar.
- No, Sarah. – tenía una mueca, evitando llorar y que se burlaran de el en el proceso. – pero, te mandare muchas cartas, ¿sí? Para que no me olvides.
- Te prometo que no te voy a olvidar, por la garrita. – dijo un poco alegre la pequeña, mientras alzaba su pequeño meñique.
- Por la garrita. – el pequeño enlazo su meñique, con el de la pequeña.
- Bueno, ¿vamos a jugar?
- Claro.
Y con eso ambos niños se fueron a jugar, como siempre lo hacían en esas reuniones que duraban bastante para unos pequeños. La reunión estaba yendo demasiado bien para los mayores, los negocios, los pactos y uno que otro acuerdo que involucraban a los pequeños, que aún no tenían ni idea de lo que los estaban involucrando sus padres.
Por otra parte, se encontraban llegando los nuevos del lugar, pero los que tienen más derecho y poder en ese lugar, la señora y el señor Blackaller eran los más felices por estar ahí, ya que tendrían una buena oportunidad para acercarse a aquellas personas que pensaban hacer algo en contra de su familia y sus negocios, además de que había una pareja en especial que había llamado su atención de inmediato. Para el primogénito de esta hermosa familia de revista, esta era solo una reunión más en la cual sus padres se pavoneaban de vez en cuando. Realmente esas reuniones le aburrían de sobremanera, ya que por lo general nadie lograba captar su atención el tiempo suficiente como para que se pueda entretener.