¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
RESUMEN: A las personas no le solía caer bien Freya porque siempre dice lo que piensa y no le importan las opiniones, por lo que naturalmente le gusta a Kai.
Freya caminó perezosamente a través de la puerta descolorida, sus rizos estaban por todo su enmarcado rostro, sus botas llenas de barro golpeaban el suelo mientras se quitaba el abrigo azul marino y lo arrojaba sobre alguna silla. Llevaba un top de color crema junto a unos jeans negros rasgados, un collar plateado que brillaba bajo la cálida luz de la cocina de los Saalvatore, donde un grupo de seres sobrenaturales se agrupaban alrededor de la reluciente mesa de madera, en una conversación profunda. Era casi silencioso, aparte del ruido de un Kai Parker que parecía aburrido tratando de devorar un paquete de chicharrones lo más desagradable posible. Sus ojos se encontraron con los de ella primero, enviando instantáneamente una feliz sonrisa torcida.
— Llegas tarde. — Resopló Caroline, levantando sus ojos azules para mirar a la chica.
— Te diría que lo siento, pero tenía mejores cosas que hacer que estar aquí. — Respondió ella, sacando una silla y dejándose caer, con los brazos cruzados sobre su frente.
— ¡Estamos teniendo una crisis de vampiros, y ni si quiera te importa! — Caroline golpeó sus puños contra la mesa. — ¡estamos siendo invadidos y para ti no es nada!
— Ya te dije cómo quiero lidiar con esta situación. — Gruño Freya. — Quémalos, quitales el corazón, rompe sus cuellos, haz lo que sea necesario. Pero no es mi culpa que ustedes ahora quieran ser unos héroes de la nada.
— Estamos haciendo lo correcto.— Siguió diciendo la rubia.
— ¡Mierda! — Freya se levantó de su silla, la ira iba creciendo dentro de ella.
— Cálmate. — Stefan finalmente intervino en voz baja.
— ¿Oh qué? ¿Quieres que me disculpe, pelo de héroe? ¿Eso te haría sonreír? Oh, espera, no, no lo haría, porque nunca sonríes, tu te lamentas.
Damon golpeó su bourbon sobre la mesa, el alcohol se derramó sobre el borde. —Suficiente.
— Ni si quiera me hagas empezar contigo. — Se rió entre dientes. — Todos sabemos muy bien cuánto te gustaría destrozar a esos vampiros, y podrías, tan fácilmente. Pero ahora tienes que ser un buen niño, de esa manera Elena aún te amará cuando finalmente saque su trasero de ese ataúd.
