XIV

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ㅤㅤEra miércoles por la mañana. Fui a tu habitación a visitarte como siempre hacía.

ㅤㅤPero tu cama estaba vacía.

ㅤㅤMi cuerpo no respondió por algún motivo. Estaba paralizado. ¿Qué si había pasado algo malo y no estaba enterado?, y me temblaron las manos sin poder hacer nada al respecto. No. Eso no podía estar pasando. Todo en la habitación estaba exactamente igual que siempre, Arturito estaba en el mismo lugar, las cortinas a medio abrir para que no se metiera mucho el sol, tu cómoda desordenada con los libros que tanto te gustaban leer, tu almohada hundida como si hubiese estado ahí unos momentos antes que yo llegara y... entonces te hubieses esfumado. No, no, no, no, todo estaba normal. Lo único que faltaba ahí... eras tú.

ㅤㅤLa tensión se me bajó, y estuve a punto de correr hacia la recepción en busca de respuestas, amenazaría a quien fuera hasta dar contigo, pero una enfermera me atajó del brazo al reconocerme. Me dijo que estabas bien. No, ella me dijo que estabas estable.

ㅤㅤMe llevó a una enorme ventana desde donde se veía tu cuerpo. Mi amor, estabas cubierto de tubos y cables. En lugar de la sonda habitual, había una mascarilla soplándote aire, porque tus pulmones necesitaban ayuda. Todo tu cuerpo necesitaba ayuda. Y yo también la necesitaba. Sentí que me moriría.

ㅤㅤEstabas en cuidados intensivos, pero te recuperarías.

ㅤㅤNo me dejaron pasar a verte, y tú estabas tan dopado que no te diste cuenta, pero estuve varios días sentado a un lado de tu puerta hasta que las enfermeras me decían que se había acabado el horario de visitas.

Nuestra coincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora