𝐸𝐿 𝑀𝐼𝐶𝐻𝐼 𝐷𝐸 𝑁𝐼𝐸𝑇𝑍𝐶𝐻𝐸

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Capítulo 1

Eran las 7 de la mañana cuando Bleu daba sus últimos ronroneos mañaneros interrumpidos por la molesta voz de su cola.

-¿Por qué eres tan azul?-

-Déjame dormir-

-¿Nunca te lo habías preguntado?-

-Tann azul...-
-Azul, azul-

-¿Eres consciente que alguien intenta dormir?-

Azul, azul...

¡Hey!
Se que odias que yo sea tu gato tanto como yo odio que tu seas mi cola pero para mi desgracia, ¿También eres un despertador?

Qué clase de mierdas debes tener en la cabeza gato para pensar que yo soy tu cola, tus otras teorías de lo que soy me inquietan. Pero que yo sea tu cola es simplemente ¡Ridículo!

¡De ser cierto habría escogido otro tipo de gato! tal vez un gato negro cuya elegancia este intrínseca en su naturaleza, donde su porte refleje grandeza, y sus ojos poder
no un chiste con orejas y bigotes azules como tú.

Bleu aunque no disfruta dormir y lo considere una perdida de tiempo, ama la sensación, pero... odia que no lo dejen dormir cuando debe hacerlo, especialmente cuando se trata de su cola.

Normalmente Bleu tiene bajones emocionales y cae rendido en sus patas sumido en la más triste y azul melancolía y sueña. Sus sueños siempre están manchados de diferentes colores y tonalidades. En ellos a veces es un curioso y divertido gato verde, en otras oportunidades es uno amarillo, tan amarillo como una carita feliz, o tan amarillito como un pollito, aunque tiene una ambición obsesiva, ser rojo, tal  vez porque Bleu es lo opuesto a ser un gato apasionado, fuerte, con viveza y alegría. Black, su cola, le dice que la ambición es parte elemental del ser y que cuando cumpla su objetivo, luego se verá incluso más vacío, como cayendo de una escalera a una lata de pintura azul.

Apenas amanecía y Pacho o cómo lo conocían en las calles "El Tuercho" ya estaba balbuceando con su voz ronca el ritmo de su música Punk que alcanzaba a escucharse a través de la ventana.

-Ojitos rojitos como su merced quiere- 

Luego soltaba una risa de drogadicto.

Bleu No tiene la mas remota idea de si odia profundamente a Tuercho por ser un perro, por cómo canta su música punk, cómo huele su chande que le había cobrado gran parte de su pelaje o simplemente su existencia en conjunto.

Pero cómo olvidar las aventuras del heroico Tuercho y su ojito tuerto que lo había perdido haciendo un ajuste de cuentas de barrio.

-vos sabes que trin-  Decía.

Tal vez odiaba solo su forma de hablar; yo sin embargo, como su cola le voy diciendo bien clarito que ese man es un estrés ni el hijueputa, entonces Bleu me miraba con sus ojos azules y yo con la cara dura le fruncía el seño para luego decirle algo como: Bleu... eres un puto envidioso porque al menos esa clase de hijueputas comúnmente son muy felices.

Y sus ojos se hacían tan azules como el mar que inevitablemente generan esas náuseas constantes que los náufragos sienten.

A Bleu le es completamente imposible evitar mirar la sarna que invade y corroe poco a poco la piel de pachito el tuerto, su cara triste, flaca y demacrada; y como las moscas lo persiguen, o cómo ellas huyen de él mientras las persigue.

Pacho era un viejo perro criollo gris, con unos parches de alopecia grave debido a la sarna y el VIH que no es mortal en los perros, por consecuencia tenía una cara demacrada, tenía algunos dientes rotos, y un olor distinguido a pegante.

Bleu piensa que no hace falta ir al circo a ver fenómenos y adefesios pues basta con salir y dirigirse por las calles, o cómo El Tuercho dice al barrio, al hueco, al matadero, a la jungla de cemento o el mismísimo "nanai cucas sapo malparido."

Sólo hace falta un poco de perspectiva para ver la belleza de un mundo jodido y en decadencia, miau.

Entonces Bleu ronroneaba, cerraba sus ojos y su cola veía por él el mundo en llamas y se meneaba como si fuera una serpiente cobra de la india, como si estuvieran sincronizados con la melodía de la flauta de sus más profundos pensamientos, como si se entendieran perfectamente.

Bleu mira a Pacho y se preguntaba por qué algunos desgraciados son tan felices, o por qué hay tantos felices desgraciados.

Por qué una nación donde se come mierda es considerada la más feliz del mundo.

Pero en un país de perros a cualquiera le da por comer mierda.

¿¡Qué dice Pacho!?

No blu blu, michingo usted es la propia loca llevo como una hora aquí afuerita y su merced nada que salía pirobo, pa la próxima me abro y me las queda debiendo michingo.

Relajado Pacho.

Pacho no entendería el sentimiento de lástima y pesar que él emanaba, ¡Se confundiría con su olor!
Aunque a veces miraba raro a Bleu y le decía.

¡Qué me mirás pues!

A veces como la cola de Bleu me veo en la obligación de susurrarle algunas cosas para que deje de ser tan huevón.
A ese hijueputa gato lo insultan y no hace absolutamente nada.

El dolor... Algunos por placer otros porque nadie se salva, yo creo que los matices en los que se presenta y en los que se tolera el sufrimiento no son iguales, no todo el mundo es digno de contemplar la magnificencia del dolor, para transformarse.

Black siempre tenía sus aportes filosóficos, para una situación en concreto, como una enciclopedia abierta. 

Para Pacho al menos su vida no representaba desgracia alguna, ¡Por el contrario!
no era extraño verlo saltando los fines de semana orgulloso de su patria, destapando cervezas con sus muelas mientras disfrutaba del fútbol y su mechita.

Supongo que de eso se trata miau.

Una vida llena de pasión, adrenalina, éxtasis, oler culos, de tatuajes que tapan chande y de chande que decora tatuajes, y entre mas cicatrices más gonorrea se ve. debe ser una vida muy intensa, o qué Pacho.

Vos sabes como es que son estas vueltas y "trin tran" pero callao Blu Blu. Respondía

Bleu aunque entendía a lo que se refería, anhelaba no hacerlo y mejor tirarse de un edificio, pero para su suerte caería perfectamente a salvo con sus cuatro patas.

Eso me hacía sentir muy azul.

A veces es mejor sumergirse un poco en la melancolía y terminar ahogado en la locura que vivir encadenado a una vida simple. Decía Black, confundiéndolo aún más, como si agregara pintura negra a a su cerebro azul.

Entonces Olvidaba la sarna, el VIH o lo que sea que fuera y le respondía en jergas aún más hijueputas de ser posible, y si no existían se las terminaban inventando, así Pacho llevaba nuevo vocabulario a su Barrio bajo de perros.
Y a mi me darían un novel por el mejor y el más original insulto, miau.

Pacho antes de perderse en la ciudad gris que se apreciaba desde la ventana sacaba un hueso empapado en un pegante fuerte y lo guardaba en boca como chicle para el camino, lo iba olfateando y mascando y se pegaba tremendo viaje.

Nos vemos gonorrea, que tengo que hacer otros visajes.

¡Buena Pacho!

𝑬𝑳 𝑴𝑰𝑪𝑯𝑰 𝑫𝑬 𝑵𝑰𝑬𝑻𝒁𝑺𝑪𝑯𝑬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora