III

47 9 0
                                    

ㅤㅤOye, ¿para qué era ese tanque de oxígeno?

ㅤㅤCon un cielo despejado, una hora después de salir de la preparatoria, te encontré en tu habitación del hospital con una sonda puesta a la nariz y una máquina al lado. Te sorprendiste al verme entrar.

ㅤㅤ―No creí que vendrías ―dijiste, sonriendo, pero contrariado. Creo que te costó asimilar que alguien, fuera del personal médico, había ido a verte.

ㅤㅤ―¿Y perderme el chocolate que me prometiste? Ni hablar. ―Me crucé de brazos. A ti te brillaron los ojos.― Además, tenemos una conversación pendiente.

ㅤㅤ―Ya te dije que no te contaré hasta que termine. ―Sonreíste.

ㅤㅤ―Y yo no me quedaré tranquilo hasta que me digas cómo fue que escribiste un libro de fantasía tan interesante ―respondí, tomando el atrevimiento de acercarme a ti. Lo permitiste.

ㅤㅤ―No es para tanto... Solo son líos de príncipes y profecías que... ―Reíste, haciendo esfuerzos con los brazos para terminar sentándote en la cama.― Bien. ―Me miraste.― Te explicaré la historia con una condición.

ㅤㅤ―¿Cuál?

ㅤㅤ―No te burlarás de mí.

ㅤㅤ―¡Por supuesto que no!

ㅤㅤ―No por eso... ―Volviste a reír, señalando al tanque de oxígeno al lado de la cama.― Debo llevarme este tanque a dondequiera que vaya... y es un poco ridículo ir con él, porque parece un robot. ―Me miraste con bochorno.

ㅤㅤ―Oye, tarado. No hables así de nuestro invitado. ―Te puse cara de circunstancia unos segundos, y luego me agaché de cuclillas frente al tanque. Simulé una caricia a la coraza de la máquina.― Harás que Arturito llore.

ㅤㅤFue solamente una broma para hacerte reír, ¿sabes? La palabra vino a mí en el momento y la dije sin más. Tal vez habría pensado más detenidamente qué nombre lanzar si hubiese sabido que así lo llamaríamos para siempre.

Nuestra coincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora