Capítulo 16

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No podía preocuparme de eso ahora, sino de pensar en como decirle a mis padres que había suspendido 10 asignaturas. 

Entré en mi casa, con paso lento. Quería alargarlo lo más posible. Era viernes, y por lo tanto; el día libre de mis padres.

-He vuelto -exclamé.

Dejé los zapatos en la entrada, los guardé y me dispuse a subir las escaleras. Mi madre me pilló infraganti y me dijo que bajara en seguida. No había escapatoria, tendría que contarle toda la verdad.

Fuimos hasta el salón y tanto ella como yo nos sentamos de rodillas; una en frente de la otra. Le enseñé mis notas, no fue agradable. Solo puedo decir que hubo lloros, sobre todo por mí. Mi madre me castigó todo agosto sin salir, sin embargo; me dejó ir a la fiesta de graduación. Creo que sentía pena por mí.

Me fui a mi cuarto destrozada, no solo por la bronca con mi madre si no por el conjunto de palabras hirientes como ''me has decepcionado'' o ''esperaba más de ti''.

Pasé de telefonear a mi novio, estaba cansada y solo quería dormir. Mañana lo avisaría de que me habían castigado sin salir. Tenía claro que no iba a contarle nada de la fiesta de graduación, a la cual, iba a asistir con mi ex. Sería una situación incómoda que podía evitar sin tapujos.

Me tendí en la cama y me dormí en cuanto me acomodé.

En cuanto me desperté, recordé el día anterior. Intenté no salir mucho de mi habitación, solamente para comer e ir al baño. No quería volver a encontrarme la cara de desaprobación de mi madre. Me pasé el día viendo anime. Naruto en estos momentos me animaba.

Llegó la tarde noche, las siete y media. Suspiré y me decidí a maquillarme un poco. Luego me puse el vestido que llevaba meses queriendo lucir. Esta noche tendría que haber sido muy especial, y aquí estaba yo; deprimida y sin ganas de bailar. Me puse el vestido violeta y me miré al espejo. Tampoco estaba tan mal. Mi pelo blanco suelto me caía por la espalda, mis ojos azules marcados de negro hacían contraste con mi piel blanca.

A las 8 en punto, mi cita estaba llamando al timbre. Mi madre le saludó sonriente, como siempre. Yo entorné los ojos, a veces daba rabia que fuera tan encantador.

-Buenas noches, Señora Saihara -le saludó el gran rey a mi madre.

-Oikawa, qué alegría. Vamos, ven aquí; os haré una foto -le respondió mi madre.

Era evidente que yo estaba de lo más incómoda pero le di mi mano a Tooru. Esa mano...me recordaba muchas cosas.

-Estás preciosa, Eiko-chan -me dijo al oído al mismo tiempo que mi madre nos sacaba la foto.

Nos fuimos cogidos de la mano, tampoco me importaba mucho. Era mi amigo y le había echado de menos. Empezamos a hablar de las cosas que nos habían pasado durante esas semanas y me divertí como si nada hubiera pasado. Oikawa me contó como se había encontrado a Kageyama a la salida del entrenamiento de su sobrino. Le había hecho tomarse una foto a modo de reverencia. Me la enseñó y no pude aguantar la risa. También me contó que su sobrino se reía de él porque yo le hubiera dejado por otro. Le respondí que mis amigas también flipaban un poco con el tema.

Llegamos a la ceremonia y me senté a su lado, vi algunas caras de sorpresa de mis compañeros. No sé si era porque yo estaba allí a pesar de haber suspendido 10 o porque venía de la mano de Oikawa, de todos modos me daba igual.

Oikawa se levantó para dar el discurso de delegado de la clase. Era tan carismático que todo el mundo se puso a aplaudir. Después de la entrega de diplomas acabó la ceremonia. Por fin nos iríamos a la discoteca y nos relajaríamos un poco.

Llegamos allí, entramos y pedimos unas copas. Noté a Tooru un tanto deprimido.

-¿Estás bien? -le pregunté

-Bueno...ya sabes. Me da pena dejar el equipo de vóley. Son demasiados recuerdos, muchos son contigo -me dijo con voz rota.

-Yo siempre estaré a tu lado -le dije mientras lo abrazaba, había añorado esa sensación de cariño.

En ese momento, por la puerta de la descoteca. Aparecieron unos treinta chicos. La mitad de ellos...eran el equipo Karasuno.

Oikawa... ¡No es lo que parece!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora