Capítulo 12: Inolvidable.

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Te vuelvo a escribir casi un mes después, es extraño que escriba tan pronto, pero tengo algo importante que contarte, me hace sentir emocionado poder contarte esto por primera vez.

Tuve un buen cumpleaños, al menos uno de los mejores. Sebastián se tomó el tiempo de llegar a mi casa, llegó a las a eso de las diez de la mañana, tomando en cuenta que vive bastante lejos todo para traer un pequeño pastel y decirme "Feliz cumpleaños", me había quedado dormido, por tanto, estudiar y al despertarme, me había llamado desde un número desconocido inicio haciéndome una corta broma para final solo decirme que estaba afuera de mi casa, por suerte mi madre ya había salido de casa rumbo a su trabajo, así que no tuvimos muchos problemas con eso.

—Es broma, soy yo. –Dijo entre risas deteniendo su broma.

—Eres un idiota, casi me matas. –Le respondió algo asustado soltando un suspiro aliviado. —Como vas a llamar diciéndome eso.

—Relájate, ven y ábreme la puerta, estoy acá afuera de tu casa, ahí te va la prueba.

El cristal de su ventana sonaba debido al golpe de una pequeña piedra, pasando su mano por su rostro cansado y parpadeando ocasionalmente se asomaba por la ventana moviendo su cortina, viendo a su amigo abajo, desde ahí lo saludaba levantando su mano mientras sostenía su celular en la oreja.

Algo casando salía de su cuarto, bajando por las escaleras, abriendo la puerta, viendo a su amigo con un pequeño pastel entre sus manos.

—Feliz cumpleaños mi perro. –Dijo emocionado al verlo sonriendo.

—Ay. –Respondió tímido y con una sonrisa. —Gracias, pasa, debes venir muy cansado. –Le invito con amabilidad junto a una sonrisa, soltando un corto bostezo.

Sebastián entraba a la casa con un pastel entre sus manos, dejándolo sobre la mesa, viendo a su amigo.

—¿Qué haces dormido a las diez de la mañana? –Le preguntó con curiosidad al verlo. —¿Nunca te has levantado a trabajar?, Lo que es tener plata. –Dijo en un tono burlón.

—A traba ¿Qué? –Le respondió algo dormido, bostezando. —Perdona, me he sentido cansado, ya que me puse a terminar algunos trabajos atrasados de la universidad. –Dijo en medio de su bostezo sonriendo. —Pero agradezco que vengas a decirme esto.

—¿No está tu madre? –Preguntó algo nervioso.

—No, tranquilo. –Le respondió de forma casual. —Déjame tomar una taza de café para despertar.

—Dale, luego te canto el feliz cumpleaños. –Tomaba haciendo, quitándole algo de glaseado al pastel con su dedo.

Te imaginas que ella estuviera ahí y viera a Sebastián llegando a las diez de la mañana con el pastel para mí, ese pequeño detalle habla de lo buena que es nuestra amistad, si estuviera ahí ella en ese momento se volvería un demonio, no quiero ni imaginar lo que hubiera pasado, quizás tuve un poco de suerte con eso, si él hubiera llegado más temprano quizás hubiera pasado.

En fin, es que me desvío del tema, lo que pasó después, lo invité a entrar a mi casa y buscó algo en la cocina, era un fósforo y lo usó para simular que era una vela y compartimos ese pequeño pastel, ya que lo pienso, en la forma que entró a mi cocina fue algo irrespetuosa, porque... bueno, no es su casa, pero igual él es alguien que no sabe mucho de modales, es mi amigo y una muy buena persona y este tipo de detalles demuestra la grandiosa persona que él puede ser por un amigo.

Luego salimos un rato a caminar y llegamos a un parque donde me enseñó a montar patineta, soy bastante malo y lento, pero con algo de práctica quizás llegué a patinar igual de bien que él o hasta mejor y si me caí más de una vez, pero solo son algunos moretones nada más.

Hola OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora