ᴜɴᴀ ᴘᴇʀsᴘᴇᴄᴛɪᴠᴀ ᴅɪғᴇʀᴇɴᴛᴇ

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Narra Kyabe

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Narra Kyabe

Una tenue luz ilumina mi cara, dolor, eso es lo primero que siento al despertar. Miro mis alrededores, una figura alta y robusta se encuentra frente a mí, al instante, reconozco su rostro.

- M-Magetta...

- No.

Colocó su dedo índice sobre mis labios, yo callé.

- Ehhh...

- Cauli te en... Envió e'hto.

Dijo con su voz ronca y apenas audible, luego, me dió un papel doblado delicadamente, yo al instante lo tomé, comencé a leerlo completamente impaciente.

Al leer la carta quedé helado, Caulifla había preguntado por Kale, ¿Pero qué le respondería? Ni siquiera yo sabía cómo o dónde estaba, ayer que empecé a sentirme mal ella tenía la piel amarilla y se quejaba del dolor; intenté acercarme pero al instante me alejaron de ella, parece ser que había contraído hepatitis, esos síntomas, el tono de su piel; ya lo había visto hace ya bastante tiempo en un libro, pero nunca creí que lo iba a presenciar en vivo y a todo color.

- ¿Qué... Qué paj'a?

Una vez más la voz ronca de Magetta hizo que me sobresaltara, negué con la cabeza.

- Nada Magetta, es sólo que... No sé cómo responderle a Caulifla.

Casi siempre me quedé callado desde que quitaron parte de mi laringe, mi voz era parecida a la de Magetta, ronca, baja, demasiado distinta a la que solía tener. Sin embargo, era mejor eso a tener que respirar por un agujero en la garganta y sin poder hacer ruido alguno ¿Cierto?

- Magetta.

- ¿Mmm?

- ¿Crees que algún día las chicas y yo podamos estar juntos de nuevo?

Él se quedó pensando por unos instantes, luego me abrazó.

- No lo h'é... E-ella' h'ufren mucho h'in ti y tú h'ufres mucho sin ellas... P-p-pero F-Fro'ht di'he que Kale y tú h'on peligroh'o p-para Cau-Caulifla.

- Eso lo sé, el que seamos tan agresivos con la sarta de imbéciles que se la pasan vigilándonos nos alejó de ella.

Yo suspiré, realmente extraño mi vida antes de ésta tortura, aunque mis padres no eran las mejores personas siempre se aseguraron de que yo estuviera bien, a veces me pregunto ¿Qué será de ellos? ¿Sabrán que terminé en éste sitio? ¿Me estarán buscando? La verdad a estas alturas eso ya es más que irrelevante, ahora tenía a alguien más a quién ayudar, alguien que realmente necesita de mi.

- ¿Sabes si Frost salió?

Pregunté, él negó con la cabeza.

- No.

- Ya veo *Tos*

Aún me sale un poco de sangre al toser, pero es una cantidad considerablemente menor por suerte, y los vómitos de sangre por su parte se han detenido por completo.

- ¿E'htas bien?

- S-sí, será mejor que te vayas, te agradezco que me hayas dado la carta.

Magetta me hizo un guiño, yo sonreí.

- Adio'h

Y una vez más, me quedé completamente solo, mirando fijamente a la nada.

- *Suspiro* Ojalá Kale esté bien.

(...)

Narra omnisciente

Mientras tanto en otra carpa, una joven de tez morena contaminada por el tono amarillento de la ictericia descansaba luego de varias horas de un terrible sufrimiento.

- Caulifla... Kyabe...

Repetía una y otra vez con su debilitada voz, clamando porque los dueños de aquellos nombres fueran con ella a darle cariño y calmaran su dolor, en vez de esos malditos que le ocasionaron esa horrible enfermedad en primera instancia. Ellos por simple diversión, simple placer, la golpeaban en el abdomen, sólo aumentando más y más el ya de por sí intenso dolor.

No podía más con eso.

Esa maldita enfermedad la hacía parecer muerta en vida, con ése tono de piel tan espantoso, sus ojos también con ése horrible tono amarillento, todo le sabía tan amargo y sin mencionar ése dolor tan intenso, se sentía cómo si fuera a morir en cualquier momento.

- Quiero a mi mamá...

Terminó por estallar en llanto, queriendo irse de ahí, arrancarle los dedos restantes a esos tipos y saborear su sangre...
Sangre, el simple pensamiento de probar aquel líquido vital la volvía loca, intentó levantarse, pero sintió cómo una fuerza mayor a la suya la obligaba a recostarse nuevamente. Vió sus muñecas y se percató de lo que ocurría.

Grilletes... Ella estaba atada a la cama de pies y manos, pues también sentía una ligera presión en sus tobillos.

- ¡SUÉLTENME! ¡DÉJENME IR!

Comenzó a gritar sintiendo desesperación, y dolor; retorciéndose cuán lombriz de tierra en aquella cama, escuchando cómo varias personas entraban a la carpa, intentando controlarla.

- ¡No dejen que los muerda!

- ¡Traigan el sedante ya!

Luego, sintió una ligera punzada, la habían inyectado, sintió todo su cuerpo completamente relajado, bastante de hecho. Luego de unos minutos sintió sus ojos cerrarse con pesadez, se había quedado dormida.

 Luego de unos minutos sintió sus ojos cerrarse con pesadez, se había quedado dormida

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