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12 de marzo de 1996


Querido amigo:

Creo que no te lo mencioné, pero la cita de San Valentín del mes pasado abrió la veda a más encuentros con Draco Malfoy, aunque ninguno de mis amigos parecía contento con esto.

A decir verdad, me encontraba bastante cómoda con el Slytherin y me ayudaba a desconectar de todo lo que pasaba en el mundo mágico, ya que cuando estaba con Neville o el trío era raro que no se mencionaran los mortífagos. No es que quisiera ignorar la realidad pero por mi salud mental prefería divertirme como haría alguien de mi edad en lugar de preocuparme por muertes.

Draco y yo continuamos viéndonos por las tardes en la biblioteca con el añadido de salir a pasear por los terrenos frecuentemente para descansar. Al principio, cuando los rumores estaban recién comenzando, me daba algo de vergüenza que nos vieran juntos pero pasada una semana ya me empezó a dar igual, aunque no había día que Ron no me lo reprochara.

—La gente le tiene miedo al Bosque Prohibido pero, ¿y el Lago Negro? Quién sabe la de cosas que puede haber ahí.

Era una tarde bastante cálida para ser febrero y el cielo estaba despejado, siendo esta la razón por la que nos vimos sucumbidos a salir a disfrutar del buen tiempo en lugar de estar en la biblioteca. Estábamos acomodados en una roca a las orillas del inmenso lago.

—La sala común de Slytherin está debajo, no te creerías todo lo que se ve por las ventanas.

—¿En serio? —bramé impresionada, a lo que Draco asintió con la cabeza en respuesta, satisfecho de haber conseguido llamar mi atención—. ¿Y qué has visto?

—Depende de por dónde mires se puede ver la ciudad de piedra donde viven las selkies, aunque no se aprecia muy bien. Supongo que no les gusta que las veamos así que es muy raro ver a una pasar por delante de los cristales, y más raro aún es ver al calamar gigante porque huye de ellas.

—Entonces no se ve nada —rechisté.

Draco me miró con los ojos entrecerrados y una sonrisa maliciosa.

—Por lo menos tenemos ventanas, seguro que la común de Gryffindor no tiene ni eso —dijo, desafiante—. Será un zulo.

—Pues sí que hay, listo. Donde vosotros únicamente veis algas nosotros podemos ver el cielo y los terrenos del colegio. —Le contesté con retintín—. Aunque igual eres tú que espantas a todas las criaturas del lago.

Acompañé esto último con un leve golpe en broma en su brazo y él no pudo evitar reírse. De pronto, su postura corporal cambió de golpe y su mano sujetó mi barbilla mientras me miraba directamente con sus ojos grises.

No pude evitar contenerme así que corté la corta distancia entre ambos, pronto rozándose nuestros labios. No obstante, justo cuando se iban a tocar ya Draco había desaparecido y lo único que tenía ante mí era el dosel de la cama de mi habitación con un sonido estridente de fondo.

Había sido todo un sueño. Bueno, todo no, tan sólo la última parte era producto de mi imaginación. ¿Era así como mi cerebro deseaba que hubiera terminado la tarde del día anterior?

—Vaya, qué sorpresa —dijo una voz que reconocí como la de Hermione. Al buscarla con la mirada, pude ver que se estaba peinando—. No me creo que estés despierta. ¡Hasta te has puesto una alarma!

Apagué el despertador aún adormilada, girando sobre mí misma hasta la orilla de la cama mientras intentaba reunir las fuerzas suficientes para levantarme.

—Ayer decidí... —Bostecé— empezar a tener de nuevo un horario de sueño normal. Hace meses que no bajo a desayunar.

En mi última visita a Hogsmeade compré unas cuantas Pociones para dormir en Dervish y Banges para tomármelas hasta que mi propio cuerpo se acostumbrara a dormirse a cierta hora. Estaba harta de pasarme la mayor parte de mis noches en vela para luego pasarme somnolienta el resto del día.

Normal Weasley「 𝐝𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐦𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora