Día 5: Enemigos

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 Su cabeza dolía, juraría que podía sentir su pulso en la parte trasera de esta como un fuerte golpeteo, no sabía dónde estaba y tratar de recordarlo solo aumentaba su dolor, aún tenía su máscara cosa que le tranquilizaba un poco, levanto su cabeza con pesadez mirando el sitio donde se encontraba.


La luz era tenue, casi nula, a duras penas podía ver las cosas que se encontraban en la habitación, no habían muchas cosas a decir verdad, solo una mesas frente a él, tal vez a un metro de distancia, esta tenia algunas cosas que no podía distinguir, no habían ventanas y la puerta pedía una contraseña que claramente no conocía, quiso moverse y entonces cayo en cuenta de que estaba atado a la silla donde se encontraba.


-Oh la la ya despertaste- Escucho una voz atrás de él con un marcado acento francés para luego escuchar unos pasos acercarse.


El hombre se sentó en la mesa que había visto antes, claro que primero aparto lo que allí se encontraba, aquellos orbes morados demostraban diversión hacia su persona y eso le molestaba. El chico portaba un traje de colores grises, morados y negro, y parte de su rostro estaba cubierto por una máscara que parecía simular ser un lobo. Entonces recordó porque estaba en esa situación.


Recordaba vagamente que se encontraba cumpliendo una misión de la hermandad y corrió con la suerte de encontrarse con Lobo Nocturno, habían interrumpido los planes del otro y siendo este enemigo de La Hermandad Oscura se vieron envueltos en un combate del que entendía salió perdedor.


Dirigió nuevamente su atención al chico en la mesa que aún le miraba con burla, como si supiera que todavía se encontraba perdido en lo que sucedía, intento soltarse discretamente pero las cuerdas que le ataban solo se aferraron más a sus muñecas.


El de traje de lobo se levantó y con toda la calma del mundo se acercó hacia él, trataba de mantenerse calmado y pensar en una forma de escapar y el constante golpeteo en su cabeza gracias a su pulso se lo dificultaban, una mano cubierta en cuero negro tomo su mentón bajo la máscara y le obligo a mirar hacia arriba, su cuerpo se tensó al creer que su rostro quedaría descubierto.


Su ambarina mirada choco con la amatista del contrario que ahora le miraba serio, sintió un escalofrió bajar por su espina dorsal cuando otra mano cubierta en el frío cuero negro se posiciono sobre uno de sus muslos y comenzaba a recorrerlo de forma descarada. Un jadeo involuntario escapo de sus labios los cuales presiono con fuerza tratando de evitar que algún otro sonido escapara de estos, si la persona tras aquel traje traje le conocía y reconocía su voz estaba perdido.


-No puedo dejarte ir, no tan fácilmente- La voz de su captor se tornó levemente ronca luego de escuchar aquel bochornoso sonido, podía notar como sus rostros se acercaban cada vez más, mentiría si dijera que en algún punto aquella situación no le comenzó a parecer excitante, el tono de voz con que ahora le hablaba el contrario y las incesantes caricias que la mano cubierta en cuero le brindaban ahora con más confianza aceleraban su pulso y hacían que la sangre se concentrara en su entrepiernas, cosas que el azabache noto. -¿Qué te parece si nos divertimos un poco? O ¿Quieres que todo se quede aquí?


Siendo sinceros no sabía cómo negarse a lo que fuera que el otro le hiciese, no con esa exquisita sensación que le brindaban los movimientos de aquella mano sobre sus muslo, o por el cosquilleo de escuchar aquella voz con ese acento tan extraño para él, su mente y cuerpo le traicionaban dejando escapar un gemido ahogado cuando entre caricias el contrario toco su miembro, parecía sonreír bajo la máscara tras escucharle, sabía que había cedido y ahora estaba perdido.


Oh por los dioses, era su fin y ver aquellos orbes morados solo le hacían querer que no fuera rápido pero si muy salvaje y placentero.


...


Ando feliz, feliz, feliz, feliz

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