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Capítulo 2: Caras conocidas

Ya quedaba poco para llegar. La verdad es que esa zona de Madrid nunca la había visitado. Estaba como un poco apartada de la ciudad, pero era preciosa.

No nos costó nada aparcar el coche, ya que tampoco parecía que viviera mucha gente por allí. La casa por fuera se veía un poco pequeña.

Llamamos a la puerta y tardaron en responder. Mi madre pensó por un momento que se había confundido. Íbamos a dar media vuelta cuando de repente una mujer que me resultaba familiar abrió la puerta.

M: ¡Evaaaa! -exclamó mi madre- ¡cuánto tiempo!

E: Ya ves -se dieron dos besos- ¿estos son tus hijos? que guapos -sonrió.

Yo seguía en estado de shock intentando averiguar de qué me sonaba esa mujer.

M: Sí, este es mi hijo Alejandro

Al: Hola buenas, encantado -dijo dándole dos besos.

M: Y esta es mi hija Andrea

A: Hola, encantada de conocerte Eva -sonreí y la di dos besos

E: Bueno pasad, no os quedéis ahí.

Al entrar nos sorprendimos bastante, la casa era enorme por dentro. Va a ser verdad eso de que las apariencias engañan.

De repente apareció un hombre que también me sonaba un montón.

E: Bueno Carmen (mi madre) creo que aún no conoces a mi marido

JC: Hola mucho gusto, soy Juan Carlos -dijo sonriendo

M: Hola, encantada -se dieron dos besos

A ver, un momento, Juan Carlos, Eva... Sus nombres y sus caras me sonaban un montón. ¿Por qué no conseguía reconocerlos?

E: Y estos son sus dos hijos, Alejandro y Andrea

JC: Mucho gusto -nos dedicó una sonrisa- Por cierto, que pasa con los nuestros, ¿no van a bajar?

E: Ya sabes cómo son...

M: No importa, es normal -nos miró- los míos son iguales a la hora de que venga gente a casa

Al: Bueno... -dijo serio

Yo pasaba un poco de lo que decían. Me quedé contemplando lo bonita y amplia que era la casa. Tenían hasta unas escaleras para ir al piso de arriba. Increíble.

De repente empecé a oír unos pasos. Serían los niños.

E: Ya era hora de que bajarais -dijo seria- menudo ejemplo estáis dando

M: No te preocupes mujer -sonrió

??: Lo sentimos mamá -exclamaron dos voces al unísono

Madre mía, hablaban igual. Parecía una voz con eco. Cuando ya pudimos ver sus caras a mí se me congeló la sangre.

M: ¿Oye pero ellos no son...? -susurró mi madre

Al: Bueno... -suspiró- lo que faltaba

E: Carmen, Alex, Andrea... estos son nuestros hijos, Jesús y Daniel -dijo sonriendo

No podía creer lo que estaba viendo...

N/A: Intentaré hacer los capítulos más largos, gracias a todas las que leéis mi novela.