La decisión de ir a Tampico a ver a su madre se le había ocurrido mientras daba vueltas en la cama sin poder dormir. Necesitaba escapar. Manolo le debía unos días de vacaciones.
—¿Vas a volver? —Manolo se mostró suspicaz cuando se los pidió al día siguiente—. No pensarás irte a Las Vegas, ¿verdad?
—Voy a ver a mi madre a Tampico.
—De acuerdo —pareció aliviado—. Déjame el teléfono por si necesito hacerte alguna consulta, ¿quieres?
Y así fue que menos de veinticuatro horas después de terminar con Paco, iba de camino al aeropuerto. Al subir al taxi se dijo que tenía que olvidarlo. Cerró los ojos y apoyó la cabeza en el respaldo.
Los abrió justo cuando pasaban por delante de la galería comercial donde estaba la joyería en la que había dejado el anillo para que se lo achicaran. Tendría que haberlo recogido aquella mañana.
—Perdón —le dijo al conductor—, ¿cree que podríamos parar un momento aquí?
El hombre no se mostró muy complacido, pero hizo lo que le pidió.
—Es un anillo precioso —le comentó el joyero al entregárselo.
—Sí, lo es —se lo puso en el dedo. Encajaba a la perfección. Contempló la intensidad de su resplandor y pensó en lo mucho que amaba a Paco. En cuánto deseaba que él la amara.
—Espero que lo tenga bien asegurado.
—¿Asegurado? —Cecilia alzó la vista—. No pensé que fuera necesario asegurar un circón. Más que nada tiene un valor sentimental.
—¿Un circón? —la observó como si estuviera loca—. Es un diamante perfecto.
—No puede ser —repuso ella—. ¿Está seguro?
—Desde luego —afirmó con tono reprobatorio—. Llevo en el negocio el tiempo suficiente para reconocer una piedra de gran calidad cuando la veo.
Se lo quitó del dedo y lo guardó en el estuche. Se sentía totalmente confusa. De camino al aeropuerto no paró de pensar en el anillo. ¿Por qué iba a regalarle un diamante perfecto? Tenía que haber algo.
Apenas dispuso de tiempo para facturar el bolso y correr hacia la puerta de embarque. Sentía como si actuara por control remoto, como si su mente se hallara en otro planeta.
Cuando el avión despegó, Cecilia sacó el estuche y lo abrió para inspeccionar el anillo.
Era fabuloso.
—Bueno, al menos aún lo tienes —comentó una voz muy familiar. Asombrada, levantó la cabeza y vio a Paco de pie en el pasillo. Durante un momento, Cecilia pensó si se trataba de un truco de su imaginación.
La mujer sentada al lado de ella también alzó la vista, con expresión admirada al ver al hombre alto y atractivo.
—¿Le importaría cambiar de asiento conmigo? —le preguntó con cortesía—.Estoy en el asiento de atrás.
—No, en absoluto —la otra le sonrió.
—¿Qué haces aquí? —susurró ella cuando se sentó a su lado.
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¿Conveniencia o Amor? (Adaptación)
FanfictionPaco Leon, no necesitaba a nadie para cuidar de su hija Manuela, él solo se las arreglaba perfectamente. Pero cuando sus circunstancias familiares amenazaron con interponerse en un lucrativo contrato decidió encontrar a una mujer que interpretara el...