Capítulo 4: Nuevo comienzo.✅

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Agosto 31, 2015.

«...ni aquella bala de andar perdida, ni los gusanos en la cosecha podrida, huérfana culpa, vuela sin dueño, donde se pose nunca crecerán los sueños...»

Este es uno de los pocos momentos en los que me siento verdaderamente cubana y no una andaluza como todos creen.

Tarareo "La Culpa" de Buena Fe en el taxi que me lleva a mi destino final después de un par de horas en avión. Estoy ansiosa por el nuevo rumbo que tomará mi vida empezando por el día de hoy, pero a la vez nerviosa de estar en un lugar donde nunca antes había siquiera visitado y donde hablan un idioma diferente al mío.

Desde siempre tuve en mente asistir a aquí, por ende, me obligué a dominar casi a la perfección el inglés británico, pero mi asento hace que suene ridículo cuando las palabras brotan de mí.

—Señorita, hemos llegado. —El taxista se gira sobre su puesto.

—Muchas gracias. —Soy cortés con él.

Bajo el coche y no pierdo tiempo en husmear en mis alrededores.

Grave error.

¿Dónde estoy?

—Señor, creo que se ha confundido.

El chofer baja sus gafas de sol y me mira a través del cristal medio subido.

—¿No me dijo que en la residencia estudiantil de la Oxford University? —inquiere como quien rectifica.

—Sí, exacto.

—Pues, es aquí señorita, ahora debo irme, buenas noches. —Sin nada que decir se aleja en su auto.

Se marcha y me deja frente a lo que bien podría pasar por un hotel de tres o inclusive cuatro estrellas.

A la vista hay tres bloques de edificios de cuatro pisos pintados de un color marfil con detalles en marrón, ventanas de cristal, un hermoso jardín en la entrada que cubre unos diez metros y unos pasillos asfaltados que guían hacia cada una de las puertas, comunicando a su vez todos los bloques de la residencia.

Camino por inercia embobada con el panorama hasta que una chica empieza a menear su mano en frente de mi rostro.

—¡Hey! Vas a terminar estrellándote contra un árbol cuando no prestes atención de por donde caminas —dice con un tono de voz demasiado alegre.

Reacciono inmediatamente.

-—¡Oh! No me había dado cuenta de que estaba tan ida —Rasco la parte trasera de mi nuca en señal de vergüenza.

—Me llamo Megara, mucho gusto.

Me extiende la mano y la miro a la expectativa, no se me ha hecho nunca una buena idea el contacto físico, mas aprovecho para detallarla.

Piel extremadamente blanca, pelo caoba con tonalidades moradas y por debajo de la mitad de la espalda, ojos oscuros pero no tanto como los míos, algunos rollitos y un aura de carisma y autoestima por los cielos.

—Monik, el placer es mío.

Termino uniendo nuestras manos pero casi ni le doy tiempo a hacer presión cuando la retiro. Mi cuerpo es estremecido por una oleada de pánico.

«Aquí estás bien, Monika. No tienes por que temer.»

Me recuerdo a mí misma pero que le puedo hacer si me aterra el contacto físico.

—Te sorprendiste bastante ante toda esta inmensidad. —Me dice como quien espera crear conversación.

Vuelvo a echar un vistazo por los alrededores y para alguien como yo esto es un sueño, algo surreal.

Scars ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora