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Capítulo 3

&Tarde de nuevo, señorita Yasikow

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&Tarde de nuevo, señorita Yasikow.

Medusa dejó escapar una maldición ahogada, terminando de cerrar la puerta de su habitación, ¿Era esto posible?

Había pasado una semana; una jodida semana desde que Yeol era casi su sombra. Y no es como si le molestara, porque a ella le fascinaba tenerlo cerca... ¿Pero no era esto demasiado? Ella había notado que ese hombre ni siquiera dormía correctamente, ¿Como si quiera podía estar de pie sin descansar bien?

—Papá está sobre-explotándote en el trabajo. Lo notaste, ¿Cierto?

Chanyeol alzó una ceja ante la repentina pregunta-afirmación proveniente de la contraria, ¿Sobreexplotar? A él no le importaba trabajar día y noche, si así podía conseguir el dinero suficiente para ayudar a su hermano... Ese era su único interés, su única preocupación... Unos días de sueño no remediaban los días, meses y años de dolor que podría sufrir su hermano. Su propio hermano, postrado en una silla de ruedas.

—Yo solo hago mi trabajo, señorita Yasikow. Ni más ni menos...

—De acuerdo, de acuerdo. —Respondió Medusa apresurada ante el tosco tono de voz que Yeol había usado.

Prefirió dejar el tema hasta ahí. A fin de cuentas él había tomado camino a los baños de los empleados de la mansión, momentos antes de que ella llegase a la cocina... ¿Qué podía hacer después de todo? Medusa nunca había sido una persona tranquila del todo. La curiosidad había sido su mayor defecto desde que nació, al igual que el ser una persona sumamente insistente.

Si lo quiero es mio.
Si me gusta es mio.
Si no quiere ser mio, seguiré queriéndolo para mi.

Era su propio reglamento, que no estaba dispuesta a romper ahora que había alguien más. Y no cualquiera, sino ese hombre el cual ahora era su nuevo capricho, el cual no descansaría hasta saciar.

Y eso de tenerlo a tan pocos metros, a su merced. Bajo su propio techo, bajo sus propias garras, no le daba ni una pizca para retroceder. Al contrario, le hacía perder la conciencia a tal punto en el cual ella ni siquiera había notado cuando comenzó a caminar directamente por el pasillo, hacia los baños.

 Al contrario, le hacía perder la conciencia a tal punto en el cual ella ni siquiera había notado cuando comenzó a caminar directamente por el pasillo, hacia los baños

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Medusa soltó un vago suspiro, tomando aire al instante, cuando estuvo dentro de aquel baño, lleno de cubículos que parecían interminables.

Cada paso que daba hacía su corazón vibrar un poco. Hacía calor, mucho calor.

El agua que caía de una de las regaderas, simulando el relajante sonido de la lluvia, le dió la primera pista de donde se encontraba su guardaespaldas. Último cubículo, a la izquierda. Era la única regadera abierta, y la única puerta cerrada. Ahí estaba él, estaba totalmente segura. Y no se arrepentía ni un poco de estar ahí, justo ahora. Ni le importaba demasiado como reaccionara el contrario. Ella ahora sólo deseaba ver con sus propios ojos, cada detalle de aquel cuerpo musculoso y fornido, que debía verse jodidamente caliente con las frías gotas de agua, cayendo por aquella piel morena. Tan limpia, la cual ella deseaba marcar a su antojo.

—Dementor, bebé. ¿Estás aquí? —Chisteó en voz baja, aunque obviamente él no le estaba escuchando.

Avanzó sobre sus propios pasos, hasta aquel cubículo. Ella se había encargado de cerrar la puerta principal de aquel baño. Esperando que fuese suficiente para que nadie les interrumpiera... Pero parecía que la suerte no estaba de su lado en ese momento.

Medusa maldijo en voz baja, cuando el conocido zarandeo en la puerta anunció la llegada de alguien que no había sido invitado a aquella reunión privada.

¡Maldición! ¿No podía salirle nada bien?

Medusa ahogó un gruñido de frustración, cuando los pasos empezaron a hacer eco en aquel baño, que parecía hacerse más estrecho cada vez. Ella estaba rogando, rezando porque no llegasen al último cubículo. Estaba rogando porque no se acercaran, pero cada vez aquellos pasos iban acercándose más y más... Y cuando estuvieron cerca, cuando casi estuvo por ser descubierta, un par de manos le sorprendieron, tomándola de la cintura, y jalandola hacia adentro del cubículo.

El último cubículo a la izquierda.

Estúpido Guardaespaldas (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora