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Capítulo 8

La mañana llegó, rociando las extensas calles de Moscú con la llovizna fresca y algo fría, que había sido el final de una noche de tormenta

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La mañana llegó, rociando las extensas calles de Moscú con la llovizna fresca y algo fría, que había sido el final de una noche de tormenta. Una noche más en la cual Medusa había preferido desvelarse leyendo, en lugar de dormir y descansar, ignorando el pesado día de clases que llegaría al día siguiente.

—Luces exhausta, ¿no dormiste nada?

La voz de Chanyeol golpeó los oídos de la femenina, apenas salió de la habitación. Medusa sintió algo de vergüenza por su aspecto esa mañana, y a pesar de que le costaba admitirlo, se veía patética.

—No. —Alcanzó a decir, cubriendo su pequeña boca cuando un bostezo la envolvió. No quería verse como si fuese a tragarse el mundo de una mordida. Eso sería el colmo—. ¿Ya despertó Eros? —Preguntó en un tono sutil, dando entonces inicio a su primera conversación del día.

El fornido castaño acomodó su uniforme oscuro, asintiendo desde su lugar. Aunque al ir caminando detrás de ella era probable que no lo viera.

—No ha parado de preguntar por tí... —farfulló el contrario—. ¿Qué le hiciste para caerle tan bien?

—No me metí a su baño, si eso es lo que piensas.

Aquella respuesta pareció ser un balde de agua fría para el chico. Un jadeo abandonó sus labios, desbordando entonces la vergüenza desde sus manos temblorosas hasta sus orejas rojizas.

—Al parecer eso lo haces solo conmigo, Medusa.

Medusa torció una sonrisa —Casi invisible —. Al llegar al pasillo que daba a la sala de la mansión. Aún era temprano, así que era probable que aún el desayuno no estuviera listo... Aún así ella podría ir directo al postre.

¿Cierto?

—El punto aquí es que tú estás muy bueno... —Canturreó entonces con diversión, caminando de vuelta a donde el menor se encontraba —. Y yo soy tan Rusa. —Exhaló con una sonrisa—. Es una lastima que no puedas ser del todo mio, como yo quiero... Pero tranquilo, no te asustes. Voy a ser una niña buena y no volveré a meterme a tu habitación mientras duermes, papi.

Chanyeol tensó la mandíbula ante ese último apodo. No supo por qué una descarga eléctrica había corrido desde sus manos hasta su pecho, siendo un cierto piquete el que lo hizo sentir acorralado... Y al mismo tiempo le dió una sensación placentera ante la peligrosa situación.

—Para ser una niña de papi no necesitas cuidado del todo. Tu padre te subestima mucho, Medusa.

—Lo sé... —Admitió la contraria, contorneando una sonrisa juguetona—. Pero tú no me has subestimado, Papi... ¿Cierto?

La mano del contrario se estrelló contra el muro detrás de la femenina, acorralandola él entonces. El olor a perfume femenino parecía ser el toque especial para embriagarlo.

—Dilo de nuevo. —Suplicó casi arrastrando la voz, puesto que él ya no era dueño de sus actos.

—Papi...

Y ese fue el toque final para hacerlo enloquecer. Los labios contrarios buscaron los suyos, cuando él se atrevió a besarlos. Ella saltó a su regazo, enrollando sus piernas al rededor de su cintura, con una agilidad impresionante, pero lo suficientemente fuerte como para sacarle un jadeo, cuando ella mordió su labio.

Le había gustado, no. Le había encantado poder tener aquel cuerpo sobre el suyo, aquellas pequeñas manos frías paseando sobre su pecho, buscando desesperadamente alguna oportunidad para introducirse dentro de esta. Él también estaba deseando arrancarle la ropa en ese momento.

—Med...

Las palabras quedaron atrapadas en su garganta, cuando ella volvió a atacar sus labios, su boca, devorándola como si tuviese miedo de que pudiese escapar de las garras de la lujuria que los quemaba.

—Med... Nos... Nos van a ver... —Gimoteó aún corto de cordura.

Las manos de la femenina apretaron con fuerza la tela de su camisa, tirando de la apertura de la misma, haciendo caso omiso a sus palabras.

Los botones rebotaron en el suelo, luego de caer del ropaje ahora roto, dejando expuestas sus clavículas, su cuello, su pecho... El manjar más exquisito que Medusa pudo probar alguna vez.

—¡Medusa!

La voz de Artemisa llegó desde el pasillo. Ambos cuerpos se despegaron, por aquella brusca interrupción. Con Chanyeol tratando de arreglar su camisa rota, y Medusa totalmente agitada la situación parecía algo divertida.

—Ve a cambiarte, yo la entretengo.

Yeol asintió sin dudar y Medusa,  dándole la espalda desapareció por el pasillo, dejándolo algo confundido, pero muy seguro de algo:

Cuidar a una niña malcriada nunca había sido tan sexy.

Estúpido Guardaespaldas (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora