Día 3: Fantasía/Mitología Au

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 Miro hacia todos lados encontrando sólo la oscura imagen que la noche le daba de aquel misterioso y, en ese momento, aterrador bosque. Estaba perdido, hambriento, cansado, asustado y era de noche; en resumen, estaba jodido y mucho.


Caminó hacia cualquier dirección, tal vez por una hora, no lo tenía claro, solo sabía que sus piernas no podían más y había terminado tirado sobre la fría tierra del bosque cubierta por algunas hojas de los árboles, estaba demasiado cansado por lo que no se resistió cuando lentamente fue quedando inconsciente. Debió hacerle caso a Willy y Alexby cuando le dijeron que no entrara en a ese bosque, nadie había vuelto de ese lugar y ahora caía en cuenta de que él tampoco lo haría. Era un estúpido curioso y gracias a ese firmó su muerte en aquel sitio.


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Los rayos del sol chocaban contra su rostro y le molestaba, su cuerpo se sentía pesado, abrió lentamente sus ojos que fueron cegados inmediatamente por la intensa luz, al acostumbrarse a esta miro el sitio en que se encontraba, podía reconocer que aún estaba en el bosque pero no en el sitio de la noche anterior, estaba sentado con su espalda recargada a un gran árbol, frente a él había un lago que parecía brillar con la luz que reflejaba y podía ver a varios animales por el lugar, pero lo que más llamó su atención era el chico que le daba la espalda y parecía jugar con el agua.


Su cabello oscuro caía por sus hombros, aparentemente húmedo, su cuerpo era musculoso aunque no en exceso y su vestimenta era sencilla de tonos blancos y morados.


Intento levantarse pero falló, aún así logro captar la atención del chico que ahora le miraba sobre su hombro y quedó embobado mirándole. Su amatista mirada era profunda y serena, sus largas pestañas la hacían resaltar más, sus orejas en punta se dejaban ver entre su cabello...


Un momento... ¿Orejas en punta? Si no recordaba mal, los únicos seres que se decían habitaban aquellos bosques con orejas así y rasgos tan finos eran las hadas (y claramente ese chico no era un hada) y los elfos. No tuvo tiempo para sorprenderse ya que el pelinegro se encontraba frente a él tomando sus mejillas y parecía examinar su rostro. ¿Cuándo se había movido?


-¿Te encuentras bien?- Su voz sonaba preocupada y aunque era un poco aguda para ser un chico le pareció fascinante- Te encontré a la mitad del bosque en la noche y no tuve el corazón para dejarte a la intemperie.-


-Gracias- Respondió en un susurro mirando al chico frente a él, el morado de sus ojos le parecía mágico, sus cejas delgadas eran perfectas y mostraban claramente sus emociones, su nariz era perfilada y sus delgados labios se curvaban en una mueca de preocupación- S-si estoy bien, gracias.-


El chico soltó su rostro dejando escapar un suspiro aliviado, su expresión se relajaba mientras se separaba de él.


-¿Eres un elfo?- Se atrevió a preguntar y se sintió estúpido al escuchar la risita del chico.


-Algo así, mi madre es humana- El chico se sentó a su lado sin despegar la vista de su rostro- Vivo en la comunidad con mi padre desde que ella murió.-


El castaño no supo qué responder ante aquello por lo que entraron en un silencio cómodo para uno y todo lo contrario para el otro. Luego de varios minutos así retomaron la conversación, tal vez sobre el pueblo, tal vez sobre el bosque.


No fueron conscientes del tiempo, el hambre no fue un problema ya que ambos comían algunas frutas recolectadas por el elfo antes de que el mayor despertara. Cuando miraron el cielo de nuevo comenzaba el atardecer, el castaño debía volver y ambos lo sabían.


Durante la conversación el azabache le dejo saber que solía ir a ese lago por las mañanas y regresar a su hogar luego del medio día, y él utilizaría esa información a su favor.


-Karmaland está a un kilómetro si vas al norte, si solo sigues derecho llegaras antes de que anochezca- Su voz sonaba triste, seguramente había estado mucho tiempo sin compartir con alguien contemporáneo a él en edad, sin embargo le mostraba una hermosa sonrisa, entonces entendió que no le pediría que volviera, parecía comprender que el día anterior había sido una muy mala experiencia, su corazón parecía demasiado puro.


Asintió susurrando un adiós antes de comenzar a caminar en la dirección que le fue indicada, dejando al elfo de pie frente a aquel árbol que les había acompañado durante el día. Se detuvo poco pasos después dándose vuelta para mirar al joven adentrándose al bosque.


-Fargan- Alzó un poco la voz para que el otro pudiera oírle, cosa que logro porque detuvo sus pasos para voltear y mirarlo confundido, aclaró su garganta antes de volver a hablar- Mi nombre es Fargan.-


El menor sonrió con notoria alegría, sus ojos brillaron con emoción tras escuchar aquellas palabras, Fargan podría jurar que era lo más hermoso que había visto en toda su vida.


-Y el mío Vegetta- El mayor asintió sonriendo y ambos continuaron sus caminos sin que las sonrisas abandonaran sus labios, sabían que se verían de nuevo y ambos se asegurarían de ello.


Fargan entonces pensó que ser tan estúpido y curioso no era tan malo después de todo.


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Haciendo la revisión de esta parte me dieron ganas de hacer una historia corta con esta temática, de 5 a 10 capítulos aproximadamente, ¿ustedes que opinan?

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