Desastrosa Reunión Familiar

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Después de que Maria regresara al Inframundo demasiado molesta con Nico, Hades supo que era hora de hablar con ellos y con Hazel, a quien Maria odiaba por culpa de Nico.

—Maria di Angelo —saludó Hades entrando a la habitación donde Maria estaba recién despierta—. Hora de levantarse.

María miró a su padre con cara de pocos amigos.

—Mira, no me mires así, de hecho, es el motivo por el miras así del que vamos a hablar.

Maria suspiró y se levantó de la cama, aún tenía puesta la pijama de flores tropicales (obsequio de Perséfone en un intento de ser mejor madrastra) y vestida así salió de la habitación. Al verla, Perséfone se mostró contenta porque Maria no haya mandado a incendiar la pijama y le dió los buenos días con una sonrisa poco habitual en ella al ver a Maria.

Nico también estaba ahí y no se veía feliz. Apenas Perséfone dejó de mirar con una inusual alegría a Maria, su expresión de endureció al mirar a Nico.

—¿Y tú? ¿Ya vas a disculparte con tu hermana por envidioso?

Nico frunció los labios al verla, pero Maria notó que Nico se negaba a mirarla. Unos segundos después llegó Hades sentándose a los pies de Perséfone, quien se negó a tomar su tamaño de mortal ya que según ella, si a familia biológica se refería, ella no tenía nada que ver en el asunto.

Estuvieron en silencio hasta que llegó Hazel, quien tras saludar únicamente a Hades y a Nico, se sentó junto al último, pasando de largo a Maria y a Perséfone, quienes no se mostraron ni mínimamente ofendidas por ello.

—Bien. Creo que saben a qué los he convocado —comenzó a decir Hades y continuó hablando sin esperar una respuesta—. Los tengo aquí para que resuelvan sus diferencias de una vez por todas. Son hermanos (aunque no quieran) —añadió cuando escuchó que Maria iba a objetar— y mínimo tiene que respetarse ya si no pretenden quererse.

Miró a sus tres hijos, Hazel junto a Nico nada interesada en llevarse bien con María y Nico quien no parecía querer hablar al respecto.

—Nico, tú empiezas —sonrió Hades—. Cuéntanos que te ha llevado a dejar de lado a tu hermana menor y sentir envidia por ella...

—No es envidia —dijo Nico rápidamente a la defensiva—. Pero no es justo que la quieras exclusivamente a ella todo el tiempo... A mi me mandas de norte a sur para que haga por ti lo que María también podría hacer... ¡Y siempre te justificado diciendo que ella aún es pequeña!

—Aún es...

—¡A eso me refiero!  —interrumpió Nico—. Siempre es pequeña. Ya esta por cumplir diez años, la edad que yo tenía cuando tuve que ver por mi mismo...

—No es lo mismo. Maria es niña —la defendió Hades antes de que Maria pudiera hablar—. Y en este mundo ser niña es peligroso, y niña semidiosa es aún peor.

Nico miró a Maria con cara de pocos amigos. Maria se encogió de hombros sin saber qué decir.

—Bien, bien. ¿Por qué no fuiste por Bianca, entonces?

La mirada de Hades se puso peligrosa, tanto que Hazel apartó la vista y se mostró muy interesada en el frío suelo. Maria se recargo más en Perséfone fingiendo estar distraída. Pero Nico dejó su mirada fija en Hades.

—Bianca también era niña —continuó Nico ignorando la mirada asesina de su padre—. La dejaste alla afuera y murió. ¿Será que no querías cometer el mismo error con Maria a pesar de que ya había pasado con mamá antes que con Bianca...?

—Es suficiente, Nico —lo cortó Hades en un tono misteriosamente tranquilo, pero no engañó a Maria, estaba furioso y quizá mandaría a Nico a su habitación una semana—. Bianca tenía doce años y Maria tenía cinco ¿Quién crees tú que era más capaz de defenderse sola?

—Pero Maria ya puede...

—Maria será independiente cuando yo decida que puede serlo —interrumpió Hades sin dejar de mirar a Nico—. Aún hay bastantes cosas que tiene que aprender y la defensa es la primera de ellas. Te ofrecí quedarte con tu hermana un tiempo y te negaste.

Nico apretó los labios.

—Te ofrecí miles de cosas en un intento de compensar mi ausencia todos estos años y siempre los rechazaste, solo cuando te tuve aquí a la fuerza mientras mi para nada adorado padre se volvía a alzar fue cuando pude entrenarte para que fueras mas poderoso —le explicó ablandándose un poco—. En ese tiempo busqué educarte un poco más y ser lo más dulce posible contigo.

—No sabía que eras dulce —se mofó Nico.

—Hazel, tu turno —zanjó Hades.

—¿Yo?

—¿Qué es lo que te llevó a detestar a Maria? —le preguntó con una amable pero aún irritada sonrisa.

Hazel miró a Nico en busca de ayuda, pero este estaba demasiado encerrado en sí mismo como para darse cuenta de que Hazel estaba a su lado.

—Pues... La época en la que conocí a Nico el siempre hablaba de Bianca y de María, yo no las conocía, pero sabía que las quería bastante —explicó incómoda—. Cuando conocí a Maria supe que Nico jamás le había hablado de mi y ella creía que Nico había reemplazado a Bianca conmigo...

—Ese Nico —susurró Perséfone.

—Maria se había mostrado muy hostil desde el día en el que me conoció y poco a poco tomé la misma actitud hacia ella...

—Entonces Nico tiene la culpa de la hostilidad de Maria hacia Hazel y viceversa... Interesante. Nico, ¿porqué no le hablaste a María de Hazel?

—Lo olvidé. Siempre me despertaba creyendo que ya le había contado de ella y como Maria no la conocía, supuse que no había motivo para volver a hablar de ella la mañana siguiente.

—¿Y no notaste que María jamás hablaba de Hazel? —inquirió Persefone.

—No le tomé importancia —respondió Nico encogiéndose de hombros.

—Vaya, pero ni con María ni con Hazel se te caía Bianca de la boca —insistió Perséfone y Nico puso mala cara.

—Bueno, Bianca era alguien de quien ambas sabían así que de ella si podía hablar, aunque Maria solo llora cuando hablo de ella —continuó Nico—. Pero después de aquella primera vez Maria tuvo tiempo de asimilarlo, si no lo hizo no es problema mío.

—No del todo, pero sí un poco —susurró Perséfone.

Nico rodó los ojos.

—Bien, bien. Todo es mi culpa, que María odie a Hazel es mi culpa, que María no se lleve bien conmigo también es mi culpa ¿Ahora qué? ¿La muerte de Bianca también es mi culpa?

—No te estamos culpando de todo...

—Eso parece —interrumpió Nico a su padre.

—Nos reunimos para hablar y comprender las diferencias entre ustedes, Nico. No echar culpas.

—Pues lo único que parece, es qu enos reunimos a buscar las pruebas para culparme —acusó—. Si María es como es, es culpa tuya, crees que aún es un bebé y la dejas hacer lo que quiera ¡Por eso mamá no quería venir, sabía el poco poder que tendría aquí sobre nosotros teniendote a ti concediéndole permisos a Bianca y a Maria y a mas hijos que seguro hubieran tenido!

Hades se levantó de golpe y se acercó a Nico peligrosamente lento.

—Si crees que puedes ser mejor padre que yo te dejo a María por los próximos diez años —susurró Hades. Hazel tragó saliva nerviosa y miró con mucho interés una esmeralda en bruto frente a ella—. Si la llenaba de reglas lo único que iba a querer hacer iba a ser romperlas, no le doy tantos permisos como crees, Nico. La tengo entrenando casi todo el día y cuando regresa es cuando nos tomamos unas horas de familia, pero pasas tanto tiempo afuera que jamás lo vas a notar. Eso es lo que también quería hacer contigo, pero odias tanto estar conmigo cuando Maria está cerca, que terminaste criandote casi solo.

—Eres un dios. ¿Tan poco poder tienea que no puedes hacer que tu propio hijo te obedezca?

Maria Di Angelo (indefinidamente pausada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora