Capítulo 7

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Llegamos al instituto Karasuno en quince minutos, no estaba especialmente lejos pero había sido agotador llegar ya que, Tanaka estaba tan emocionado que parecía que iba corriendo. Tuve que acelerar mucho para seguirle el ritmo.

-¿Podrías ir más despacio? -le dije entre jadeos.

-Lo siento, lo siento, es que estoy emocionado -dijo mientras frenaba justo en la puerta del Karasuno.

Justo cuando acabó esa frase oímos el ruido de dos bicicletas a toda velocidad acercándose. En una de ellas, estaba el zanahorio bajito que había gritado cuando conocí a Noya.

-Esta vez, no me ganarás, Kageyama -dijo el pelirrojo, gritándole al otro sujeto de pelo oscuro y ojos azules, que montaba la otra bici que, le seguía medio metro detrás.

-¡Boke Hinata Boke! Serás idiota, has empezado antes que yo -dijo el tal Kageyama, moviendo cada vez más rápido los pedales.

Los dos pasaron a la vez por la puerta de entrada y casi atropellan a Tanaka.

-¡He ganado yo! -afirmó el que se llamaba Hinata.

-No, no. He ganado yo -dijo Kageyama.

Entonces fue cuando la mandarina parlante se percató de nuestra presencia.

-¡Tanaka! -le gritó a mi compañero. -Venga, dile a Kageyama que he ganado yo.

-Pero seréis burros-dijo Tanaka, mientras se remangaba la chaqueta y les daba un puñetazo a los dos en el estómago. -Esto por casi matarme, y esto por ignorar a mi invitada -levantó una pierna y les dio una patada en el culo en los dos.

-Ya pareces Suga -dijo Kageyama dolido por el golpe.

Hinata pareció recobrarse pronto del ataque de Tanaka en cuanto reparó en mi presencia. Se acercó a mí y me miró como si me analizase. Entonces fue cuando se puso una mano en la frente, como si fuera un saludo militar. Luego me tocó mi cabeza que estaba unos milímetros más abajo.

-Mmmmm, ¿lo ves Kageyama? No todas las chicas son más altas que yo -dijo sonriente, como si estuviera satisfecho consigo mismo.

Yo me empecé a reír, Hinata era muy mono. Luego él se giró hacia mí y me sonrío mientras saltaba.

-Me llamo Hinata Shōyo, soy bloqueador del Karasuno -dijo sonriente.

-Ya lo sé, tus saltos y tú velocidad en el partido contra el Seijoh fueron increíbles -reconocí.

Hinata al principio se sorprendió pero luego se giró hacia Kageyama y le sacó la lengua a modo de burla, parecía orgulloso de mi crítica.

-Ah, y tú debes de ser el colocador Kageyama, lo hiciste muy bien en el partido. Creo que fuiste el mejor jugó -Kageyama se puso a la altura de Hinata y le dio una colleja amistosa.

-Sí soy y muchas gracias -dijo inclinándose. -¿De qué conoces a Tanaka por cierto?

-Pues la verdad, es que no lo conozco. Vino a mi instituto y me llevó hasta aquí.

Pude ver el rostro de confusión en Kageyama pero Hinata empezó a reírse.

-Lo entenderéis todo en cuanto entremos en el pabellón -dijo Tanaka mientras se giraba hacia el recinto con las manos metidas en los bolsillos.

Caminamos unos metros y llegamos al susodicho pabellón. Hinata y Kageyama se quitaron los abrigos y enseguida se pusieron a calentar sin reparar en la presencia de Yuu, que estaba haciendo con flexiones con los dedos.

-Esperad, quedaos aquí -les ordenó Tanaka.

-¿Por qué? -dijo Hinata, que estaba de los nervios por no poder tocar un balón.

El colocador simplemente suspiró y le envió una mirada asesina a Tanaka.

-¡Nishinoya! -le gritó Tanaka al chico que estaba junto a la red.

Yuu subió la cabeza y en cuanto me vio perdió el equilibrio de la flexión que estaba haciendo.

-¿Eiko? -dijo mientras su cara daba en el suelo.

Ignorando el dolor, se levantó rápidamente y me vino a abrazar.

Hinata y Kageyama abrieron los ojos como platos en cuanto Yuu me plantó un pequeño beso en los labios.

-¡Ahora te recuerdo! -dijo Hinata. -Eres la chica misteriosa de aquella vez, cuando perdimos contra el Seijoh.

Asentí con la cabeza.

-Y tú eras ese niño gritón.

Kageyama empezó a reírse de él.

-Definitivamente, los baños no son para mí -explicó Hinata, aunque no sabía a qué se refería. Aún así, hizo que el colocador se partiera mucho más de la risa.

-¿Pero qué sois? ¿Sois pareja? -preguntó Kageyama, ya recuperado de las carcajadas.

Yuu y yo nos miramos sin saber qué decir pero luego, Noya se giró. Miró a la cancha de vóley y luego a mis ojos.

-Es mi novia -dijo sin dudar.

Oikawa... ¡No es lo que parece!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora