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RESUMEN:Tania se encuentra con su viejo amor luego de muchos años separados y los sentimientos que creía muertos vuelven con más intensidad.
La chica entró al salón de baile, emocionada por volver a ver a su amigo de 937 años. Buscaba alguna cara conocida entre el mar de personas.
—Que espectáculo tan encantador de ver.— Se dio la vuelta al escuchar la voz y sonrió.
—Hola Kol.— Apartó la vista de eél y empezo a moverse entre las personas.
—Me resultas familiar.— Declaró y empezó a moverse al lado de la chica, tomo una copa de champán. —¿De dónde te conozco? Debes ser un vampiro algo mayor para que te conozca.
—Me gustaría creer que me conoces.— Le dijo y alzó una ceja. —Teniendo en cuenta que fuiste tú quien me convirtió, y posiblemente el único.
—Qué...
—¡Tania!— Una voz llamó a la chica y sonrió cuando noto la cara de Kol al recordarla.
Con pasos decididos caminó hacia Klaus y lo abrazó, él la elevó un poco del suelo y dejo un tierno beso en su frente.
—Me alegra que hayas venido, amor.— Niklaus sonrió mostrando sus hoyuelos.
—Sabes que no puedo decir que no a una fiesta, especialmente si son tus fiestas, siempre son las mejores.— Ambos empezaron a caminar hacia el salón de baile. —Aunque me gustaría una nota diciendo que Kol iba a estar aquí.
—Pensé que sorprendería.— El híbrido soltó una carcajada entre dientes cuando ella le propino un golpe en el pecho.
—Vamos a bailar.— Tiró de Klaus hasta la pista de baile, él la acercó y puso su mano en la cintura de ella y la otra tomaba la mano de la chica mientras que ella tenía su mano sobre sus hombros y empezaron a moverse al ritmo de la música.
—Creo que alguien está celoso.— El rubio hablo en su oído. Tania solo se rió ante sus palabras.
—No me digas que es Kol.
—Por cierto, parece que está tratando de asesinarme, creo que está un poco celoso.— Nik la movió para que pudiese ver a Kol, y tenía razón, estaba mirando las manos de su hermano sobre el cuerpo de la muchacha y de lo cerca que se encontraban.
—Bien, se lo merece por no recordarme.— Sonrió mientras miraba al menor de los Mikaelson. —Vamos a hacer algo.
Niklaus se rió de sus malos pensamientos y pareció pensarlo por un segundo, antes de que el se moviese para que los dos pudieran observar a Kol.
Nik se inclinó sobre ella y besó la comisura de los labios de su acompañante, Tania no puedo no sonrojarse ante aquel acto.
—¿Qué demonios Nik?— La chica fue arrancada de los brazos del rubio y se coloco en los brazos de Kol.
—Solo es un beso amistoso, sin segundas intenciones.— Klaus sonrió y rápidamente se marchó de allí. Tania también intentó irse pero los brazos del moreno la detuvieron.
—A dónde crees que vas, tenemos que hablar.— Kol siseó, la tomó por el codo y la llevó a una habitación vacía.
—¿Qué quieres Kol?— Le preguntó al que alguna vez fue el amor de su vida.
—¿Qué fue eso con Niklaus?— Pregunto con calma. Tania sabía que un Kol tranquilo no era una señal buena, pero no tenía miedo ya que lo conoció la mayor parte de su vida.
—Eso, querido, no es asunto tuyo, deje de ser tuya en el momento en el que decidiste engañarme.
—Querida, eso fue como hace 800 años.— Los ojos del vampiro original se suavizaron al notar la mirada herida de la mujer.
—Kol, me engañaste muchas veces.— Y no podía más, así que gritó enfadada. —Perdí la cuenta depués de aquella rubia y ella era la número 17, y nunca te disculpaste. ¿Tienes idea de cómo me hizo sentir eso?
Kol no respondió.
La puerta se abrió y por ella entró NIk.
—La rompiste Kol, tú lo hiciste. Después de todo lo que ella ha hecho por ti, la rompiste y la hiciste sentir inútil como si no fuera lo suficientemente buena. — El hombre se movió para llegar a la pelirroja, la sostuvo mientras las lágrimas rodaban por las blancas mejillas de la vampiro.
—Tania. No tenía ni idea que te causaría tanto dolor.— Kol dijo acercandose a ella y a su medio hermano. —Querida, nunca antes había amado a una mujer como tú, cambiaste mucho y te volviste más independiente. Entiendo si no quieres estar más tiempo conmigo, pero te prometo esto: te amo y juro que nunca más te haré daño.
Kol sacó del bolsillo de su elegante chaqueta lo único que podría hacerlo dormir, la daga con cenizas del roble blanco.
—¿Qué estas haciendo?— Le preguntó confundida. Los brazos de Klaus de apretaron a su alrededor.
—Te la daré y cada vez que te moleste, úsala conmigo.— Kol levantó la mano para darsela. — Te amo y no quiero perderte nunca más.
—K-Kol, no me la puedes dar.— Negó frenéticamente con la cabeza.
—Yo, Kol Mikaelson, te amo a ti, Tania Lightwood.— Con cada palabra el Mikaelson se acercaba más a ella y con cada paso que Kol daba Niklaus se alejaba.
—Kol...— El tomó su mano y deposito la daga en ella, y levanto la otra para llevarsela ha sus labios y dejar un beso allí. Luego se acercó y empezó a besar su cuello, mejilla, la esquina de sus labios hasta que por fin junto sus labios con los de ella.
Los labios de ella se movieron sincronizados con los de el, como si estuvieran hechos el uno para el otro. Todos esos sentimientos que la chica tenía enterrados por Kol regresaron. Ella lo besó aún más fuerte tratando demostrerle cuánto lo había estrañado, el pareció entenderlo y le correspondió el beso de la misma forma.